EL CRISTIANISMO CONDENA LAS DESIGUALDADES | Por: Ernesto Rodríguez

 

Es muy bien conocido que dentro del cristianismo,  la iglesia católica es la iglesia cristiana más numerosa en el planeta con más de 1.329 millones de fieles (véase ‘Cristianismo’ en Wikipedia). En consecuencia, es importante recordar las importantes apreciaciones de varios ‘Padres de la Iglesia’ y ‘Santos’ respecto a las desigualdades sociales.

Comencemos con Clemente de Alejandría (150-215), Padre de la Iglesia que probablemente nació en Atenas. Dijo: “Yo sé que Dios nos ha dado el uso de los bienes, pero solamente lo que es necesario; y Él ha determinado que ese uso sea en común. Es absurdo y desdichado que alguien viva en la opulencia y el lujo, cuando tantos están hambrientos”. Veamos ahora a San Basilio (aprox. 329-379) considerado uno de los más grandes Padres Griegos de la Iglesia, nacido en Cesarea, Capadocia (actualmente Turquía). Dijo: “¿Cuáles cosas, dime, son tuyas? ¿De dónde has traído tus bienes a la vida? Tú eres como el que ocupa un lugar en un teatro, y prohibiría a otros que entren, tratando ese lugar como su propiedad, cuando en realidad fue  diseñado para el uso común de todos. Así son las personas muy adineradas. Debido a que acaparan los bienes comunes, consideran que esos bienes son de su propiedad. Si cada persona tomara eso que es suficiente para sus necesidades, dejando lo que le sobra para esos que están en la desgracia, nadie sería rico, nadie pobre (…) El hombre rico es un ladrón”.

Prosigamos con San Ambrosio (aprox. 339-397), clérigo Romano y Doctor de la Iglesia que nació en Tréveris (Alemania) y dijo: “¿Hasta dónde, ¡Oh ricos! extendéis vuestras insensatas avaricias? ¿Pretendéis ser los únicos habitantes de la Tierra? ¿Por qué expulsáis a vuestros semejantes para que no compartan la naturaleza y pretendéis que todo sea para vosotros? (…) La Naturaleza dio todas las cosas en común para el uso de todos; la usurpación creó los derechos privados. La propiedad no se ha basado en derechos”. Continuemos con San Jerónimo (342-420) asceta cristiano, nacido en Croacia, que dijo: “Todas las riquezas provienen de la inequidad, y solamente cuando uno pierde otro puede ganar. En consecuencia, me parece muy verdadera esa opinión: ‘El hombre rico es injusto, o su heredero es injusto’. La opulencia siempre es el resultado del robo, un robo que si no fue cometido por el actual poseedor de esa opulencia, entonces fue cometido por su predecesor”.

Veamos ahora la apreciación de San Juan Crisóstomo (aprox. 347-407), Padre de la Iglesia nacido en Antioquía, que dijo: “Dime, ¿De dónde proviene tu riqueza? ¿De quién la has recibido? Tú me dirás que de tu abuelo, tú me dirás que de tu padre. ¿Tú serías capaz de demostrar, ascendiendo en tus ancestros, que esa posesión es justa a través de toda la serie de tus generaciones precedentes? El comienzo y raíz de esa riqueza necesariamente se originó en la injusticia (…) La idea que deberíamos tener del rico y el codicioso – es que son verdaderamente como esos atracadores que asaltan en la vía pública y despojan a los transeúntes”. Adicionalmente recordemos a San Agustín (354-430) considerado uno de los más importantes Padres de la Iglesia. Nació en Tagasta (actual Argelia) y dijo: “Los bienes superfluos de los ricos son los que necesitan los pobres. Esos que poseen bienes superfluos, poseen los bienes de otros” (1).

Por otra parte, recordemos el Nuevo Testamento de la Biblia, en el cual, en ‘Hechos de los Apóstoles’, en la sección titulada: ‘La vida de los primeros cristianos’, se dice: “todos los que habían creído estaban juntos,  y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno” (Hechos de los Apóstoles 2: 44 – 45). Un poco más adelante, en la sección titulada: ‘Todas las cosas en común’, se dice: “Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían  heredades o casas, las vendían y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad” (Hechos de los Apóstoles 4: 34 – 35). Luego, en ‘2 Corintios’ se dice: “….para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos,  para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra,  para que haya igualdad” (2 Corintios  8: 14). Resulta demasiado obvio que las primeras comunidades cristianas practicaban un comunismo.

