Nació el 21 de octubre de 1935 en Valera y falleció en Caracas el 30 de abril de 1984; sus primeros años transcurrieron en un sector popular a orillas de la avenida El Cementerio, en la vía a Escuque. Allí nació el conocido poema Nuestra señora de los pericos, dedicado a un personaje del lugar.
Al poco tiempo su familia se traslada a San Juan de Los Morros, estado Guárico, donde vive parte de su adolescencia, luego radica en Caracas e ingresa a la UCV; donde se gradúa de sociólogo en 1961. Víctor Valera Mora inicia su carrera literaria con el libro La canción del soldado justo, aparecido también en 1961, donde se revela como un poeta con un lenguaje incendiario, contestatario que cuestiona el stablishment.
Por esos días funda con otros poetas, Caupolicán Ovalles, Angel Eduardo Acevedo y Luis Camilo Guevara, el grupo literario La pandilla de Lautreamont; organizan eventos e intervienen en recitales. Es contratado por la dirección de cultura de la ULA, en Mérida donde publica en 1971, su famoso poemario Amanecí de bala, que es un himno al inconformismo, un canto a la rebeldía; incluido en el texto destaca el poema Nombres propios célebre, por su contundencia y lirismo.
Luego el Chino Valera Mora publica en 1972 Con un Pie en el estribo, que escribe en Roma, Italia, a donde arriba invitado por un hermano; posteriormente edita 70 poemas stalinistas, poemario en el que critica el burocratismo soviético. En sus libros el Chino Valera enmuralla la poesía con su militancia y compromiso político, pero lo hace con un lirismo intenso e irrepetible. Hay quienes afirman que si el Chino Valera Mora estuviese vivo sería bien crítico del actual régimen, pues, se consideraría °traicionado en sus ideales revolucionarios°.
Aunque al Chino le podrían endilgar de desarraigado, de desvincularse de su ciudad, debemos reivindicar que en su obra poética existen textos memorables dedicados a su comarca, como el ya referido Nuestra señora de los pericos que nos permitimos transcribir,
°Por un viejo camino de piedras se llega a la Mata. Entre Valera y Sabana Libre está el punto. En La Mata vivía una señora sola y extraña y su casa era una casa con huerto y gallinero y una jaula de pericos. Ella no podía vivir sin sus pericos Los sábados de madrugada bajaba con su canasta de huevos y hortalizas para venderlos en el mercado de Valera Su paso por la calle Córdoba era un asombro. Ella no podía vivir sin sus pericos. Antes de salir de su casa en dos taparas agujereadas metía a los pericos y cada tapara era una teta suya. Los sábados uno de nosotros tenía que vigilar su llegada por la vía del Cementerio, cuando la noche era casi día y vista de lejos a quien le tocaba vigilar corría por todo el barrio llamando a gritos de puerta en puerta Levántese, levántese que viene la vieja de los pericos. Entonces nos levantábamos y por las rendijas de las ventanas la veíamos pasar con su sombrero alado y su vestido de flores y su cesta y su dignidad y un gran escándalo en el pecho°