El día de Bolívar, 24 de Julio / Por Alí Medina Machado

Sentido de Historia

El Libertador Simón Bolívar

 

 

 

 

El día de hoy está señalado por la historia en el mundo como celebrativo del natalicio del más universal de los venezolanos, glorificación humana del sentido americano, del hombre que le dio patria propia y libre a un continente: Simón Bolívar.

La historia venezolana viene repitiendo estas fechas esenciales para que los hijos de la Patria adquieran el sentido de la nacionalidad y de la ética, es decir, el compromiso que a todos nos atañe de luchar a brazo partido por un mejor destino para una nación merecedora de la vanguardia del Continente, por ser en ella donde brilló por vez primera la luz de la libertad; y porque en su suelo hubo la germinación temprana de la justicia y de la igualdad, por la acción de una generación a cuya cabeza siempre apareció Bolívar, con el signo premonitorio de que sería en el tiempo el Padre de la Patria, el forjador de la libertad y de la conciencia venezolana.

El día de hoy, natalicio del Libertador,  tiene un sentido multiforme. DÍA DE LA MORAL debiera llamarse, porque la fecha es génesis de un hecho trascendente: el advenimiento a la vida de un hombre predestinado “para lo grande y para lo hermoso”. Mírese a Bolívar desde cualquier ángulo y se verá extendido el signo de la moral. Analícese cualquiera sentencia suya y la misma no será sino un compendio de moral en el dictado ejemplar de la conciencia, porque la verdadera igualdad no existe sino por la formación moral y delante de la ley, que liga y comprende a todos indistintamente; premia y recompensa al virtuoso, al justo, al sabio, al valiente, al honrado, al prudente, al industrioso, al activo y al benéfico; castiga y reprime al vicioso, al Injusto, al inmoral, al cobarde, al temeroso, al holgazán y al perezoso. Es signo de moral humana la formación del hombre para ponerse al servicio de los que necesitan, que son los más, sobre todo en esta geografía nacional cargada de necesidades existenciales, en la que el hombre debe actuar con plena solidaridad social. Pero, ¿hasta qué punto estamos siendo solidarios?

Es moralidad también una legislación bien aplicada sobre el imperio de la imparcialidad y la equidad; sin embargo, la ley venezolana cada día se parcializa y se mediatiza más. Por eso, la moral bolivariana debe de ser una cátedra  urgente que requiere estar en los estrados judiciales, en la universidad y en la calle: en todos los estratos de un país que se nos está quedando sin los signos morales fundamentales. Y si con Bolívar hemos tratado de construir el país moral, mal podemos entonces sin Bolívar querer construir ese otro país que puede ir, de no haber una rectificación de rumbo, al abismo por la degradación permanente a la que estamos asistiendo lamentablemente.

El signo histórico del Libertador descansa en una pluralidad de acciones cumplidas a lo largo de su periplo vital. Su papel humano es inmensurable, dedicado casi en su totalidad a la causa de la liberación de los pueblos americanos. Vivió poco, es cierto, pero cada segundo de su vida es como un siglo de ejecutorias, todas ellas brillantes en obsequio de la libertad. Su utopía, que fue realizada,  se muda de la palabra a la acción, de la idea al hecho concreto, en un proceso cruento que cristaliza finalmente con la Libertad de América.

 

La gloria crece

 

 

De Bolívar, El libertador, quisieron sus detractores hacer un ser anónimo, pero resultó inútil aquella maldad castigada por la historia, que le repuso sus glorias cuando se logró su última voluntad de hacerlo reposar eternamente en su querida ciudad de Caracas, donde había nacido un día como hoy, 24 de Julio.  La negación de aquellas generaciones que lo vituperaron ha sido combatida por la historia misma, pues mientras el nombre imperecedero de Bolívar crece, el anonimato de sus opresores se hace cada vez más manifiesto.

Jamás en América ha sido posible sostener y hacer perdurable la injusta y ominosa causa que construyeron sus enemigos para ocultar a Bolívar, El Libertador. Su nombre y su obra siguen y seguirán estando en la cúpula de la conciencia americana, que abreva en su doctrina, se nutre de su pensamiento y vive amparada por la vigencia de sus postulados libertarios.

Simón Bolívar sigue siendo el umbral humano por el que tiene que transitar la América Latina para ser dueña de su propio destino. Y en el mismo sentido en que se mantengan vigentes sus postulados políticos y sociales esenciales, estas naciones aún dependientes conocerán las luces de la autodeterminación y serán aptas para regirse por sí mismas sin la tutela vergonzosa del imperialismo Internacional.

 

 

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