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El coronel Sandalio Ruz, brindó y bailó en la fiesta de la Bella, 1907 | Por Oswaldo Manrique

Sentido de Historia

por Oswaldo Manrique
13/07/2025
Reading Time: 11 mins read
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Arreglándose el nudo de su corbatín, al Coronel Sandalio, se le pudo escuchar:

–         Qué mañana, muchachos! Parece que hasta el Siete Colores  se ha vestido con sus mejores nubes para este día. Bella, ¡estás más bonita que la Quebrada de la Guadalupe en el pueblo!

–         ¡Ay, Taita! ¡Qué cosas dice! Con mucho nervios, pero feliz. Le respondió la hija, mientras “Toñita” la madre le acomoda el velo y le dice al oído:

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–         Y como Dios manda, por el civil y por la iglesia. Juan Pablo uno de los hermanos, le entrega un pequeño ramillete de flores silvestres a Bella.

–         Tranquila, hermana. Hoy todo saldrá perfecto. Y usted, Taita  ¿ya tiene listo sus palabras para el brindis?  El viejo y fatigado Coronel, sonriendo con picardía, responde:

– ¿Palabras Juan Pablo? mis palabras están aquí en el corazón. Y tantico brandy y michito para levantar el ánimo de todos. ¡Pero vámonos,  a cumplir con la ley y con Dios!

Anselma una de las hermanas mayores, muy alegre y emocionada:

–         ¡Papá, apúrese pues! ¡Ya están listas las bestias! ¡Quiero aguaitar a Bella casándose ya!  El Coronel Sandalio Ruz, con cara de orgullo, abrazó a sus hijas Ygnaciana la mayor, Anselma y Guillermina Ruz Carrizo, las damas de honor, y les dijo:

–         ¡Vamos, pues! Que la fiesta nos espera. Hoy Sandalio Ruz no solo marcha, ¡sino que baila! Y que se prepare el pueblo, ¡porque esta boda será para recordar!

Lo vieron salir de “La Cañada” más temprano que de costumbre, sin su escolta personal, pero armado, montado en mula, rumbo a La Puerta, para la boda civil y eclesiástica. Esa vez, iba con Carmelo, José del Carmen, Pedro, Juan Pablo y el menor Nicolás Ruz Carrizo, sus hijos, éste último, cerró el falso de entrada. “Toñita” Carrizo salió con el resto de la familia. Bella iba en una yegua mansa, bien aperada en una silla de viaje.

Dejaban “la casa de los túneles» y de blancos tapiales que había construido el Coronel, cuando se enfrentó con su hermano Eulalio, por lo del reprochable despojo de tierras de los indígenas de La Puerta, en 1891.

Fue extraño, porque cuando salía el Coronel a caballo y escoltado, el rumor en la comarca, que se reproducía hasta en los despachos oficiales del mismo Trujillo, era que volvía al vic vac, a la denominada “Revolución de Sandalio”, y en consecuencia, a alguien le iban a pasar factura.

Esa mañana transmontó La Mocotí y el Portachuelo y pasó por La Maraquita, donde se le unió Mitrídates Volcanes, su leal lugarteniente, acompañado del “Mocho” Fidel Rivas y Juan Torres. Era una larga recua que cargaba lentamente a los Ruz Moreno. Evadió recorrer sus patios y potreros de labores. Eran tiempos en los que en asuntos de tierra, los linderos y estantillos eran resueltos con la mirada del Coronel, y los alambres y cercas, eran su machete y revolver. En Los Aposentos iba a darse la celebración.

Muchos años transcurrieron en los que su pensamiento se mudaba a los hechos desastrosos de “El Burrero”, en su Revolución contra la “Gonzalera»,  cuando estos le saquearon sus tierras. Le tocó con su tropa andar en marchas indetenibles, buscando por los pueblos lejanos a los “fantasmeaos” liberales.

Atrás quedaron los tiempos de campales, cuando para concluir la jornada, y aunque le sacaran las banderas blancas, él y su tropa a la carga,  gritaba con el machete en la mano: – ¡Yo no vine a rendir, yo vine a mermar! eran las lapidarias palabras del Coronel, que se cruzaban aéreas en el horizonte infinito de la Sierra de La Culata.

 

 

El extraordinario enlace civil, en el pueblo de los amancebados

 

 

El coronel Sandalio Ruz, uno de los más respetados y temidos caudillos trujillanos, pasó con la comitiva familiar por la hacienda San Isidro, vadearon Comboquito, llegaron a la Plaza de La Puerta; bajó de su caballo, ataviado con su traje dominguero de casimir, corbatín marrón, su sombrero pelo e’ guama negro, polainas de cuero y espuelas, entró acompañado de sus hijos la Bella y el menor Nicolás. Llegaron a la vieja Casa Municipal, en la Calle de Abajo, hoy Páez, donde el Jefe Civil José María Ojeda, lo estaba esperando. Ojeda, recién había sustituido en el cargo a Francisco Montilla, que era de Sabana Libre. “Toñita” y el Coronel, autorizaron a Bella Herminia para casarse, quien tenía 19 años.

