Llegó el 2018 y la incertidumbre por el candidato opositor a la silla de Miraflores aumenta. La sociedad civil debe mostrar sus opciones, que las tiene. Algunos importantes sectores sociales se sienten con capacidad y fuerza como para poder articular alternativas en ese sentido. La situación política actual se enfrenta a múltiples respuestas que conectan con la imagen deteriorada de los dirigentes políticos tradicionales. Las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación y el desarrollo de la sociedad red dan poder a nuevos actores que compiten contra unas maquinarias envejecidas y mohosas, fundamentalmente ocupadas en luchas intestinas.
Los dirigentes opositores lucen cada día más confundidos y como ensayo, asoman la posibilidad de realizar unas elecciones primarias, a sabiendas de que, si el candidato opositor es escogido, de entre ellos, tendrá plomo en el ala y el fracaso estará cantado de antemano. Para bien o para mal, el pueblo no tiene confianza en la dirigencia política tradicional por lo que urge buscar una alternativa que aglutine a la mayoría y que además sea capaz de tomar en cuenta a los dirigentes opositores creíbles, quedan pocos, pero los hay. De lo contrario, estaremos abonando el terreno para que el poder permanezca, otros seis años, en manos de la máquina de fabricar ruinas.
“Quien quiera que sea el primero en arribar al campo de batalla y aguarde la llegada del enemigo estará fresco para la lucha. Quien quiera que llegue de último tendrá que apresurarse para entrar en combate y estará exhausto”, esto lo dijo Sun Tzu, en “El Arte de la Guerra”. Parece que el gobierno tiene bien claro este precepto, ya que, apresuradamente designó a dedo a su candidato; al mundo opositor, MUD y otros factores, le corresponde ahora hacer lo propio, en el menor tiempo posible. El sabio chino también recomendaba que los mejores hombres debieran ser quienes condujeran los destinos de un país. En América Latina hay varios ejemplos de gerentes exitosos en su vida profesional que han saltado a la política para llevar las riendas de su país.
Por estos días, Mark Zuckerberg, el creador de Facebook, es la comidilla de todos los días en Washington. Analistas políticos sostienen que es la fija de los demócratas para enfrentar a Donald Trump en las próximas elecciones. El líder empresarial tiene un equipo de compaña integrado por asesores que trabajaron para Barack Obama, Hillary Clinton y George Bush, hijo. El joven empresario se reúne con líderes mundiales y con las sociedades organizadas. A tres años de las elecciones los sondeos de opinión lo empatan con el actual mandatario norteamericano. A Zuckerberg no le apasiona el dinero, es un gerente exitoso y la nación norteamericana lo respeta, por ahora no sabe nada de política pero goza de gran popularidad entre los jóvenes estadounidenses, ya que resuelve ejecutivamente los problemas, algo que otros no han logrado hacer.
Los países involucrados en la Segunda Guerra Mundial ganaron la contienda con los mejores generales al frente de batalla. Ninguno de ellos se quedó viendo los toros desde la barrera cuando su país lo necesitaba. Todos los escenarios le eran favorables a los tiranos que pretendían quedarse con el mundo, pero nadie se rindió y en posición desventajosa los mejores hombres de los ejércitos salieron a enfrentarlos, con valentía y decisión desmontaron una estructura que, en el papel, lucía invencible.
Para los venezolanos también ha llegado el momento de las grandes decisiones, el sentimiento popular lo exuda, las encuestas lo confirman, todos los escenarios son favorables para que se consolide una candidatura opositora distinta a las que tradicionalmente han estado en el tapete. Una vieja conseja muy presente en nuestro país reza que, quien se mete a redentor, muere crucificado. Para culminar esta reflexión me gustaría plantear una pregunta, sin destinatario conocido, por supuesto ¿estarían dispuestos los actores no tradicionales a arriesgar su patrimonio personal y moral poniendo sus servicios a disposición del país entero? ¡Más temprano que tarde lo sabremos! El laureado humorista mexicano, Cantinflas, hacía una paráfrasis de su lenguaje enrevesado diciendo: La peor decisión que se puede tomar, es decidir no tomar ninguna decisión o demorarla eternamente.
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