El 80 por ciento de los venezolanos sufren pobreza extrema, según ONG

Un hombre se baña con agua de una alcantarilla, el 26 de octubre de 2020, en Caracas (Venezuela). EFE/Rayner Peña R.

Caracas, 30 oct (EFE).- Las carencias propias de una pobreza extrema, sumadas a los efectos de la crisis en Venezuela, hacen que hoy 8 de cada 10 ciudadanos estén hundidos en la miseria, con una vida llena de graves dificultades para satisfacer las necesidades más básicas, según un reciente informe nacional.

La organización HumVenezuela, que se define como una «iniciativa independiente de la sociedad civil», ha publicado este mes un informe de seguimiento a la crisis nacional que muestra, con datos recabados por decenas de ONG, la foto más actualizada y cruda sobre la pobreza y sus embates en el país petrolero.

La investigación, que ha arrojado cifras inéditas, «es el resultado de un año de trabajo» que requirió la «validación de un gran volumen de información» en la que participaron «organizaciones de distintos sectores de la sociedad civil, incluyendo organizaciones de 13 (de los 23) estados del país».

 

Un hombre a la búsqueda de agua potable camina por una calle el 26 de octubre de 2020, en Caracas (Venezuela). EFE/Rayner Peña R.

 

VIVIR SIN AGUA

El 82 % de los venezolanos no reciben agua de manera continua y la que se recibe, a veces, no es potable. Hoy, poco mas del 10 % de la población utiliza pozos sépticos.

HumVenezuela advierte que las redes de distribución no tienen mantenimiento y actualmente se registran pérdidas de 5.400 litros por segundo de agua ya tratada.

La falta de suministro de agua afecta al 75 % de los centros de salud pública, que no la reciben o sólo esporádicamente, mientras que los planteles educativos, desde primaria hasta universidades, «sufren de severas deficiencias» por esta situación como «problemas sanitarios o inundaciones».

 

CADA VEZ MÁS HAMBRE

Al menos el 90 % de la población no cuenta con ingresos suficientes para pagar los precios de una canasta de alimentos y de servicios básicos. Esto quiere decir que 26,1 millones de personas, según estimaciones de HumVenezuela, tienen dificultades para comer y para atender otras de sus necesidades más elementales.

La investigación recuerda que el 64 % de los venezolanos perdió en promedio 11 kilogramos entre 2016 y 2017, cuando empezó a arreciar una crisis cuya intensidad solo crece desde entonces.

Además, 8 de cada 10 familias vive en inseguridad alimentaria, un indicador que casi triplica la última actualización de la agencia de Naciones Unidas para la alimentación (FAO) según la cual en Venezuela el 31,9 % de sus habitantes están subalimentados.

«La desnutrición aguda global alcanzó niveles de emergencia en niños y embarazadas. El 33 % de los niños de entre 0-2 años de edad de sectores pobres tiene retardo de crecimiento», sostienen.

 

HOSPITALES INSALUBRES

Al menos el 60 % de la asistencia médica pública que estuvo disponible en el año 2011 se perdió entre 2012 y 2017, mientras que el 57 % de los médicos renunció al sistema hospitalario que hoy tiene el 46,7 % de sus camas inoperativas, reducciones que han afectado directamente al 82 % de la población usuaria.

«En 66 % subió la escala de muertes maternas y el 30 % las infantiles de 2015 a 2016», asegura HumVenezuela, sobre cifras que el Gobierno mantiene ocultas, que reporta 406.000 casos de malaria solo en 2017, junto a 10.952 de tuberculosis, mientras que 9.362 casos de difteria y sarampión en 2018 dejaron 230 muertes.

Según el informe, 18,7 millones de personas «con las condiciones de salud de mayor prevalencia, incidencia y mortalidad no tienen garantías de acceso a diagnósticos ni a tratamientos», entre ellos 140.000 personas con cáncer y más de 300.000 con condiciones cardíacas severas que hoy «tienen menos posibilidades de sobrevivir».

Varias personas esperan por atención médica en un centro de salud, el 26 de octubre de 2020, en Caracas (Venezuela). EFE/Rayner Peña R.

 

AULAS VACÍAS

En Venezuela, actualmente, existen más de 1.000.000 de niños desescolarizados, mientras que 7 de cada 10 alumnos no asiste regularmente a clases.

El abandono del sistema escolar ha aumentado, en promedio, un 60 % en el último quinquenio, tiempo en el que el 50 % de los docentes del sistema público abandonaron sus puestos de trabajo en búsqueda de otras oportunidades con mejor salario. Muchos de ellos emigraron del país.

«En 50 % de las escuelas en Venezuela repuntan enfermedades endémicas», destaca la organización.

 

MISERIA POR DOQUIER

La estimación de HumVenezuela refiere que 22,6 millones de personas, tres cuartas partes de la población, viven en pobreza extrema, una sentencia que es confirmada por indicadores como el salario mínimo legal, que recibe la mayoría de los habitantes y que se ubica en menos de un dólar mensual.

Pero la pobreza no necesariamente extrema alcanza por igual al 96,2 % de los venezolanos, 27,4 millones de personas que no tienen dinero suficiente para una vida digna en el mas mínimo de sus significados.

«Dentro de esta población, 16,4 millones de personas cayeron en pobreza extrema entre los años 2016 y 2019», explica HumVenezuela tras recordar que los trabajadores devengan hoy 260 veces menos que en 2012.

 

UN PAÍS SIN SERVICIOS

El colapso de los servicios públicos también fue medido en este informe. Aseguran que 9 millones de venezolanos «enfrentan severas restricciones para movilizarse por la falta de transporte público», un problema que se debe a la escasez de autobuses y de combustible.

Esta situación hace que al menos 190.000 menores no puedan asistir regularmente a la escuela.

Cerca del 60 % de los ciudadanos tienen problemas de comunicación por fallas o falta de telefonía móvil, mientras que el 60 % de los hogares no cuenta con ningún servicio de internet domiciliario y al menos el 31 % de la población no está suscrita a ningún servicio de telefonía móvil.

Así mismo, la mitad del país sufre interrupciones diarias del servicio eléctrico y un 24 % tiene serias dificultades para acceder al gas doméstico, carencias que han motivado cientos de protestas en los últimos meses, pese a la prohibición de reuniones en medio de la pandemia por la covid-19.

Héctor Pereira

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