El bolívar bajando: incremento de precios, preocupación creciendo… | Por: Luis A. Villarreal P.

 

La crisis política ha causado, lamentablemente, serias dificultades económicas a los venezolanos de a pie, al grado de decidirse a realizar la dolorosa y contraproducente opción de marcharse del país; unos para sobrevivir y ayudar a los suyos a mantenerse dentro de la geografía nacional por razones de índole mayor y verdaderamente comprensibles; otros, por razones de refugio y protección al sentirse y verse perseguidos; y otros más, simplemente por no ser menos y demostrar su capacidad de hacerlo, aunque ya no buscando sobrevivencia sino también una oportunidad para probar suerte, no despegarse, o tal vez realizar sus quimeras.

La emigración tuvo su estímulo en los tiempos aquellos donde se enseñó oficialmente a los venezolanos a aprovechar la cuota de divisas a la  cual ‘tenían derecho’

Muchos se fueron y llevaron consigo amigos y familiares, sin pensarlo tanto ni escatimar esa posibilidad de salvación; suficiente excusa para paliar la enorme necesidad de sobrevivir como persona, pequeña empresa o simple emprendedor. A diferencia de quienes solo satisfacen su bohemio espíritu.

Grandes errores han distorsionado la economía nacional, prolífica en vicios y corrupción; y, por supuesto, causantes de la metamorfosis del bolívar en sus ya tres reconversiones monetarias [2007, 2018, 2021]

La diversidad cambiaria, generó privilegios y gama de posibilidades de enriquecimiento ilícito; malos manejos hacia el sector productivo —obligado a mantener y bajar los precios en contra de su estructura de costos in crescendo, so pena de sustituir la producción nacional con diversas importaciones de granos, tubérculos, carne, y pare de contar. Desarrollándose la idea de una economía ‘solidaria’—.

Tratar de sustituir el sistema capitalista, alma y razón de ser del mercado y la competitividad productiva y comercial, por intercambios sin ventajas ni ganancias —infeliz intención expuesta por la cartera de comercio en organismos y foros internacionales, eso sí, petrochequera en mano, descuidando los requerimientos mismos de la empresa motriz, PDVSA; corporación diversificada en funciones ajenas a su objeto, y puesta al servicio de favores ideológicos hacia otros países, entre otros aspectos—.

Decretar congelación de precios y tarifas, con la coacción e intimidación de los organismos controladores y sancionatorios; expropiación e inamovilidad laboral, sin consideración a la empresa como motor económico.

Todo ese espectro, representa en gran medida el enorme hueco en la capa de ozono de nuestra economía.

La mayoría de los chavistas están conscientes de tan lamentable realidad. Esconderla o atribuir a causas exógenas es un sinsentido

La culpa de todo esto abarca varias capas de la cebolla nacional en descomposición, donde no queda exenta la Oposición misma, la cual ha mostrado sus errores garrafales. Se han visto  líderes de oposición egocéntricos en sus intereses —a allegados de sus partidos, beneficiados—, con el país de fondo. Y eso no ha cambiado.

Aún se observa incompacta la Unidad partidista. Ojalá no distorsionen la responsabilidad ante el país haciendo oposición a ultranza, celebrando los fracasos del gobierno aunque sea el país el mortalmente herido. Cual la actitud asumida en el caso del Esequibo. O como, lamentablemente pudiera suceder, alegrándose de un remoto fracaso de la Vinotinto en su arduo esfuerzo de clasificar para representar a Venezuela en el Mundial 2026, solo para no ver la satisfacción del gobierno.

El grueso de la ciudadanía no se salva de esta responsabilidad omitida, porque no ejerció su poder ni defendió el proceso económico de bienestar y progreso social; simplemente cayó en la trampa retórica ideológica —asumiendo pasividad y conformismo—.

Gremios y otras instituciones no hicieron el proporcionado y debido esfuerzo.

Ignorar o anular el necesario y verdadero contrapeso opositor —requerido por todo gobierno democrático—, o sustituirlo por uno de su conveniencia, si su objetivo inteligente es mantener en el mejor estado la economía, siempre ha sido fatal y contraproducente.

El bolívar cayendo…

 

La moneda —aun fuerte,

soberana, o a ‘escala’ digital—

no ha sido suficiente,

mucho menos capaz

de tanta hiperinflación controlar.

 

Con el Petro,

la cripto referencial que dio al traste

sin el deseado éxito,

nuestro bolívar de antes

continúa aguantando los dislates

 

de una economía

frágil y susceptible, subyugada

a la errante política,

cuyo objeto contrasta

con la necesidad venezolana:

 

Estado de derecho

fiable, justo e imparcial; que garantice

el real crecimiento

económico y afirme

el signo monetario. ¡Es tan simple!

                                          L A V P

La XVI Cumbre de los BRICS+, aun la expectativa, se ha visto anclada en sus propósitos. Al parecer ha sido extremo el cuidado de sus fundadores de no incluir países sin condiciones; porque el objeto fundamental no es sino desbancar el dólar —y también el Euro—.

Aunque sus estrategas dejen ver otros aspectos y para ello se valgan de toda propaganda, incluyendo a personalidades del mundo político multilateral en sus eventos, bajo la consigna del Multilateralismo, se exhibe la necesidad de protección ante las sanciones; impuestas a países cuyos mandatarios hacen vista gorda al irrespeto del derecho internacional; con acciones y actitudes geopolíticas, autoritarias y expansionistas; poniendo al margen la soberanía de países y la libre navegación de aguas internacionales, así como las libertades democráticas globales.

Para perjuicio del bienestar nacional, ahora en apuros con los precios subiendo y las necesidades insatisfechas pululando, el bolívar seguramente seguirá hacia el llegadero de otra reconversión; porque se propulsa ahora el mejoramiento económico, no solo sin correcciones fehacientes sino profundizando los mismos modelos, en el decaído ecosistema social, económico y político.

 

 

 

 

 

 

 

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