Con justicia termina de elegirse una nueva junta directiva para el Ateneo de Valera. Ello significa, naturalmente, que en nuestra ciudad el templo de Atenea pudiera dejar de ser un espacio de nostalgia enroscado como una serpiente que día a día se muerde la cola. Saca de quicio observarlo en ruinas y convertido en casa comercial con su rostro apesadumbrado resistiendo a fuero de la sustancia artística, científica e investigativa que se halla empotrada en su armadura. Las llagas históricas y el rumor de la poesía avivan el espíritu cuando pasamos por el frente envueltos en un silencio que anuncia el canto de las chicharras, y, en la medida que vamos recordando, el Ateneo se robustece colmado de alegría, sabiduría y libertad, pues, dicho en confianza, al ateneo asistieron desde los cultores populares hasta eminentes intelectuales y artistas nacionales e internacionales a resultas de la acción gerencial de personas capaces para organizar, convocar y llevar a cabo encuentros en pro del crecimiento ciudadano. De esta suerte nos reuníamos Tirios y Troyanos para compartir desde la perspectiva cultural un bocatto di cardinale en esa casa central de la creación y del sueño. A pie juntillas aplaudíamos el quehacer cultural llevado a cabo en este templo fantástico, hoy lleno de duendes y de iluminaciones pasadas implorando futuro. Consideremos esto: el Ateneo y la ciudad de Valera necesitan dinamismo cultural antes que ambos lugares terminen de caer bruscamente, cosa que, por lo visto, se puede evitar con el nombramiento de la licenciada Marlene Briceño y su equipo, al estar enterados de su quijotesca actuación cuando gerenció el Ateneo enfrentando endriagos al estilo Amadís de Gaula. Hemos de saber que durante el laboreo de la licenciada Marlene Briceño, el Ateneo contó con actividades de diversa índole, verbigracia: domingos de colores, planes vacacionales, festivales internacionales de teatro, conferencias, presentaciones de libros, talleres de pintura, escultura y teatro para niños, entre otras muchas cosas dirigidas al incremento ciudadano. Por tanto, el Ateneo no era un lugar cualquiera: representaba nuestra colectividad dentro y fuera del país. Y, cosa buena, Valera poseía vitalidad, alma y espíritu a la manera clave de ciudad.
A mi parecer cabe decir que, en el nuevo plan gerencial de la licenciada Marlene Briceño y su equipo, figuran con fuerza la juventud y el pueblo al sobreentenderse que ellos son el punto indispensable en toda obra cultural. En tal sentido, el arte, el folclor y la cultura en general, volverán a conectarse con el vecindario dándole asilo otra vez al manido término identidad. Todo esto, en medio de las circunstancias que vivimos y poniéndose manos a la obra para efectuar el acuerdo social.
Saludos Marlene y equipo.