«- Pa eso nos dió Dios la lengua, amigo, pa decir cosas…Luego la responsabilidá ya es de cada uno».
Arturo Pérez Reverte. Revolución.
Cuando se degrada el lenguaje todo se degrada, pues la palabra pierde su poder de construir y potenciar, y se convierte en sembradora de desconfianza, que es la base del deterioro personal y social.
El político, que por naturaleza es una persona que tiene que hablar mucho, si no posee una excelente formación y una visión clara de su misión, es esclavo de lo que dice, y víctima de su propia inconsistencia. A menos, claro está, que sólo busque el poder para su propio provecho y no para la causa del bien común.
Lo primero que hizo el Socialismo del Siglo XXI fué degradar el lenguaje al nivel cuartelario, luego vino la destrucción de la educación, la prensa, el abuso de los medios de comunicación y todo lo que tuviera que ver con escuchar, leer y escribir.
En esta tarea han sido exitosos, sobre todo en el campo de la política, incluídos muchos de la oposición cuya inconsistencia ha sido notable, con honorables excepciones.
Con el asunto de las primarias, que tomaron relieve desde que se nombró una comisión integrada por gente seria, y se apuntaron algunos candidatos que asumieron el desafío también con seriedad, se puso de manifiesto en ciertos sectores un lenguaje ambiguo y cantinflérico, que denotaba terceras intenciones. De allí el cuidado que debemos tener al escuchar y leer, también al hablar para no alimentar el deterioro.
Hay cosas que se dicen de manera irresponsable, luego se tratan de aclarar y la irresponsabilidad queda más evidente. Por ello hay que saber escuchar y saber leer, que en estos tiempos, como en todo, se nos hace difícil.
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