También vamos a recordar al teólogo y filósofo italiano Santo Tomás de Aquino (1225-1274), que elaboró obras que están consideradas como la base doctrinal de la Iglesia Católica Romana…¡Santo Tomás justificaba que los pobres roben a los ricos!…Una de sus principales obras es: ‘Summa Theologiae’ (1266-1273) y vamos a reproducir dos pasajes escogidos : “Respecto al que da, debe notarse que él debería dar lo que tenga en exceso, de acuerdo a lo que se dice en Lucas XI: 41 : “Pero dad limosna de lo que tenéis” (…) Como no es posible que una sola persona alivie las necesidades de todos, nosotros no estamos obligados a aliviar a todos los que tengan necesidad, sino solamente a esos que no recibirían socorro si nosotros no los socorremos. Porque en tales casos se aplican las palabras de Ambrosio “Dale de comer al que muere de hambre: si tú no lo has alimentado, entonces tú lo has asesinado” (‘Summa Theologiae’, II-Parte Segunda, Pregunta 32, Art. 5). Más adelante Santo Tomás dice: “Lo que algunas personas tengan en superabundancia, debe ser, por ley natural, para el propósito de socorrer al pobre. Por esta razón Ambrosio dice, y sus palabras están en los ‘Decretos’: “Es el pan del hombre hambriento el que tú te estás quedando, el vestido del hombre desnudo el que tú has almacenado, el dinero que tú entierras en la tierra es el dinero que puede rescatar y liberar al pobre”. No obstante, en vista de que hay muchos que tienen necesidad, como es imposible poder socorrer a todos con un mismo recurso, cada uno debe hacer lo que pueda con sus propios recursos, de manera que con ellos pueda ayudar a los que están en necesidad. Sin embargo, si la necesidad es tan manifiesta y urgente que se hace evidente que esa necesidad debe ser remediada con cualesquiera medios que estén a la mano (…) entonces es correcto que un hombre resuelva su propia necesidad por medio de la propiedad de otro, y la tome bien sea abiertamente o secretamente; hablando adecuadamente, eso no es robo ni ladronería” (‘Summa Theologiae’, II-Parte Segunda, Pregunta 66, Art. 7).

Ahora vamos a ver las monstruosas desigualdades en el planeta. El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres (nac. 1949 en Portugal), a mediados de julio 2020 denunció la desigualdad en el planeta y declaró: “las 26 personas más ricas del mundo poseen tanta riqueza como la mitad de la población mundial” (2)…¡Pero además durante la pandemia del Covid-19 ha aumentado la desigualdad!…Veamos datos de una reciente publicación en la página web de CNN de fecha 7/12/2021, titulada: ‘Mientras millones cayeron en la pobreza durante la pandemia, la riqueza de los multimillonarios se disparó’ (3). Vamos a citar textualmente algunos párrafos: “El año 2020 los multimillonarios de todo el mundo experimentaron el mayor aumento de su porcentaje de riqueza desde que el ‘World Inequality Lab’ (‘Laboratorio Mundial de la Desigualdad’) comenzó a llevar registros en 1995. Su patrimonio neto creció en más de 3,6 billones de dólares solo en 2020 (…) Al mismo tiempo, la pandemia empujó a unos 100 millones de personas a la pobreza extrema elevando el total mundial a 711 millones en 2021 según una estimación del Banco Mundial (…) El 10 % más rico de la población mundial controla el 76 % de la riqueza mundial en 2021. Por el contrario, el 50 % más pobre solo posee el 2 %. El 40 % medio posee el 22 %. Según el informe, el 1 % más rico acaparó el 38 % del crecimiento de la riqueza mundial entre 1995 y 2021, mientras que el 50 % más pobre solo obtuvo el 2 %”. Es importante informar a la lectora o lector que el estudio lo coordinó Lucas Chancel, codirector del mencionado ‘Laboratorio’, y expertos en el tema de la pobreza como Emmanuel Saez y Gabriel Zucman de la Universidad de California.

