El areópago de la juventud valerana / Por Jesús Matheus Linares

Sentido de Historia

 

 

En nuestra ciudad, los jóvenes estudiantes siempre han sido proactivos cuando se plantean llevar adelante sus metas. Ha habido valeranos que han ido a China, Rusia, Japón, Dubai, España, Francia, Estados Unidos, Canadá, Italia, Inglaterra, México, Perú, Colombia, Chile, Argentina, Ecuador, Alemania y han llegado hasta Australia.
Se pudiera decir que “el estudiante debe ser una conciencia actuante. Edad hermosa, en verdad, la del estudiante. Edad de acción, de ideales y de esperanzas. Se cree en las cosas con sinceridad. Se combate por nobles causas, con valor y fe. Se forjan las armas para los grandes combate de mañana”, inspirados bajo esta premisa, el destacado y recordado filósofo valerano, Filadelfo Linares, pariente lejano, así lo escribía el 17 de abril de 1948, en el semanario “Brecha”.

Una experiencia periodística estudiantil como tantas otras que nos mostró a una legión de destacados valeranos en el quehacer profesional de las artes, la ciencia y las humanidades. “Brecha” fue un semanario que comenzó a circular el 6 de marzo de 1948. Contó con 6 páginas en tamaño un octavo y fue editado por la Secretaría de Cultura del Centro Cultural del Liceo Rafael Rangel, en la imprenta de Pedro Malavé Cols, bajo la dirección de Filadelfo Linares. El administrador era Antonio José Soto Faría. Fue una publicación que cultivó intelectualmente a una generación de liceístas con sus artículos de opinión. Valía una locha (12,1/2 céntimos).

El Liceo “Rafael Rangel”, el areópago de la juventud valerana, de ayer, hoy y de siempre comenzaba su largo transitar y venía de preceder al Colegio Federal de Varones. El liceo funcionaba en la calle 8, en la casa del doctor Ricardo Cifuentes, frente a lo que luego fue la Farmacia Suiza, en el edificio Oljim, al lado del edificio de don Teófilo Navas, donde luego funcionó la Casa Ismelda. En esa sede, comenzó el “Rangel” y ahí llegaron los estudiantes del Colegio Salesianos y la única dama que comenzó sus estudios en ese novedoso curso de cuarto y quinto año fue Mila Serpellini, venida de la ciudad de los crepúsculos, Barquisimeto, del colegio de monjas, la Inmaculada Concepción, donde el padre Ignacio Burk, Humberto Álvarez de Lugo, Toño Briceño, entre otros eran los faros de luz de esa inquietante juventud.

El papá de Mila era dueño de la firma Compañía Anónima C Serpellini, y ayudaba al patrocinio del semanario con un aviso que decía “Investigue su futuro y verá que usted ha de ser propietario de un Ford, concesionarios autorizados Ford, Mercury y Lincoln”.

Era el “Rafael Rangel” donde estudiaban Adriano González León, Oswaldo Barreto, Nerio León, Juan Mendoza Pimentel, Néstor Ángeles, Néstor Vásquez, Perucho Febres y Filadelfo Linares, entre otros. El joven Filadelfo, era flaco, sencillo y muy humilde, vivía al final de la avenida 12, al lado de Dionisio Contreras, el pesador de “marranos” de Valera, oriundo de La Mata.

Filadelfo se marchó a Caracas y de allí continuó por el mundo, como diplomático, hasta anclar en Hamburgo, Alemania, y dejó una prolífera obra sobre filosofía e historia, donde destacan entre otras, “Bernard Mandeville-Pensador» en un país extranjero y “Contribuciones a la Filosofía de la Historia y la Historia”, “De Tocqueville a Marx”.

“Brecha” tenía un lema de Cecilio Acosta, otro gran civilista del siglo XIX venezolano: “La Luz que aprovecha más una nación no es la que se concentra, sino la que se difunde”. Y allí, Filadelfo Linares dejó para la historia sus primeras reflexiones juveniles. “Un liceo es, ante todo, la acción de sus alumnos si estos actúan con responsabilidad, el liceo marcha, si le vuelven la espalda el liceo se desintegra y sucumbe…El estudiante que da la espalda a su liceo es traidor a su propia causa juvenil:”

Para ese momento, abril de 1948, su preocupación era ““el triste espectáculo que presenta el niño callejero, esa legión de tiernos seres nuestros, muy nuestros que deambulan vocingleros, por los parques y las calles de esta ciudad (Valera), con sus rostros surcados por el insomnio voluntario reflejado en sus pupilas”. Señalaba entonces en la primera página del semanario “Brecha” que el proyecto de la Escuela Hogar Carmania debe transformarse en realidad” y aseveraba “nosotros los venezolanos tenemos un gran sentido mercantilista de la vida”. Era su manifiesta propuesta y dura crítica para solucionar el problema de los niños en situación de calle, de ese entonces.

 

jmateusli@gmail.com

 

 

 


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