Miguel Ángel Malavia
En los primeros días del pontificado de León XIV, la mirada se posa en la Historia y bosquejamos la figura de León XIII, del que se extrae este gran titular: “Con la Rerum novarum inició la Doctrina Social de la Iglesia”. Y es que, como el mismo Robert Prevost ha confirmado, con el nombre papal que ha elegido homenajea a quien, en 1891, firmó una encíclica fundamental. Así, si a su predecesor le tocó hacer frente a las consecuencias de la Revolución Industrial en el mundo del trabajo, el pontífice agustino tiene ante sí otro reto no menos quijotesco: custodiar la dignidad humana ante el impacto que supone para todos la Revolución Digital. Y, aún más, la inteligencia artificial. Un instrumento tecnológico que, en malas manos, nos puede conducir a un abismo sin retorno.
Por ello, en los próximos artículos, busco ofrecer las principales claves de la Rerum novarum y tratar de discernir cómo nos sigue interpelando hoy. Así, la primera conclusión es que es un texto directo, sencillo y despojado de todo lenguaje rimbombante. Realmente, León XIII lo escribió para que lo leyeran aquellos a los que en gran parte la dirigía: los obreros. Algo clave en un tiempo en el que el analfabetismo era una lacra en los ámbitos sociales más abajados.
Otra esencia es su valentía. Hace casi siglo y medio, no debía ser fácil empezar así un texto magisterial: “Despertado el prurito revolucionario que desde hace ya tiempo agita a los pueblos, era de esperar que el afán de cambiarlo todo llegara un día a derramarse desde el campo de la política al terreno, con él colindante, de la economía”.
Con un estilo interpelante, propio de un buen periodista, León XIII tuvo la claridad de mente para vislumbrar el origen del conflicto: “Los adelantos de la industria y de las artes, que caminan por nuevos derroteros; el cambio operado en las relaciones mutuas entre patronos y obreros; la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría; la mayor confianza de los obreros en sí mismos y la más estrecha cohesión entre ellos, juntamente con la relajación de la moral”.
Todos esos factores fueron los que condujeron a “la contienda”.
Y vaya si fue una guerra… De ella emergieron el anarquismo, el comunismo y el fascismo. De ella brotó una raíz de injusticia social que, por no atajarse, causó millones y millones de muertos. León XIV, en otro tiempo de guerra, también clama por la unidad, la justicia, la paz y el amor.