Luis A. Villarreal P.
Aún afianzados a la esperanza, ¿qué esperábamos del reducto del diálogo? Cualquier cosa. Y acabamos de verlo en los resultados de la segunda ronda de negociaciones. No se esperaba lo ansiado sabiendo que quienes se sientan a ‘negociar’ asumen intereses opuestos difíciles de empalmar. Pero a la Oposición le ha tocado perder una vez más. El oficialismo lleva a su contraparte negociadora a otros temas que no son de la urgencia venezolana.
Seguramente, para no trancar el juego empezando, el equipo opositor tuvo que ‘considerar y aceptar’ semejantes e incoherentes acuerdos; fuera de orden, ante la expectativa y emergencia nacional.
Sin discernir tanto, se sospecha —por lógica— que el ensamble para la segunda sesión llevaba un pre acuerdo complaciente hacia el oficialismo. El gobierno cuestionado mostró su ‘prominencia’, exigiendo en el equipo contrario negociadores más blandos o coincidentes a sus aspiraciones. ¿Sería la razón de reemplazar a Vecchio con Guevara?, en vista de que al primero no se le pudo desalojar en su primera sentada, y de que Guevara fue excarcelado y dijo cosas que el cuestionado, en relación al diálogo, quería oír: «…debe terminar en un proceso de cohabitación, de convivencia con el chavismo…», recalcando: «Todas las partes deben hacer concesiones por el bien común».
Los dos acuerdos del 6S han dejado una estela inflamable, un vaho de decepción; aunque dije que ‘no se esperaba gran cosa’, da mucho que decir. Perder puntos o ganarlos en algunos rounds no es perder o ganar el pugilato a continuar, hasta demostrar lamentablemente — una vez más a quienes tendieron ese ‘canal regular’— que allí no había sino perdedera de tiempo a favor del cuestionado.
El régimen tratará de acusar a la Plataforma Unitaria de abandonar el diálogo, y este gusto no se le debe dar; pero los opositores deben demostrar su firme posición en corto tiempo, y evitar hacer turismo y el papel de utilitys en ‘México City’.
Se acordó ‘una lucha unificada’ por la «ratificación y defensa de la soberanía de Venezuela sobre la Guayana Esequiba». En la mesa de conflicto nacional esta capciosa idea oficialista —irrespeto patrio de ambas partes—, busca reivindicar a quienes sí han debilitado irresponsablemente la posición histórica venezolana ante Guyana. El otro acuerdo: la Mesa Nacional de Atención Social, para ‘responder a las necesidades humanitarias venezolanas’, igual.
Con esos dos acuerdos el gobierno dominante ha echado el brazo al hombro de los negociantes opositores para trabajar ‘juntos’, colocándolos bajo alas y peso oficialistas. Insólitamente el cuestionado abrirá varios frentes ‘intrincados’ de diálogo, además de los aprobados; el de revisar aspectos ‘constitucionales’ de diversa índole, como el de la ‘reinstitucionalización del país, a través de un nuevo sistema de justicia’.
No se dijo nada —¿prohibido?— sobre la insistencia venezolana: Urgido canal humanitario, excarcelación de todos los presos políticos —habilitación de partidos y dirigentes inhabilitados—, y elecciones libres generales incluyendo presidenciales, como reitera Guaidó.
La contraproducencia de la Oposición, no la celebra el pueblo de Venezuela consciente —quienes aman este país y lo tienen de primero en su interés—, sino que les alegra a quienes rechazan a ultranza la ‘razón’ del diálogo sin tener otra opción viable.
James Story —encargado de negocios de EEUU para Venezuela— advirtió que «Sin cambios significativos no levantaremos sanciones. No sé por qué tienen miedo de elecciones libres y justas»; «… de no verse resultados en el diálogo la UE y Canadá aumentarán las sanciones», dijo. Esto generó altanera respuesta en Jorge Rodríguez al replicar: «No nos importa la opinión de extranjeros porque este diálogo es entre venezolanos…», olvidándose de plano —también la Oposición en sus lapsus mentis— de que Biden (EEUU) tiene las fichas de las sanciones y del gobierno interino bajo su poder y discreción. Es decir, que la opo ‘negocia’ con fichas ‘previa autorización’.