Aunque la realidad se nos muestre poco piadosa, adusta y dura, la desilusión no tiene cabida en el espíritu indómito y libérrimo de los millones que impasibles esperan el momento propicio para actuar y volver a los rieles democráticos. Listos para cambiar en un proceso electoral inédito —a través de las Elecciones Libres— este rumbo equivocado que tantas privaciones y dolor ha causado a los hijos de la patria de Bolívar, lamentablemente en su nombre.
Suponemos que la Comisión Nacional de Primarias, consciente de esa cualidad democrática que subyace en lo más íntimo del pueblo aporreado e indefenso [cauteloso y desconfiado con razón, viendo a nuestro país en la cola de las contingencias y prioridades internacionales que se han atravesado], continúa —no sin limitaciones y serias dificultades— su camino hacia las Primarias, buscando competir con mejores posibilidades en las Presidenciales previstas extraoficialmente para 2024.
La citada Comisión apenas debuta en sus funciones, y ya ha recibido críticas y propuestas sin asidero. Se cree que son pocos quienes quieren llevarla a sus predios egocéntricos para que las ejecutorias de la misma favorezcan o complazcan peculiares modos de pensar y proceder; precisamente sobre puntos álgidos que no son sino manzana de discordia entre quienes quieren sonreírle al régimen y los que ‘para nada’. Otras ‘individualidades’ siguen impertérritos su camino por el atajo hacia las presidenciales, sin pasar por la autopista de legitimación y democracia interna opositora.
Hay partidos que lejos de hacer un aporte unitario —aun inscritos para Primarias— se decantan despotricando de la Plataforma Unitaria Democrática, arguyendo temor al predominio de la tétrada partidista originada en 2015. Cuestión esta que tiende a dirimirse en las Primarias, porque estas serán punto de inflexión, solo si la participación de electores es abundante para dar por sentado un liderazgo renovado y legítimo, que convenza como representación nacional ante el concierto de gobiernos democráticos que con determinación respaldan las luchas por el recate de la democracia venezolana.
Aunque dirigentes de Voluntad Popular hayan ‘proferido’ que el ‘gobierno interino’ de la AN 2015 solo terminaría con un nuevo gobierno, en enero próximo debería producirse la conclusión del mismo, con la propuesta y apertura de un ‘nuevo orden’ interno opositor basado en la habilitación de una estructura más allá del partidismo, apoyado en la ciudadanía y en la prioridad nacional.
México vuelve a ser noticia, pese al Mundial de Fútbol, por llamar la atención sobre el Diálogo que proseguirán los bloques ‘negociadores’, en la búsqueda de una salida a la oprobiosa crisis que ha venido soportando la casi totalidad del pueblo venezolano.
A los ruegos, luego de realizarse los foros por la paz en Oslo y París, y con la aparición en el ruedo de los presidentes sudamericanos Gustavo Petro y Alberto Fernández, e incluso del presidente francés Emmanuel Macron, el régimen ha dado su brazo a torcer, no sin puntualizar que dicho diálogo solo será para aprobar cuestiones atinentes a la solución de problemas humanitarios y de la infraestructura de servicios, nacionales.
Como para dejar ‘muy claro’, y no se le suban los humos a la fracción opositora del diálogo, el presidente oficialista enfatizó que solo buscará la suspensión de sanciones para recuperar los activos financieros que ‘se necesitan’ para satisfacer carencias del ente social.
El Cuestionado, justificándose y aludiendo a Washington, también dijo: “El mundo debe estar claro en eso, nosotros estamos negociando con un sector que buscó la intervención militar de Venezuela”. “Nadie nos va a imponer nada, ni ahora ni nunca”.
A pesar de dicha advertencia dejó un resquicio de luz al bloque opositor, cuando concluyó: “Después veremos qué otros temas se puedan conversar con este sector de la oposición [porque para él hay varios]”.
La oposición partidista expresó en un comunicado que acude al diálogo “con la urgencia y la voluntad de encontrar, de una vez por todas, acuerdos tangibles y reales que se traduzcan en soluciones para la crisis humanitaria”; pero con mucho ahínco “la construcción de condiciones e instituciones que garanticen, entre otras cosas, elecciones libres y observables”.
Ese acuerdo, según se ha divulgado, está dirigido a atender las necesidades sociales de: salud y auxilios a damnificados por lluvias, reparación de infraestructura básica educacional, de tránsito y servicios públicos; todo mediante la recuperación de activos del Estado venezolano que se encuentran en el sistema financiero internacional.
Algunos ya han aplaudido la supuesta reincorporación de la industria petrolera al comercio mundial, requerida por el déficit ruso en Europa. Pero el aliciente, a todo el espectro de negociaciones y acuerdos soterrados, es la ayuda humanitaria que oscilaría en tres mil millones de dólares, bajo la égida de ‘supervisión’ de la ONU.
Atentos estaremos, sobre quiénes participarán en esta distribución de asistencia humanitaria, y cómo terminará el reparto de esos recursos en los sectores sociales. Precisamente, en la antesala electoral presidencial.
Quien preside la comitiva del régimen, presidente de la Asamblea Nacional oficialista, Jorge Rodríguez, afirmó que es “un buen acuerdo”.
No obstante que la representación opositora no dijo nada al respecto, se supone que van a sentarse para formalizar lo preacordado; y, tal vez —ojalá que no—, soportar la racha a favor de Miraflores, con la premisa de: «negocia y de todas maneras gana», como hasta ahora.
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