La ceremonia civil, fue el 31 de enero de 1907, a las 6 de la tarde.  El trayecto en bestia  hasta La Puerta, se hacía en hora y media, esa era la tardanza. El contrayente José Ignacio Abreu no tenía muchas letras ni sabía firmar, pero sí era un hombre de agricultura y negocios, de compromiso, de palabra, porque bajo esos principios lo criaron sus padres José María Abreu y principalmente su madre Candelaria Salas, pero además, su familia pertenecía a la parentela del Coronel. Así pudo enamorar a Bella Herminia, de delgada y graciosa figura, de tez blanca, ojos vivaces, cabellos rubios, de sonrisa fresca, quien siempre andaba de humor festivo, caritativa y de mucha solidaridad social, le venia en los genes.

Para este año de 1907, el concubinato de los “Ponchos” y “Lagartijas” trujillanos del siglo anterior, por obra de la Revolución Liberal Restauradora de Castro y Gómez, se convirtió en maridaje. Los Araujos y Baptisteros conservadores y la “Gonzalera” liberal enemigos acérrimos del Coronel, consiguieron cobijo y regazo, bajo el nuevo régimen político. Sandalio, antes que ir a un cargo de gobierno, prefirió dedicarse a sus actividades privadas, lo que sólo alteró, en 1914, cuando el dictador desplegó la rebatiña de las concesiones petroleras y mineras, que fueron a parar a corporaciones y países imperialistas.

El santo sacramento del matrimonio para las parentelas de los Ruz, personas sumamente católicas, constituía un compromiso y juramento irrenunciable, que se renovaba todos los días; en esas parejas, no hay deslealtad ni infidelidad, algo así como, la emulación del sol y la luna, es para siempre. El que traiciona ese juramento, aunque supersticioso, se le viene encima la desgracia, el sufrimiento, castigado con la indiferencia, la pérdida de sus tierras, de las cosechas y animales, y hasta se cunden de enfermedades.

Ese día hubo una hermosa claridad en toda La Puerta. Los vientos de la Sierra de La Culata, soplaban suavemente de un lado a otro, mientras tenues y sencillas neblinas paseaban en el cielo. El tributo esa noche le tocó a Bella, según el ritual católico oró: Señor mío, / no es por vicio ni por fornicio/ que te ofrezco este santo sacrificio.

 

 

Un enlace eclesiástico en donde muy poco iba el cura y nadie se casaba

 

 

A la mañana siguiente, todos acudieron al viejo y abandonado Templo de San Pablo Apóstol de La Puerta, para la ceremonia religiosa. El 1° de febrero de 1907, el cura párroco presbítero Juan Carrasquero, a quien se le veía poco la cara por La Puerta o cuando mucho, cada tercer domingo, vivía en Escuque, ese día estuvo puntual, a la hora fijada, y expresaba cierta preocupación ante el Sacristán y los monaguillos, cuando supo que había llegado el temido Coronel.

Bella Herminia, orgullosa, rozagante, en la edad primaveral, totalmente vestida de blanco, entró a la nave central, del brazo de Sandalio, a su lado izquierdo, hasta el altar. La esperaba con cierto nerviosismo José Ignacio Abreu, el novio, con cierto número de años encima. La joven,  pertenecía a una de las más antiguas y respetadas familias de la Sierra de La Culata, con cierto señorío colonial, al parecer de la estirpe compleja y andaluza del mismo José Domingo Ruz, el ilustre diputado marabino de las Cortes de Cadiz;  caracterizándose esta novia, como gente de revoluciones y alzamientos armados, era la hermosa hija del legendario coronel José Sandalio Ruz Moreno. Por eso, la boda, era la noticia y  el comentario de los habitantes de la comarca y de las poblaciones circunvecinas.

Bella Herminia, aun arrodillada ante el altar, volteaba a verle la cara de orgullo al «Taita», robusto y con 53 años de edad, el legendario jefe de las montoneras de la Sierra de La Culata; aprovechando orar para que nunca más volviera a la guerra, pero siempre estaba latente su sospecha.

Al concluir la ceremonia, de acuerdo a la pragmática de matrimonios, los recién casados, padrinos, familiares y sus acompañantes, todos, abandonaron el templo y emprendieron la marcha de una o dos horas a caballo o mula, hasta el casona blanca de los Ruz, en Los Aposentos, donde los esperaba el almuerzo y la fiesta. Al padre Carrasquero, se  le quitó el nerviosismo y la preocupación.

