Tokio, 11 mar (EFE).- Fukushima conmemora este sábado el duodécimo aniversario del terremoto y tsunami que devastó el noreste del país y provocó la crisis nuclear de la que todavía se está recuperando y recordó a la nación que el problema del vertido de aguas procedentes de la accidentada central «afecta a todo Japón».
«Sé que hay voces de preocupación no sólo en Japón y Fukushima, sino en más lugares del mundo. Lo que le venimos diciendo al Gobierno central es que este no es un problema de Fukushima, sino un problema de todo Japón», explicó el gobernador de la prefectura, Masao Uchibori, durante una rueda de prensa en el Centro de Prensa Extranjera de Japón (FPCJ, en inglés).
Doce años después del desastre natural, que causó 15.900 muertos y 2.523 desaparecidos, Fukushima sigue enfrentándose a «importantes desafíos», entre ellos, el futuro vertido de agua tratada de la central nuclear de Fukushima Daiichi al océano Pacífico, y que ha generado polémica entre la población local y los países vecinos.
«La recuperación y reconstrucción tras un accidente nuclear es una situación para la que no teníamos precedentes y es muy difícil. Lo que le pedimos al Gobierno es que actúe con responsabilidad y comparta información con base científica», añadió Uchibori.
La reacción del gobernador se produce después de que el Ejecutivo japonés aprobara a principios de enero un plan revisado para verter en los próximos meses al Pacífico el agua contaminada y tratada que se acumula en la central.
Este agua se trata en la actualidad en circuitos llamados ALPS (Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos) para retirar 62 tipos de materiales radiactivos, a excepción del tritio.
Residentes de la zona y varios países del Pacífico han protestado por esta decisión alegando que los datos proporcionados por Japón «son insuficientes» con el fin de poder evaluar los efectos que tendrá sobre la salud humana y el medio ambiente marino.
UN RECUERDO QUE SE DESVANECE
Una década después del desastre, la región también está preocupada de que el recuerdo del mismo se desvanezca tras el anuncio reciente de un cambio en la política gubernamental con respecto a la reactivación de centrales y la extensión de la vida útil de sus reactores más allá de los 60 años.
«Durante los últimos 12 años, hemos estado luchando contra este conjunto de desastres, pero sentimos que el recuerdo de lo ocurrido se ha comenzado a desvanecer», afirmó Uchibori, en relación a los efectos físicos del terremoto y tsunami, el desastre nuclear y también la mala reputación que se viene asociando a la zona.
En los últimos años, varios países como Estados Unidos o Reino Unido han levantado sanciones con respecto a la importación de productos de Fukushima y la región también se encuentra poniendo esfuerzos para desarrollar su sector agrícola y ganadero.
Sin embargo, más de 300 kilómetros cuadrados de terreno en seis localidades de esta prefectura, incluidas Katsurao, Okuma y Futaba, siguen sujetos a la clasificación de «zona de difícil retorno», y su rehabilitación sigue siendo incierta.
En Futaba, por ejemplo, una encuesta gubernamental llevada a cabo el año pasado mostró que en torno al 60,5 % de los antaño residentes no tienen intención de volver, por encima del 11,3 % que deseaba regresar.
«El uso de la energía nuclear y la política nuclear es algo que el Gobierno debe considerar bajo su propia voluntad, pero con las lecciones aprendidas del accidente de 2011 y poniendo la seguridad de las personas primero por encima de todo lo demás», explicó el gobernador.
Solventar el vertido de aguas, desmantelar por completo la central, revitalizar la economía de la región y volver a atraer a sus antiguos residentes siguen siendo algunos de los desafíos a los que se enfrenta esta prefectura, todavía marcada por el estigma de lo sucedido.
«Hace 12 años, las personas que vivían en esta zona tuvieron que dejar sus hogares de repente. Algunos eran muy mayores y otros no tenían medios de transporte o familiares cerca, por lo que sufrieron grandes dificultades. Todavía unas 27.000 personas siguen desplazadas», concluyó Uchibori.