Caracas, 21 ago (EFE).- Como los hospitales, las escuelas o empresas públicas, las instalaciones deportivas en Venezuela se enfrentan al abandono y el deterioro. Los estadios o gimnasios son otra muestra de un país que parece caerse a pedazos y que vive sumergido entre la esperanza de ver mejoras y las promesas vacías.
La situación se extiende al apoyo que reciben los atletas por parte del Estado y al pago de que perciben los entrenadores locales -entre los 2,50 y los 5 dólares mensuales-, mientras escuchan las felicitaciones del Gobierno por su reciente participación en los Juegos Olímpicos de Tokio, que presume del nivel deportivo cuyo mérito es exclusivo de quienes se dejaron la piel en la cancha.
El principal centro de entrenamiento, el estadio Brígido Iriarte de Caracas, clama desde hace ocho años una pista de atletismo, pero también atención al resto de sus instalaciones. El desgaste es tan visible que ya no se lee con claridad el nombre del recinto en la fachada. Las letras se están cayendo.
Y su gimnasio de boxeo está sumergido en el desamparo y el descuido. Con un cuadrilátero reparado con cinta adhesiva, unas bolsas de arena vencidas, espejos y baños dañados entrenan profesionales y futuros boxeadores que, como la mayoría de venezolanos, exigen condiciones aptas para poder prepararse o trabajar.
ARGUMENTO DEL GOBIERNO VS. EXIGENCIAS
El Ministerio de Deporte reconoció que hay fallas en los centros de entrenamiento, pero culpa al «bloqueo» de Estados Unidos por ello. Según la institución, las sanciones económicas, que comenzaron en 2017, han afectado a todos los sectores, incluido el deportivo.
Sin embargo, el llamado para atender muchos centros deportivos, se remonta a, al menos, cuatro años antes.
El presidente de la Federación Venezolana de Atletismo (FVA), Wilfredys León, explicó a Efe que desde hace ocho años están «luchando» por conseguir una pista apta en el Brígido Iriarte, pero en el último tiempo se han sumado más demandas.
Ya no es solamente el Brígido Iriarte, son los polideportivos, estadios de fútbol y otros centros de entrenamiento del resto del país, incluidos los más emblemáticos, como el estadio Monumental de Maturín, en el este de la nación, o el José Encarnación Romero de Maracaibo, en el noroeste.
Y a esto se suma, la falta de materiales o mantenimiento a instalaciones, equipos y el pago adecuado a entrenadores y atletas que terminan abandonando el país por no contar con los recursos suficientes prepararse.
«Nosotros, para tener lanzadores (…), necesitamos los discos, las balas, todo ese tipo de materiales que necesitan los atletas de alto rendimiento, y tener un equipo multidisciplinario que acompañe a los atletas en todos los eventos», indicó León, quien resaltó que la labor que desempeñan los atletas también es un trabajo.
«Estos atletas están dedicados 8 horas diarias a entrenar y a cumplir con nuestro país», agregó, al tiempo que destacó que las becas que perciben no son suficientes, porque no superan los 5 dólares mensuales.
León es consciente de que la situación de Venezuela es complicada y que ha afectado al deporte, pero aún así exige atención al sector y señala que espera que el presidente Nicolás Maduro cumpla con la promesa de invertir en el deporte, tras la victoria de cuatro atletas -que se entrenaron en el exterior- en los Juegos Olímpicos Tokio 2020.
LA PROMESA
El pasado 1 de agosto, Maduro anunció el lanzamiento del «plan ruta olímpica» con miras a París 2024, para fortalecer el área deportiva y entrenar a los atletas.
Indicó que «es clave mejorar y ampliar la masificación deportiva (…) mejorar el sistema cazatalento de todos los deportistas cuando tienen ocho, nueve años (…) y crear las condiciones para traer a los mejores entrenadores y profesionales del mundo».
Sin embargo, el presidente de la FVA cuestiona y reprueba que se pretenda traer a entrenadores del exterior para garantizar la preparación de los atletas porque, además, el pago de esos profesionales le cuesta más al Estado que uno local.
«¿Qué le pido yo al presidente? Vamos a traernos -a los entrenadores venezolanos que se han ido del país-. Vamos a ofrecerles 500 dólares a los entrenadores para que vengan y yo te apuesto que los entrenadores se vienen», aseguró.
«De repente, podemos traer a un especialista chino, pero que nada más venga dictar un curso de un mes (…) se vaya y, por internet, se va chequeando todo el programa. No necesitamos que se quede aquí y se lleve 5.000 dólares mensuales, que esos reales -dinero- los podemos repartir con entrenadores venezolanos», apuntó.
El Gobierno, hasta ahora, realiza asambleas con atletas y federaciones que dan un atisbo de esperanza, pero aún así se mantienen las dudas sobre la mesa, porque el Ejecutivo también se ha reunido con otros sectores productivos que aún esperan soluciones.
Bárbara Agelvis