Miguel Ángel Albarrán/ @elmigue1
“No tengo palabras para explicar lo que siento, cuando Phillip Humber lanzó el juego perfecto aquí, pensé que yo también tenía que hacerlo, trabajé muy duro”, expresó Félix Hernández tras completar la hazaña más importante de su carrera y una de las más resaltantes para los peloteros venezolanos en la historia del mejor beisbol del mundo.
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Lanzamientos hizo Félix Hernández ese 12-A del 2012, con 12 ponches, para meterse en la historia del beisbol de Grandes Ligas
Se cumplen exactamente ocho años desde aquella tarde del 15 de agosto de 2012, cuando “El Rey”, como lanzador estelar de los Marineros de Seattle, sacó toda su clase y conocimiento desde el montículo para completar juego perfecto (1-0) ante Rays de Tampa Bay en el “Safeco Field”.
Con apenas 26 años, Hernández se convirtió en el primero en lanzar un juego perfecto en la historia de los Marineros. Fue en la misma instalación ese mismo año (21 de abril) donde Humber hizo la mismo, pero para Medias Blancas de Chicago, en contra de los Marineros. Ese fue el cotejo perfecto número 21 de la MLB en la historia, luego en esa misma zafra, hubo una segunda joya perfecta (el protagonista fue Matt Cain, el 13 de junio para Gigantes de San Francisco contra Astros de Houston).
Por eso Hernández sintió esa responsabilidad de hacer algo de ese tamaño para su organización, creyó que se lo debía a Seattle y sabía que se lo podía dar. Entonces redimió a los suyos con el vigésimo tercer juego perfecto de todos los tiempos.
Siempre confió en su brazo
«Mi corazón estaba temblando. No sabíamos cuándo, pero siempre confiamos en que lo lograría», contó el padre del AS del pitcheo venezolano, en una consulta que le hizo el programa radiofónico «Los Cronistas» desde Caracas en ese mismo día.
Es que la confianza del nacido en Valencia era grande como el talento que sabía que tenía. No es casualidad que haya convencido a su progenitor de viajar a Estados Unidos porque sabía que pronto lo conseguiría. La efectividad con la que lanzaba, incluso en partidos que perdía o salía sin decisión por falta de apoyo de sus compañeros al bate, le dieron siempre ese aval para pensar que esos coqueteos con el “no hit-no run”, tenían que cristalizarse con una jornada de ese calibre.
“Me di cuenta en la tercera o cuarta entrada, estaba en mi mente lanzar todo el juego, pensaba: ‘Vamos, puedes hacerlo’, cuando llegó el noveno inning estaba muy nervioso”, narró “El Rey” el momento cuando se sintió “perfecto” para cumplir lo prometido.