Es cierto que no bastan las elecciones para que pueda decirse que hay democracia, pero también lo es que sin elecciones libres no puede haber democracia.
Es verdad que dilucidar nuestras diferencias en una votación no significará que la crisis nacional, cada vez más profunda y ancha, haya sido resuelta pero ¿quién puede dudar que un proceso electoral respetuoso de los derechos de todos y respetable, abriría el camino para la reconstrucción de la comunidad política venezolana? Esta y no otra es la enorme y decisiva tarea, tan paciente como exigente, de elaborar en condiciones cada vez mejores el tejido de cultura cívica e instituciones que nos hace falta para vivir y progresar en paz y libertad, sin exclusiones, sin divisiones innecesarias y sin discriminaciones.
Tarde o temprano, antes, durante o después del cambio político que el país aguarda, necesitaremos unas elecciones libres, limpias, efectivamente competitivas y cuyos resultados sean reconocidos por todos los actores políticos del país y por la comunidad internacional.
Me cuento entre quienes depositaron grandes esperanzas en el proceso de Oslo-Barbados e insistí en que no debíamos desaprovechar la oportunidad que representaba. Mi argumentación pública iba dirigida tanto a quienes trabajan por un cambio, para que nunca desesperen ni cedan al griterío de un grupo pequeño y ruidoso, como al sector en el poder, para que no se engañaran con espejismos propagandísticos diseñados para disimular su situación, cuya gravedad no deja mucho margen para la exageración.
Una elección libre, respetuosa y respetable nacional e internacionalmente ofrece una ruta razonable. Se sabe que hablaron de eso en la negociación que acabó sin conclusiones, lo cual no celebro, pero al día siguiente desde la Casa Amarilla y en cadena nacional, el Gobierno junto a un grupo de partidos anunció un compromiso que nos dice que la esperanza de la salida política no está cancelada y que se concibe como escenario para ella a la Asamblea Nacional.
Sin representantes de la mayoría parlamentaria se afirmó la decisión de reincorporarse a la Asamblea los diputados del Psuv y aliados, como ocurrió, así como “Atender con la prontitud y urgencia del caso, la nueva conformación del CNE y las garantías electorales que deben acompañar los procesos de votación”. Otros asuntos de importancia se incluyen en el documento suscrito. Juan Guaidó y la AN deben dar los pasos que les corresponden.