Por Francisco Graterol Vargas
Como cambian los tiempos diría Mamá Yeya.
Cuando comencé a vivir en el sector residencial Caminos de Carvajal en el sector de La ARBOLEDA, en San Rafael de Carvajal, era un lugar envidable. Con un clima de montaña como pocos, ni muy frío y agradable, confortable. Todos los servicios públicos. Agua, gas, transporte, aseo urbano. Faltaban solamente pulgas para rascarse.
Un sitio ideal para darle la bienvenida a la vejez con una sana lectura, y un ratico para aquellas cosas que nos interesan por la pantalla chica como noticias y deportes, además de una buena película de vez en cuando. Así esperábamos llegar al siglo y dele que son pasteles.
Nada más alejado de la actual realidad. En Caminos de Carvajal y toda La Arboleda ,las cosas han cambiado. Antes era un paraíso, ahora es un infierno. Veamos. La principal señal es que unos pajarracos feos, carroñosos, son nuestros vecinos. Los zamuros. Proliferan entre los container de basura putrefacta que abunda por ahí ya que hace unos cinco o seis meses que el Aseo Urbano, brilla por su ausencia.
Pese a que no nos gustan esos bichos tan asquerosos debemos reconocer que gracias a ellos, no se ha desatado una epidemia en la vecindad. Tanta porquería descompuesta con gusanos y toda clase de alimañas por sus alrededores, el cuadro es bastante dramático, de terror.Los zamuros tienen asegurada así el desayuno, almuerzo, cena y los postres.
Lo del transporte público es de película. La línea desapareció. La situación país donde los cauchos, aceite, respuestos, cuestan un ojo en la cara obligó a los choferes a parar sus vehículos. Dos y tres horas dura entrar o salir de La Arboleda, otros lo hacen en el carro de Fernando, un rato a pie y otro caminando.
Para colmo las damas son constantemente asediadas por delincuentes, jóvenes motorizados que cazan a sus víctimas para arrebatarles un celular o la cartera que usan. Ni los niños se escapan de este flagelo.
El problema del agua es para coger palco. Entre nosotros no es la excepción. Si una nube se aparece por el páramo y riega el dique toma ya sabemos que el preciado líquido brillará por su ausencia. Agréguele lo del gas. Una fuga de gas nos dejó a dos de los edificios sin el elemental producto y estamos sufriendo las de Cain.
Dan ganas de llorar por la impotencia. La situación en 10 o 15 años dieron un giro muy grande en Caminos de Carvajal y La Arboleda. Lo que ganamos no alcanza para nada.
Sólo nos queda orar para encontrar el alivio espiritual. Pedirle al todopoderoso, a San Nicolás de Bari, nuestro patrono por todos y en especial por el templo que poco a poco y con sacrificio se va construyendo en Caminos de Carvajal. Bloque a bloque, cabilla a cabilla. Ahi vamos.
La calidad de vida ha disminuido vertiginosamente.
Ahora son tiempos de revolución, de crisis, de sobrevivencia, atrás quedo la IV República. Eramos felices y no lo sabíamos.
¡Ah rigor! diría don Luis González.
¡Dele que son pasteles!