Para 1946, Valera conoce su primera cancha de Bowling se llamó Club Valera, en la calle 9 con avenidas 9 y 8, una línea costaba Bs. 1,50. De allí surgieron jugadores de primera categoría que compitieron con los mejores del país.
Recordamos a Joaquín Padilla, Oscar Parilli, Reinaldo Parilli, Miguel Parilli, Francisco Machado, Fermo Nannini, Pedro Arandia, Marcos Chacín, Francisco “Mocho” Quevedo, Silvio Magcreder, mi papá, Jesús María Matheus, que fue un gran bolichero junto a Esther Montero de Bing, Chucho Alarza y Joen de Rojas, jugaron con los mejores de la época como Bayito Urbaez, Elías Bracho, John Dávila, Miguel Correa, Manuel Urbáez, Carlos Villamizar, José “El Negro” Pérez Díaz, luego las canchas de Bowling se trasladaron al Club de Comercio donde hoy se levantan las torres del Murachí. Luego apareció el Bowling 300 en La Plata, detrás del Supermercado Victoria y lo regentaba Guzmán Muchacho. Y luego gracias a la obra arquitectónica del amigo Marcos Miliani que diseñó el Country Club, en una estructura construida por el ingeniero Fernando Abreu Schrocci, hijo de Juan Abreu, se inauguraron las modernas canchas automatizadas del Bowling.
Pero como la gota horada la piedra no por su fuerza, sino por su constancia», como dijo el amigo Ovidio, a “Valera también la han hecho dinámica y progresista sus personajes”.
Y en la gran comarca con tesón y una dimensión visionaria la fueron desarrollando los transeúntes que iban de paso a otras latitudes que vieron en el pequeño poblado una manera de progresar, y se asentaron italianos, libaneses, sirios, españoles, portugueses, alemanes, chinos, japoneses, haitianos pero sobre todo nuestros coterráneos, donde encontramos, quebradeños, betijoqueños, trujillanos, sanlazareños, escuqueyes, mendocinos y de otras latitudes como zulianos, larenses, margariteños, merideños, barineses, caraqueños y guayaneses, es una larga lista de personas venidas de otros lugares que ahora son valeranos por adopción.
Valera el amplio municipio que tiene como principales parroquias Mercedes Díaz y Juan Ignacio Montilla, alberga La Puerta, Mendoza Valle del Momboy, San Luis, La Beatriz, pero a comienzos del siglo XIX solo era lo que hoy es la bulliciosa ciudad que conocemos.
Venido de los valles altos, en La Puerta, del Páramo de los Torres, llegó a la comarca un caballero de gran hidalguía, por los años 60, se asentó en lo que era la avenida Bolívar, entre calles 12 y 13, con un comercio de víveres y más tarde estableció un frigorífico donde se expendían manzanas, peras, duraznos y otras tantas delicias.
Don Filadelfo Villegas Rivas, hijo de Caracciolo Villegas y Matilde Rivas, quienes procrearon 12 hijos, todos trabajadores del campo y que bajaban a pie descalzo y luego colocarse los zapatos para vender a los que construían la carretera trasandina arepas de harina de trigo y queso paramero, hasta que decidieron mejorar su calidad de vida en el gran poblado.
Filadelfo, en sus tiempos mozos quiso ser sacerdote cursó estudios en el Seminario de San Buenaventura, en Mérida, a los 22 años su vocación se desvaneció, regresó y montó una bodega en La Lagunita donde conoció a la maestra del pueblo, Amparo Pacheco, con quien contrajo nupcias y procreó a Francisco, Matilde, Gilberto, Gustavo, Silfredo y Marisol, así como también a Frank, Juan Carlos y Filadelfo.
Próspero comerciante que junto a Homero Mejía (Patachon), viajaban a la capital de la Republica, Valencia y Barquisimeto Transportando verduras y hortalizas, hasta que creó la Comercial Villegas, como dijo Martha Grimes «No sabemos lo que somos hasta que vemos lo que podemos hacer».
Filadelfo es el mentor de la construcción de la carretera sin ayuda gubernamental que va desde La Puerta por El Molino, primero hasta El Llanito y más tarde hasta el páramo de Los Torres, donde participó en las labores de rescate de los accidentes de dos de los tres aviones que han caído allí, el primero el 15 de diciembre de 1950, cuando ocurrió un accidente al Douglas C-47 YV-C-AVU, en esa zona de la serranía trujillana, donde fallecieron 27 estudiantes del Colegio San José de Mérida, que regresaban a sus casas en Caracas para disfrutar las vacaciones navideñas y los 3 tripulantes, donde muchos baquianos comentaron que los jóvenes murieron de frio; el segundo accidente en el año 61 y el tercero en el año 90, donde también colaboró en el rescate de las víctimas.
Filadelfo Villegas, Homero Mejía (Patachón), Luis y Pascual Montilla, Federico Matheus, Juan de Dios Ramírez, Noé y Hermes Carrizo, Filadelfo Valecillos, Pabón y José María Vargas, y otros que la mente me traiciona hicieron de Valera, una ciudad dinámica y progresista, donde la palabra valía más que un documento, donde el honor era una virtud y el respeto estaba a la orden del día.
(Continuará)
jmateusli@gmail.com