“el desear vivir alimenta el buen vivir, el buen vivir alimenta el desear vivir. Uno y otro, juntos, abren el camino de la esperanza”
Stéphane Hessel nació en Berlín el año 1917, pero desde los siete años vivió en París; apenas cuatro años después en 1921 nació en París Edgar Morín; de modo que ambos son con-temporáneos y co-terráneos, lo que les coloca a cada uno con su propio paso en el escenario donde realizar la aventura de la existencia de la propia vida.
La infancia de Hessel transcurre en un ambiente familiar de ocupación intelectual que le permitió participar con el entorno de la vanguardia parisina (compartió entre otros con el escultor estadounidense Alexander Calder, de quien algunos hemos oímos hablar y admirar cuando conocemos el extraordinario elemento escultórico y mágico tecno-acústico que constituyen “las nubes de Calder” en el techo del Aula Magna de la UCV, diseñada por nuestro Arquitecto Raúl Villanueva, también nacido en París hijo de un diplomático venezolano y de una francesa, quien se vino a Venezuela, su país, para sembrar una fecunda obra de alto valor arquitectónico y significación humanista).
En 1939, cuando Hessel iniciaba sus estudios en la Escuela Normal Superior de París donde llegó a ser marcado en su pensamiento por su condiscípulo mayor J.P. Sartre, fue movilizado por el ejército francés. Frente a la entrega de la soberanía de su país por el traidor Petaín y la ocupación nazi, en marzo de 1941 se une a la Resistencia; apresado por la Gestapo en julio del año 44, es torturado y trasladado prisionero al campo de Buchenwald en Alemania, donde pudo escapar de la muerte suplantando su identidad por la de otro prisionero francés que había muerto por tifus en ese campo. En su nueva identidad con profesión de fresador le trasladan a otro campo desde donde logra escapar; recapturado se le asigna en un batallón disciplinario donde escapa definitivamente hasta lograr reunirse con los aliados y retornar para el reencuentro a la liberada París y a su esposa Vitia con quien procreará sus tres hijos, dos varones y una niña. ¡Una vida con aventuras de película!.
“Esta vida restituida había que comprometerla” escribe en sus memorias “Baile con el siglo”, publicadas en 1997. Durante el año 1946, superadas las pruebas para su ingreso en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Hessel se convierte en diplomático asignado en la recién creada Organización de las Naciones Unidas; allí, en la condición de secretario de Gabinete del Subsecretario General Adjunto. entra -como el miembro más joven-, en el grupo de notables que integran la comisión encargada de elaborar lo que será la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada el 10 de Diciembre de 1948 por la III Asamblea General de las Naciones Unidas reunidos en París. Muy importante documento hacia la convivencia humana del cual destaco aquí su artículo primero, donde se declara “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Los valores expresados en esa Declaración se deben mucho a la reacción universal contra el totalitarismo, el nazismo y el fascismo; sin embargo, entre los estados vencedores “no todos tenían la intención de promoverlos con lealtad” nos expresa Hessel.
Su vida diplomática continuó en la representación de su país en varios organismos mutilaterales. Durante la guerra de Argelia milita en favor de la independencia argelina. La llegada de Mitterand -antiguo integrante de la Resistencia francesa-, le convirtió en activo embajador de Francia. En disposición de un pasaporte diplomático se desplazó varias veces por la franja de Gaza y dió testimonio expreso que su “principal indignación concierne a Palestina, la franja de Gaza, Cisjordania” donde los dirigentes del estado sionista “olvidando los valores humanos fundamentales del judaísmo”, son responsables de las acciones que acusan al ejército israelí “de cometer crímenes de guerra y hasta crímenes contra la humanidad”. Esta es una situación que durante años apunta al genocidio contra el pueblo palestino; un espacio de geografía de la furia.
En 2010, a sus noventa y tres años, escribió el libro-proclama “¡ Indignaos !” un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica, publicado en 2011 con prólogo del español José Luis Sampedro (también de su edad), el cual se convirtió en inspiración motivadora a los movimientos de jóvenes que en diferentes países se manifestaron contra la insoportable concentración del capital financiero que no para de aumentar y anula la esperanza a las nuevas generaciones para el ejercicio de la libertad y de una vida con dignidad; “el poder del dinero nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del Estado. Los bancos, se preocupan en primer lugar de sus dividendos y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interés general. Nunca había sido tan importante la distancia entre los más pobres y los más ricos, ni tan alentada la competitividad y la carrera por el dinero”. ¡Indignaos! -les dice Hessel a los jóvenes- “porque de la indignación nace la voluntad de compromiso con la historia. Debemos resistirnos a que la carrera por el dinero domine nuestras vidas”. “El nazismo fue vencido por la indignación de muchos pero el peligro totalitario en sus múltiples manifestaciones no ha desaparecido, ni en sus aspectos tan burdos como los campos de concentración, ni en otros más sofisticados y tecnificados como la globalización financiera” “la responsabilidad del hombre no puede encomendarse ni a un poder ni a un dios; al contrario, debe comprometerse en nombre de su responsabilidad”
Hace un llamado a la indignación y le dice a los jóvenes “La indiferencia es la peor de las actitudes”; con ella se pierde un componente esencial de los que forman al hombre: “la facultad de indignación y el compromiso que la sigue”. Apela por “una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no proponen otro horizonte para nuestra juventud que el del consumo de masas, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos. A aquellos que harán el siglo XXI, les decimos, con todo nuestro afecto: Crear es Resistir, Resistir es Crear”. Hessel murió a comienzos del 2013, a los 96 años de una vida intensa y comprometida.
Sobre el otro personaje, Edgar Morín con una apasionante vida, que en julio de este año 2021 cumplirá 100 años, también oficial de la Resistencia frente a la ocupación nazi y después de la guerra, militante por la independencia de Argelia, asunto que dividió a la sociedad francesa en aquel momento; activista capaz de hacer frente al totalitarismo de los dogmas políticos y del pensamiento y quien está en plenitud de creatividad vital e intelectual haciendo importantes aportes a la humanidad del presente y el porvenir, les ofrezco escribir algunos artículos relativos a sus interesantes rasgos biográficos y también, acerca de su prolífica obra entre la cual destaca, la propuesta del pensamiento complejo para abrirnos como personas y como humanidad a una reformulación del pensamiento hacia un saber que permita una nueva mirada a la Tierra-Patria y el compromiso en el destino común de la fraternidad humana.
Dos actores que -con la autoridad de haber vivido, de no ser indiferentes y de haber hecho resistencia a los caminos que han ido domesticando y sometiendo a la gran mayoría en una apatía y una resignación mortales-, nos proponen acciones que contribuyan activamente a la construcción de caminos de esperanza para la humanidad.
En estos tiempos del planeta, cuando se ha ido estableciendo “el curso perverso de una política ciega que nos conduce al desastre”, -agigantada la crisis de civilización con esta pandemia del covid-19-, se hace necesaria “una llamada a la movilización cívica” para compartir la búsqueda de una vía política de salvación pública que permita anunciar una nueva esperanza. Como se expresa arriba, en el epígrafe de este artículo, tomado de “El camino de la esperanza”, obra a dos manos de Stéphane Hessel y Edgar Morin: “el desear vivir alimenta el buen vivir, el buen vivir alimenta el desear vivir. Uno y otro, juntos, abren el camino de la esperanza”
Casatalaya caracas 20 de febrero 2021
.