El día “D” espués

Escribo el jueves 17 de mayo en la noche. Como esta columna publica los lunes, siempre me toca fungir de pitonisa para imaginarme el “día siguiente de”.

Empiezo por solidarizarme una vez más con los presos del Helicoide, quienes al momento de redactar este artículo siguen en situación crítica, a merced de la mayor expresión de la malignidad. Lo último que escuché es que a setenta y dos de ellos los iban a trasladar a otros recintos carcelarios, cosa que me aterró: ahora están juntos y tienen algo de fuerza. Separados, no la tendrán. Tal vez los lleven a cárceles lejos de sus familias. En ese hecho está resumida toda la crueldad de la que es capaz este régimen. Y si finalmente hubo un acto de justicia, lo consideraré un milagro.

Como un milagro también sería que hubiera ganado un candidato que no sea Nicolás Maduro. Si fue así, felicito al pueblo venezolano, porque puede volver a soñar con mejores realidades. Si sucedió lo peor -que el CNE haya proclamado a Maduro como presidente una vez más- los opositores tenemos que concretar una acción unitaria para enfrentar la pesadilla de hoy y la que se nos viene a partir de mañana. Lástima que no se concretó antes de las elecciones. Pero no es hora de lamentarse por lo que pasó, sino de prepararse para lo que viene.

Confieso que no me imagino cuál pueda ser esta acción, que sea contundente, nueva y distinta a lo que ya hemos hecho. Porque es increíble todo lo que los venezolanos hemos hecho para salir del gobierno chavista. Hemos firmado, vuelto a firmar, marchado, vuelto a marchar, votado, vuelto a votar, protestado, vuelto a protestar, hemos pedido ayuda aquí, allá y más allá, siempre dentro de un marco de conciencia democrática encomiable y sobre todo, de paz. La violencia, con contadas excepciones, invariablemente la ha puesto el gobierno.

Lo que sí queda claro es que no podemos ponernos creativos a inventar cada quien por su lado. De ahora en adelante, la unidad tiene que ser consigna y norte, para que apoyados en la comunidad internacional continúen las sanciones contra los personeros gubernamentales. No contra Venezuela, como alegan ellos tan cínicamente. Esa diplomacia coercitiva tendrá efecto más temprano que tarde, porque el tema de las sanciones es lo único que les preocupa. No el pueblo. Éste que se muera de hambre y de mengua. Indigna, llena de ira y de dolor que unas personas que usaron al pueblo más desposeído e ignorante para llegar al poder, le den la espalda a quienes los encumbraron con la frialdad más absoluta. Son desgarradoras las escenas de hambre, enfermedad, inanición y miseria que presenciamos a diario, y los revolucionarios, aquellos que se llenaron la boca clamando justicia para el pueblo, son hoy sus verdugos.

Además, como me temo que Maduro insistirá en sus políticas (si se las puede llamar así) económicas, nos llevará a zanjas de una profundidad inimaginable: si se queda lo que viene es más inseguridad, más hambre, más escasez, más inflación, más falta de medicinas, de insumos hospitalarios, de electricidad, de agua, de gas, de transporte y añada todo lo que se le ocurra a la lista. Como la eliminación de la propiedad privada, por ejemplo, siguiendo al pie de la letra el ejemplo cubano. ¿Les gustará esa medida a los militares y a los funcionarios civiles que están buchones a punta de saquear al país?…

Tenemos que respirar profundo, prepararnos para lo peor y esperar lo mejor. Y por encima de todo, que la unidad no sólo sea nuestro lema, sino nuestro modo de actuar.

@cjaimesb

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