Más tarde, en la fiesta, el Coronel Sandalio se convertirá en el alma de la celebración, brindando con alegría y bailando al son de la música andina hasta el amanecer.

 

 

El guateque en “la casona materna de los Ruz”, en Los Aposentos

 

 

– ¡Ajumele, ajumele Chanita que ay vienen los novios! Fueron las preocupadas y resonantes palabras de María del Cristo, que en eso sí tenía mando y se quedó atendiendo todo lo relacionado con el fiestón, largo fiestón en la casa grande del andaluz Ysidoro Ruz, en «Los Aposentos».

– ¡Umnhuum!  Como si no fuera con ella, Chanita iba poco a poco del fogón de la cocina, donde preparaban rumas de arepas, pasteles, café, chocolate y jugos, al otro fogón detrás del patio, donde le tocó lidiar con  la sopa de alverjas, los guisaos de ovejo, el de costilla de res con gallina, papas y leche con burusas de queso y yemas, en las grandes olletas de la tropa, que había traído Mitrídates para la ocasión. La ternera se asaría en la tardonona.

A alguno se le ocurrirá preguntar  ¿por qué los Ruz, realizaban las bodas de sus hijos, parientes, compadres, ahijados, parceleros, arrendatarios, aconchabados y peones,  en las montañas de Los Aposentos o de Altamira de Garabulla?  Basta acercarse a estos lugares para sentir en el cuerpo, la fuerza sagrada y energética que expiden aquellos sitios. Fue allí, donde se hizo la celebración de familia.

Del enorme caserón de los Ruz, en la actualidad sólo quedan ruinas de sus robustos tapiales, por el saqueo del tiempo y de los buscadores de botijas y  entierros. Su línea arquitectónica es propia del gusto de una familia de salero Al Andaluz tradicional, recinto de descanso, como  su topónimo “Los Aposentos”, y de secretos de hechos inimaginables, que forman parte de la historia local. El patio central, de secado, cuentas, negocios, intercambios, de noticias y de reuniones conspirativas, de arrieros y de descanso, negociar y retomar el camino a Timotes, Mérida,  Barinas o hasta el mismo lago de Maracaibo. Era este el lugar, donde se discutía y tomaban las más frías decisiones en cuanto al vic vac de las revueltas de los caudillos de la Sierra de La Culata.

El festejo matrimonial de la Bella de los Ruz Carrizo, su preciada joya, su adorada hija, estuvo lleno de conversas, historias, leyendas, chistes, cuentos, relatos de picardías, secretos sólo depositados en la memoria colectiva de los páramos. Se apersonaron  Francisco Javier y Ricardo Ruz, hermanos del Coronel, hacendados, políticos, guerrilleros, vecinos y los infaltables aparecidos que se reunieron improvisadamente en el solar central  de la estancia,  alegando de lo lindo, mientras llegaban los recién casados.  Las bebidas sólo correrían cuando estuviera la pareja, por lo que seguían a la expectativa.

En el guateque, en la casona de los Ruz, se les vio la cara a varios invitados principales como José Antonio González, Cesareo Parra, Don Domingo Antonio González, don Ezequiel Salazar, por supuesto, José María Ojeda y su secretario Pedro González. También disfrutaron ese día,  porque habían abandonado sus barbechos y se llegaron a Los Aposentos,  los Ribera, Moreno, Rivas, Zurbarán, Malpica, Moreno, Abreu, Rivero, y los González, que eran las respetadas parentelas, con o sin morocotas, de la familia Ruz Carrizo.  Los hermanos y hermanas de Bella,  de un lado a otro, atendiendo a los invitados, otro tanto hacía, el leal Mitrídates Volcanes y alguno de los “Zarcilleros” del lago.

De entre las montañas del Páramo de las Siete Lagunas, de Pan de Azúcar, la Media Loma, Loma de la Caja, el Censo, La Cordillera, de los lados de Jajó y Pueblo Llano, del mismo Timotes y Tabay, iban llegando por esos angostos caminos, con o sin cotizas, con sus sombreros jalados, de fibra verde o amarilla, con calzones y franela, lo más representativo de la tropa del Coronel, junto a sus mujeres, emperifolladas con camisones de colores. Iban a disfrutar del baile y la novilla. Así eran y fueron las cosas.

Don José Ignacio Abreu, el joven contrayente, conocido al transcurrir de los años, como Don “Nacho” Abreu, la historiografía de los hacendados, lo incluye en la lista de los “patriarcas” de La Puerta.

A nadie se le ocurriría pensar que las palabras del primer brindis de la boda, no las dijera el “Taita” Sandalio. Por supuesto, el siguiente brindis, lo dio Nicolás, el hermano menor de la novia y Encarnación Abreu hermano del  novio, porque fueron los testigos del matrimonio. Después del baile del esposo con la recién casada, el Coronel bailó con ésta, como era la costumbre y el convencionalismo social.

