Por: Luis A. Villarreal P.
Antes de volver a la próxima ronda de negociaciones —a partir del 3/9/2021— ya se han comentado y realizado actividades en relación a lo que se espera del susodicho diálogo. Esto da a entender que sí hay una expectativa —optimista o no— sobre ese canal regular de lucha que exigen las circunstancias transitar. Única e inmediata opción ‘viable’ asumida por la gran y cómoda voluntad política externa para intentar sacar de la crisis a nuestro entrañable país.
Guaidó dice que «no esperan ‘buena fe’ del chavismo [en las negociaciones]». Se supone que en el próximo round la facción opositora dialogante insistirá en acción humanitaria, liberación de presos políticos, habilitación de los partidos y dirigentes inhabilitados, y lo crucial: elecciones p r e s i d e n c i a l e s, entre otras prioridades.
Guaidó, a la pregunta periodística de «¿cuándo cree que deba celebrarse esa eventual elección presidencial?», respondió: «Ya, en diciembre… evidentemente lo más rápido posible». Y agregó: «… Para los venezolanos, la elección presidencial es lo que resuelve el conflicto». Igualmente explicó que «… estamos discutiendo en México garantías y condiciones políticas, electorales», y sostuvo que el CNE actual es «tutelado».
Todo esto indica, como se supone, que sí, que el sector opositor para participar en las elecciones del 21N debe despejar esa variable en la ecuación del diálogo.
La representación de la MUD ha renunciado, a consecuencia de la tardanza o negación de los representantes partidistas (principalmente del G4) para firmar la autorización requerida en el proceso de inscripción de los candidatos en las elecciones estadales y municipales. También interesados opositores piden primarias para ir a elecciones el 21N, lo que concuerda con la información del rector Enrique Márquez que informa, casi al borde de la fecha tope prorrogada, que no se ha alcanzado un diez por ciento (10%) de las postulaciones de quienes con sus alianzas predefinidas, se movilizan con sus seguidores en precampaña.
Se comprende que ningún partido —viejo o nuevo— no puede darse el fácil lujo de desvincularse del electorado, de negarse a conseguir un espacio para su estructura, a alcanzar un cambur para la dirigencia de sus cuadros, y menos a ofrecer su concurso para mitigar las necesidades sociales, principalmente de servicios públicos y de trabajo. Pero en términos excepcionales —como el que plantea seriamente la crisis—, ese vínculo, esa presencia, debe supeditarse a las negociaciones dentro del diálogo. De lo contrario, volverá a ocurrir que ‘por poca cosa’ la Oposición legitima al régimen que se cuestiona, para regresar al peor punto de la crisis.
Aparte, se ha venido insistiendo —sin mirar hacia atrás ni para los lados— en el referéndum revocatorio, considerado incoherente e inviable, promovido como ‘solución’ por el persistente luchador César Pérez Vivas y partidarios de fórmula, incluido el disidente del chavismo Nicmer Evans.
Creemos Alianza Ciudadana, que (desde 2018?) se configura en varios estados, convoca a los venezolanos para reconstruir espacios democráticos y defender los derechos humanos.
El cuestionado gobierno simplemente continúa con su ‘normal’ gestión: vacunación anti covid; operatividad de Defensa Civil y del trinomio militares, policía y pueblo, ‘unidos’, debido al exceso de las lluvias causante de muertes y cuantiosos daños; reactivación de la zonas económicas especiales, incluyendo el turismo ¿?; reconversión monetaria en ciernes —’necesaria y apropiada’— por la hiperinflación que requiere de un software-hardware de capacidades astronómicas para llevar las cuentas nacionales en realidad basada en dólares. El artificio, en esta ocasión, es la puesta en escena de la nueva y ‘poderosa’ versión de nuestra super devaluada moneda en un ‘Bolívar Digital’.
En EEUU la voz que ha destacado es la de Elliott Abrams, de la administración Trump para el caso Venezuela, que con inusitada ‘autoridad’ reseñó que Biden puede cambiar la representación de la Oposición venezolana … ¿?