Recuerdo como si fuera ayer pese a mi hoy desgastada septuagenaria memoria cuando por primera vez Pedrito Bracamonte agarró un micrófono para comentar en este caso en una carrera de bicicleta.
Comenzando los 80- si el calendario lo tolera- estábamos en el interior del Pájaro Amarillo, la unidad móvil de Radio Turismo, emisora deportiva del estado Trujillo, junto a un mozalbete que con mucho aplomo se iniciaba así en el apasionante mundo de la descripción de eventos deportivos a través de las ondas hertzianas.
Guillermo Bracamonte, excelso narrador, uno de los mejores, orgullo de Sabana Libre, además de su tío y director de Radio Turismo, fue el encargado de hacer la presentación: “Voy a dejarles para que comparta hoy los comentarios con Graterol Vargas a Pedrito Bracamonte, de quien espero muchos éxitos para que no haga quedar mal nuestro apellido”.
Palabra cierta, Pedrito ha brillado con luz propia. Ese día nació un narrador con personalidad, estudioso, de buena dicción. Esa mañana en el circuito del Valle del Motatán tuvo su debut y despedida en calidad de comentarista. Después relumbraría o bien en una cabina de una unidad móvil describiendo las hazañas de los héroes del pedal o en un partido del Trujillanos Fútbol Club.
Esa mañana también compartimos con Evencio Daboín, viejo zorro al frente de un micrófono. En rol de scout al concluir la competencia me soltó al oído: ese muchacho tiene madera. Le respondí jocosamente. Ojalá y evite las mañas de aquel, ja, ja, mientras miraba al maestro Memo, con quien recorrimos junto a mi compadre R.J. Daboín, Evencio y después Cheo Cárdenas toda una vida en las actividades musculares. Este capítulo que incluye “Estudio Deportivo” hoy producido y dirigido por mi hijo Frank Graterol merece un capítulo aparte. Tampoco podemos dejar como la guayabera a Samuel Darío Rodríguez.
Volviendo a Pedrito, visitó en sus inicios a un foniatra para mejorar la dicción. Hay que cuidar la garganta, me comentó. Después se soltó el moño. Éxito tras éxito. Siempre en plan estelar. Era un crítico acérrimo de los que engolaban la voz o trataban de imitar a tachirenses y colombianos a la hora de ejercer la profesión de narrador. “Hay que ser auténtico” soltaba. Admiraba mucho la labor de R.J Daboín, “Es una computadora, hace lo que quiere con los números”. También de esto fui testigo. Alimentaba en los guarismos a mi compadre. Del comisario de carrera a la móvil donde R.J daba las clasificaciones primero que los jueces y sin un pelón.
La emoción que Pedro Bracamonte, imprimía a la hora de narrar un gol era indescriptible. Si era a favor del amarillo y marrón casi dejaba la garganta frente al micrófono. Pero, era muy profesional. Cuando sucedía lo contrario la emoción aun cuando bajaba sus decibeles, algo propio de un ser humano, también se hacía sentir.
PAN COMIDO PARA PEDRO
Con el transcurrir de los años y su incursión en el camino literario, del verso y la prosa, aquello de narrar fútbol o ciclismo fue pan comido para el hijo de Don Pedro. Una vez en un homenaje al cronista de Valera, Luis González en el Aula 5 de la Universidad Valle del Momboy un poeta que estaba a mi lado le comentó a otro colega: excelente lo de Pedro. Como domina el lenguaje. Sonreí para mis adentros. Con mucho orgullo. Ese maestro, perito de la palabra proviene de un sendero muy distinto al que estaba esa noche entre cuatro paredes de la actividad patrocinada por Voces de Valera, como es el deporte, donde, naturalmente hay excepciones, y Pedro ha sido una de ellas.
A mí me dio mucho pesar cuando supe la muerte de Pedro. El doctor Víctor Zambrano, a quien visitaba en su consultorio de la Plata 4 por mis achaques me la soltó a manera de saludo. Supiste que falleció Pedro Bracamonte. Me quedé perplejo. Mudo. Estaba en la consulta y pensaba en el colega y amigo que partió a la casa del señor como otra víctima más de malévolo virus que se ha llevado a millones de hombres y mujeres en el mundo.
En mi retentiva observo a Pedrito esa mañana cuando se encaramó en el “Pajaro Amarillo” conducido por Darío “Fittipaldi” Torres para asir por primera vez un micrófono. El génesis de su excelsa carrera como Spiker deportivo. Una vez le escuché estas palabras a Rafael Santana, el excelente técnico del Trujillanos Fútbol Club. “Ese carajito se las trae, si se va de Trujillo, puede ser una estrella en la televisión”.
Pedro eludió agarrar sus maletas para aposentarse en otros lares. Lo envolvió el amor por su tierra, desde aquellos programas de rock que hacía en Turismo, la pasión por la actividad muscular y los últimos años en los pasillos de la sabiduría con Marlene Briceño, Francisco González, EMU, Pedro Frailán, Elvins González, Raúl Díaz Castañeda, entre otros, luchando contra los Molinos de Viento, contra la barbarie que llegó como huracán a la casa de la cultura arropando con nubes negras lo que ha debido ser luz, claridad por los siglos de los siglos.
Adios Pedrito. Sentado frente a la computadora escribiendo esta nota: Escucho tu rugido de victoria. Gooooooool del Trujillanos. Goooolazoo.
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