Estaban en una fiesta campesina, con novilla asada y los mesones repletos de platos de comida, dulces, frutas y bebidas, las caras aburridas de los “ilustres y patriarcas” del pueblo, se confundía con la alegría franca de los familiares que asistieron  en grupo, para no perderse uno de los pocos y escasos casorios de La Puerta, en aquellos tiempos. No quedaron fotografías, lo que sí se sabe es que fue uno de los enlaces sociales más importantes en la historia de la comarca.

El lugar se abrumó de alegría, música, conversas, bailes, comidas, tragos. Ricardo Ruz comentaba pícaramente algunas situaciones con  don Domingo González. José María Ojeda, charlaba animadamente con el cura Carrasquero. Los jóvenes recién casados se alternaban para sentarse y conversar con los invitados. Mitrídates,  Juan Torres y el “Mocho” Fidel Rivas de La Maraquita y otros guerrilleros, reían las peripecias que contaban del Coronel.

El Jefe Civil  Ojeda, al parecer, quiso aprovechar que estaba cerca del Coronel, para tener una conversa larga, y este le diría que para después. Ojeda, que recién había sustituido a Francisco Montilla en el cargo, y conocía solo lo que se comentaba del Coronel, le reconvino:

–       Por lo visto usted cree que una boda es más importante que las razones  políticas. El legendario Sandalio Ruz, le respondió: – Como será mi Bella, tan preciada e importante para mí y mi Toñita, que supera esas  razones, y por eso estamos aquí  ¿no le parece? Hasta ahí, llegó la conversación.

 

 

*

 

 

Las sospechas de la Bella, se hicieron realidad, en el año 1914, en dicho año, su padre vuelve a levantarse en armas, esta vez, contra un enemigo peligroso y de  mayor poderío armado: Juan Vicente Gómez.  Después del fracaso de los varones de La Culata, en el levantamiento contra Gómez, siguieron tres años de terror, saqueos y persecuciones. Sandalio, logró por intercesión de su hermano Ricardo, quien era “gomero”, y del cura Buenaventura Vivas, de Timotes,  resolver su situación con el gobierno, y pudo volver a sus actividades privadas, no ocurrió así  con otros caudillos, involucrados en la conspiración, como el coronel Américo Burelli, el general Masini y el general Araujo, quienes fueron a parar a las mazmorras del Castillo San Carlos, en el Zulia.  Cuando resolvió su problema con Gómez, desde esa vez, se comentó que el «Taita» Sandalio, había cedido ante los nuevos tiempos, nuevos procedimientos y las nuevas realidades.

Como parte de nuestra investigación documental, compartimos el acta de matrimonio de María Bella Herminia Ruz Carrizo y José Ignacio Abreu, de la que pueden ustedes sacar otros datos interesantes, de los personajes.

<<Hoy a las seis de la tarde del día treinta y uno de enero de mil novecientos siete constituidos en la Casa Municipal, José María Ojeda jefe civil de este Municipio y su Secretario Autorizado por el ciudadano Presidente del Y Consejo Municipal del Distrito Valera y de conformidad con el artículo 104 del Código Civil vigente compareció José Ygnacio Abreu de estado soltero de profesión agricultor natural y vecino de este Municipio e hijo legítimo de José María Abreu finado y Candelaria Salas natural y vecina de este Municipio profesión agricultora y compareció también María Bella Herminia Ruz, de estado soltera de diez y nueve años de edad de profesión u ocupación las del sexo, natural y vecina de este Municipio e hija legítima de José Sandalio Ruz y María Antonia Carrizo natural y vecinos de este Municipio de profesión agricultores. Con el fin de selebrar el matrimonio que tienen convenido y siendo suficientes los Documentos producidos para proceder al acto. El Secretario dio lectura de la sección décima tercera de la Ley de Matrimonio Civil que establece los derechos y deberes recíprocos entre los cónyuges…Testigos presenciales Francisco Vicente Rivas y Ricardo Andrade… A ruego del contrayente por no saber José A. González. La contrayente María Bella Herminia. Testigos Nicolás Ruz. Encarnación Abreu. El Jefe Civil José María Ojeda. Pedro Y. González Secretario>> (Registro Civil Parroquial de La Puerta). 

Comparto este evento social, porque encierra un mensaje sencillo de autenticidad parameña, es la historia de estas vivencias y tradiciones, espiritualidad y gastronomía  del tiempo y de las desconocidas circunstancias que rodearon la vida de este legendario guerrillero puertense, de finales del siglo XIX y de las primeras décadas del XX, el coronel José Sandalio Ruz Moreno.

 

 

 

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