En 92 años mucha historia se escribe. El retrato de Carabobo, Venezuela y el mundo está impreso en las páginas que ya no circulan y en los caracteres de un portal que cada día se reinventa. El Carabobeño es una demostración de resiliencia, de reinvención y de lucha por defender la libertad de expresión y el derecho de los usuarios a contar con información veraz, innovadora, verificada, aún en ambientes hostiles, de mucho riesgo.
El 1 de septiembre de 1933 Eladio Alemán Sucre emprendió una difícil tarea. Concretar su sueño de tener un medio de comunicación asentado en Carabobo pero con impacto en la región central del país no fue tarea fácil a causa de la dictadura de Juan Vicente Gómez. La cárcel y el exilio fueron las primera agresiones, que superó con éxito.
En la librería París en América se imprimieron, hasta 1948, las cuatro páginas en formato de un octavo que daban forma a la edición impresa diaria. En el edificio Ayacucho, en la avenida Urdaneta de Valencia, continuó la historia. En 1955, gracias a una imprenta de mayor capacidad, comenzaron a imprimirse 20 páginas en tamaño estándar.
Innovación y tecnología
1976 fue el año del inicio de una nueva transformación. Guiado por el subdirector, Eduardo Alemán Pérez, El Carabobeño pasó a ser uno de los diarios con la infraestructura más moderna del país. El cambio comenzó a gestarse en su sede en la avenida Soublette, siempre en el centro de Valencia.
Los procesos electrónicos fueron perfeccionados en la sede actual, en la avenida Universidad de la urbanización La Granja, en Naguanagua. Esta fue inaugurada en 1997 por el presidente de la República, Rafael Caldera.
Fue una etapa de crecimiento y de expansión, que se vio truncada en el año 2016, cuando producto de la censura del gobierno de Nicolás Maduro, la edición impresa dejó de circular. Fueron las presiones del gobernador Francisco Ameliach y del Complejo Editorial Alfredo Maneiro, la empresa monopólica creada en el gobierno de Hugo Chávez para atentar contra los medios de comunicación de línea independiente, las que propiciaron el cierre. La intención, evitar que la información llegara a los hogares.
De la tinta al clic
Pero lejos de desaparecer, El Carabobeño resurgió con más bríos. Su portal web es hoy uno de los más respetados y leídos entre los medios de comunicación regionales en el país. El Carabobeño ha sabido adaptarse, manteniendo su identidad editorial mientras abraza las herramientas del presente. Desde la tinta hasta el clic, sigue siendo el puente entre la noticia y el ciudadano.
El objetivo de callarlo no se logró ni con el bloqueo impuesto al portal desde el gobierno en noviembre de 2023. Fue una prueba superada. Con el impulso de sus redes sociales y un equipo empeñado en mantenerlo como espacio en el que tengan cabida todas las tendencias, y no solo la oficialista, el medio sigue adelante.
En estos nuevos tiempos se perfilan nuevas tareas. Creatividad, inventiva, veracidad y valentía sustentarán las innovaciones previstas, que estarán dirigidas a usuarios y anunciantes. En El Carabobeño se mantiene el empeño por avanzar, es parte de la resiliencia que lo ha caracterizado durante estos 92 años. No es solo un medio de comunicación, es una memoria viva que ha sabido adaptarse a las nuevas tecnologías sin renunciar a su esencia. Hoy celebramos el legado que une generaciones.
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