Redacción Ciencia, 27 jun (EFE).- Los microbios, pequeños organismos vivos como bacterias, virus y hongos, están en las plantas, el medio ambiente, y en nuestro cuerpo, donde forman el microbioma. Estos microorganismos son esenciales para la salud humana ya que ayudan a la digestión, refuerzan el sistema inmunológico y protegen contra patógenos.
Pero para estudiar el microbioma y sus beneficios sobre el organismo es importante contar con el mayor número posible de microbios saludables y preservarlos en una colección mundial similar al Banco Mundial de Semillas de Svalbard (Noruega), el búnker donde se almacenan semillas de todo el mundo para salvaguardar la biodiversidad de las especies de cultivos en caso de una catástrofe global.
Este viernes, Día Internacional del Microbioma, un equipo internacional de 25 científicos involucrados en la iniciativa acaba de publicar un artículo en la revista Nature Communications en el que presenta un marco ético para garantizar el futuro de este depósito.
«La Iniciativa del Depósito de Microbiota representa un esfuerzo proactivo para proteger y preservar la vida microbiana que es esencial para la salud de nuestro planeta y sus habitantes», afirma María Gloria Domínguez-Bello, presidenta de la iniciativa y profesora de Ciencias Ambientales y Biológicas de la Universidad de Rutgers (Estados Unidos).
Una comunidad amenazada
Las plantas, los alimentos y el medio ambiente también tienen microbiomas que son esenciales. Por ejemplo, los microbios del suelo ayudan a las plantas a crecer mediante el ciclo de los nutrientes, y los alimentos fermentados, como el yogur, contienen bacterias beneficiosas que favorecen la salud intestinal.
Los microbiomas ambientales, como los del permafrost ártico, son básicos para controlar las emisiones de gases de efecto invernadero.
Pero según la investigación de Domínguez-Bello, los microbiomas están cada vez más amenazados por la actividad humana que altera su equilibrio natural.
En los seres humanos, el uso excesivo de antibióticos, las cesáreas y la alimentación con leche de fórmula pueden reducir la diversidad de los microbios intestinales, lo que aumenta el riesgo de alergias, enfermedades autoinmunes y trastornos metabólicos.
Y en los alimentos, el uso excesivo de conservantes y aditivos puede dañar los microbios beneficiosos.
«El microbioma está bajo una gran amenaza que, en muchos aspectos, es análoga al cambio climático», avisa Martin Blaser, miembro del consejo de administración de la iniciativa, director del Centro de Biotecnología y Medicina Avanzadas de Rutger y coautor de la artículo.
«Las actividades humanas están agotando nuestro microbioma, y hay muchas pruebas de ello».
En las plantas, las prácticas agrícolas insostenibles, como el uso intensivo de pesticidas, pueden destruir los microbiomas del suelo, esenciales para el ciclo de los nutrientes y la salud de las plantas, afirma Blaser.
Y los microbiomas ambientales se ven afectados por la contaminación, el cambio climático y la destrucción del hábitat, lo que puede provocar la pérdida de microbios que regulan las emisiones de gases de efecto invernadero y mantienen la estabilidad del ecosistema.
Normas y principios éticos
La idea de la iniciativa es apoyar los esfuerzos para identificar microbios saludables, almacenarlos y congelarlos antes de que desaparezcan.
En la fase piloto, ya completada, los científicos han recogido más de 2.000 muestras fecales y muestras de alimentos fermentados de varios países. Además, en ese momento, la iniciativa pasó de contar con unos cuantos científicos de unos pocos países a más de un centenar de 32 países.
Las muestras microbianas se almacenan temporalmente en condiciones criogénicas en el Instituto de Microbiología Médica de la Universidad de Zúrich, pero en la siguiente fase de la iniciativa se buscará una sede permanente para albergar la cámara acorazada de muestras (se barajan posibles ubicaciones en Suiza, Canadá y otros lugares con climas fríos).
Además, en esa misma fase, denominada ‘Fase de crecimiento 1’, que durará hasta 2029, los científicos ampliarán la colección a 10.000 muestras, buscarán activamente financiación gubernamental más allá del apoyo filantrópico actual.
El marco ético de la iniciativa descrita en el documento está diseñado para garantizar que la preservación de la diversidad microbiana se lleve a cabo de manera justa, respetuosa e inclusiva.
Algunos principios fundamentales son la soberanía de los depositantes, la colaboración equitativa y la gobernanza ética para que los recolectores originales conserven la propiedad y el control de sus muestras microbianas.
Además, la iniciativa hará hincapié en la importancia de respetar los conocimientos locales y garantizar que los beneficios se compartan de manera justa, y se dará prioridad a las consideraciones éticas, incluidos los derechos de las comunidades indígenas y la necesidad de procesos de toma de decisiones transparentes e inclusivos.
Y aunque aún faltan tecnologías habilitadoras para aprovechar al máximo la colección, los científicos que trabajan en la iniciativa prevén que en el futuro las muestras puedan utilizarse para desarrollar nuevos tratamientos médicos, mejorar las prácticas agrícolas y restaurar los ecosistemas dañados.
«Creemos que algún día la ciencia mejorará lo suficiente como para que dispongamos de técnicas de restauración realmente buenas», concluye Blaser.
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