El presidente Nicolás Maduro en su reciente alocución negó la cruda consecuencia de la pérdida que sufrió el país a consecuencia de la crisis estructural a la cual nos ha llevado, agravada por la migración de los mejores venezolanos; incluso negó rotundamente que fuera por culpa de su régimen la pérdida de millones -la mayoría de profesionales- de venezolanos que han tenido que emigrar en busca de mejoras en sus condiciones de vida futura por sufrir de lo indispensable como la alimentación, medicinas y seguridad. Tampoco se refirió a la hiperinflación calculada en más de un millón por ciento anual, ni del sesenta por ciento de los niños menores de cinco años que están ahora seriamente desnutridos, y de la pérdida de peso de los ciudadanos de menores recursos ni del colapso de los servicios de agua, electricidad ni de la cascada por incumplimientos de pago de la gigantesca deuda contraída durante su periodo.
Tampoco se refirió a la quiebra de la industria petrolera y de otras empresas del estado ni de la entrega de gran parte del territorio nacional a la banda de criminales y a la guerrilla colombiana, ni de los contratos desastrosos de deudas externas ilegales suscritos con China y Rusia. De nada de eso se habló quizás porque están conscientes que la realidad por su mal gobierno es mil veces más destructible de la descripción que hicieron en la ONU los mandatarios del mundo que trataron el tema de la crisis de Venezuela; así de triste y opresiva es nuestra realidad a la cual hemos llegado por un régimen y su pandilla que lo apoya.
La triste realidad es que deja un doloroso legado que le tocara a las próximas generaciones de venezolanos recuperar y rescatar los valores patrios que han sido mancillados por su pésima administración. Algunos aspectos de la crisis: la producción petrolera (que nuestra gallina de los huevos de oro ha descendido. La revolución desastrosa del socialismo del siglo XXI terminó siendo una patética involución del siglo XIX. Nos embarraremos por falta de equipo, sobrarán las basuras. Amenazarán las enfermedades contagiosas que habíamos abatido. Acoso político del régimen a los dirigentes laborales que reclaman sus derechos; estamos entrando en régimen de sumisión.
Debemos activar todas las fuerzas morales de todos demócratas con quienes compartimos la legítima aspiración de vivir del fruto de nuestro trabajo con la sana aspiración de una mejora progresiva de nuestro estilo de vida y en paz. Debemos prodigarnos en preservar nuestras fuentes naturales de riqueza haciendo un buen uso de los recursos públicos en beneficio de todos los habitantes de acuerdo al esfuerzo realizado preservando el ambiente mejorando la arquitectura institucional del estado democrático. Debemos recuperar la producción petrolera porque se está prolongando la caída de la producción que está en un 45% de promedio de 2016 porque continúa y se acentúa la falta de mantenimiento de Pdvsa.
Tenemos que ir al rescate de nuestra capacidad de progreso sin debilitar nuestras reservas que también le pertenecen a las próximas generaciones que también es una actitud patriótica porque mientras sigamos viendo gente comiendo de la basura significa que estamos muy mal. (epolesel@mail.com)