Por otro lado, es interesante el caso de George Soros, magnate financiero que nació en Hungría en 1930, nacionalizado estadounidense. Su especialidad es la especulación financiera y el 16 de septiembre de 1992 se hizo famoso porque ese día ganó mil millones de dólares y quebró al Banco de Inglaterra, lo cual ocasionó pérdidas al Estado Británico de 3.400 millones de libras esterlinas (Wikipedia). En el año 2015 la organización Forbes calculó la fortuna de Soros en 24.200 millones de dólares. Pero al menos Soros tiene la decencia de reconocer que los mercados financieros de ninguna manera buscan el bienestar de la sociedad. En una entrevista con Mark Shapiro el 5 de septiembre del año 2.000 Soros señaló que: “los mercados financieros están diseñados para permitir que los individuos busquen sus beneficios privados (…) los mercados financieros no están diseñados para tener en cuenta las necesidades sociales” (Wikiquote).

El caso de Elon Musk (nac. 1971) es digno de referir. Es un  empresario y magnate sudafricano, nacionalizado canadiense y estadounidense. Tiene más riqueza que la mayoría de los países de América Latina, y recientemente (escribo el 10/12/21) se calcula que tiene una fortuna de unos 315.000 millones de dólares (4)… ¡En un solo día ganó 25.000 millones de dólares!!! (5)…David Beasley, del ‘Programa Mundial de Alimentos’ de la ONU propuso que Musk donara unos 6.000 millones de dólares para aliviar el hambre de unas 42 millones de personas. Tal suma solamente equivaldría al 2 % de la riqueza neta de Musk, pero éste último se negó (6).

Actualmente es pertinente considerar lo que plantea el joven economista francés Thomas Piketty (nac. 1971). En el año 2013 publicó su famosa obra: ‘Capital en el Siglo XXI’, que causó mucho revuelo porque critica duramente la creciente concentración de la riqueza en pocas personas. Pero luego Piketty publicó otra obra titulada: ‘Capital e Ideología’ (septiembre 2019) en la cual propone pechar las grandes fortunas de los supermillonarios con un 90 % de impuesto, lo cual permitiría una redistribución de la riqueza, de tal manera que toda persona que cumpla 25 años recibiría automáticamente unos 120.000 euros (132.000 dólares) (7).

Por supuesto, es muy distinto el caso de un ciudadano que acumule algo de riqueza después de trabajar durante años, y el caso  de los multimillonarios en el planeta, que han acumulado riquezas de decenas o centenares de miles de millones de dólares. Lo que plantea Piketty es aplicar ese impuesto al segundo tipo de casos.

Además, la equidad en la distribución de la riqueza es importante para la felicidad. El autor alemán Stefan Klein (nac. 1965) en su obra ‘La Ciencia de la Felicidad’ (2006) refiere evidencias de que cuanto mayor es la equidad en la distribución de la riqueza, mayor es la felicidad de las personas (Cap. 15). Asimismo el astrofísico y divulgador científico estadounidense Timothy Ferris (nac. 1944), en su obra ‘La Ciencia de la Libertad’ (2010), señala que los habitantes de naciones que tienen gobiernos socialistas democráticos como Islandia, Holanda, Finlandia, Dinamarca y Suecia, manifiestan un elevado grado de felicidad porque tienen una equidad en la distribución de la riqueza mucho mayor que otras naciones (Cap. 8). Adicionalmente, los psicólogos darwinistas canadienses Martin Daly (nac. 1944) y Margo Wilson (1942-2009) descubrieron que cuanto mayor sea la inequidad social de ingresos económicos en una sociedad, mayor será la tasa de homicidios (8).

En fin, la mayoría de la población en el planeta debería poner remedio a estas aberrantes desigualdades. NOTAS: (1) Estas citas las he tomado de Pags. 256-257 en Upton Sinclair (1963, revised edition 1996) ‘The Cry for Justice’. Barricade Books. (2) Noticiero Digital 18/07/2020 (3) Tami Luhby, pag. Web de CNN, 7/12/2021 (4) CNN, 1/11/2021 (5) CNN, 11/03/2021 (6) CNN, 26/10/2021 (7) El País, 24/11/2019 (8) Daly M., Wilson M. and Vasdev S. (2001) ‘Income inequality and homicide rates in Canada and the United States’. Canadian Journal of Criminology, 43, pp. 219-236.

ernestorodri49@gmail.com

 

 

 

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