EL DERECHO A TENER PARTIDOS POLÍTICOS SERIOS | Por: Francisco González Cruz

 

Los venezolanos tenemos el derecho a contar con partidos políticos serios, que nos generen confianza y que podamos depositarla en ellos para lograr los cambios que necesitamos todos para lograr tener un buen país que genere bienestar.

Siento que debemos ser más activos tanto en el reclamo como en la movilización, dada la ceguera inaudita que sus liderazgos muestran, divididos cómo están tanto a lo interno como entre ellos, incapaces de mirar más allá, hacia los intereses nacionales, hacia la necesidad de libertad, de democracia y de estado de derecho, imprescindibles hasta para su propia supervivencia.

Oportunidades para ejercer con grandeza sus responsabilidades las tuvieron cuando las grandes mayorías nacionales asistieron a las marchas convocadas, a las diversas actividades programadas y   les entregamos masivamente los votos. Lo que hicieron con ese enorme capital político está a la vista y si lo necesitan que se pongan los anteojos, pues parecen ciegos ante las tremendas responsabilidades que les corresponden.

Los venezolanos necesitamos a los partidos políticos para que sirvan eficientemente como los canales para una efectiva participación política, entre ella la electoral. También tenemos el deber de participar e igualmente el derecho a esa participación, y a exigir que se nos den las condiciones adecuadas.

Han nacido los llamados «derechos emergentes» que son aquellos que van más allá de los establecidos en la «Declaración Universal de los Derechos Humanos», como los derechos ambientales, a la ciudad, al desarrollo sostenible y otros necesarios para afrontar los desafíos de una realidad cada vez más compleja.

No tengo duda que es necesario sumar a los derechos emergentes el «Derecho a tener partidos políticos confiables», toda vez que son los instrumentos que ofrece la democracia para que los ciudadanos puedan contar con los otros derechos fundamentales, como el de la vida, la libertad, la democracia, la justicia, a la propiedad, a la igualdad ante la ley y demás derechos civiles y políticos, que entre otras condiciones son indispensables para que el desarrollo humano integral.

 

 

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