El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, está «bajo arresto domiciliario» y todo indica que el ejército tomó el control del país.
Los militares, sin embargo, siguen negando que sus acciones constituyan un golpe de Estado en contra del mandatario de 93 años.
«Nuestro objetivo son criminales de su entorno, que están cometiendo crímenes… que están causando sufrimiento económico y social al país», dijo un general zimbabuense al leer una declaración transmitida en vivo por la televisión estatal, a la que los militares entraron por la fuerza.
«Tan pronto cumplamos con nuestra misión, esperamos que la situación regrese a la normalidad», agregó el militar.
El portavoz del Ejército también aseguró que Mugabe, en el poder desde que Zimbabue se independizó de Reino Unido en 1980, estaba «sano y salvo».
El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, señaló posteriormente en una declaración que había hablado con Mugabe, quien le indicó que «estaba confinado en su hogar pero que estaba bien».
En la declaración, el ejército no específico a quiénes se refería como objetivo de sus acciones. Varias agencias, sin embargo, informaron de la detención del ministro de Finanzas, Chombo Among.
Fuertes explosiones y disparos fueron escuchados en Harare, la capital de Zimbabue, en cuyas inmediaciones se vieron tanques de combate.
Según informan medios locales, algunos trabajadores de la cadena ZBC fueron golpeados cuando los soldados entraron en el edificio, quienes les dijeron que «no debían preocuparse» ya que sólo estaban allí para proteger el lugar.
Horas antes de conocerse esta información, el embajador de Zimbabue en Sudáfrica, Isaac Moyo, también negó que se tratara de un golpe de Estado.
Sin embargo, Alex Magaisa, antiguo consejero del líder de la oposición, Morgan Tsvangirai; le dijo a la BBC que no creía a las fuerzas armadas.
«Ellos han decidido no llamarlo golpe de Estado porque saben que eso no vende, sería condenado», afirmó.
«Pero en lo que concierne a autoridad, parece bastante claro que el presidente Mugabe ahora sólo lo es de forma nominal y que la autoridad reside en los militares».
Las embajadas de Estados Unidos y Reino Unido en Harare recomendaron a sus ciudadanos en el país permanecer en sus casas hasta nuevo aviso.
Grave crisis política
La crisis se disparó cuando este martes el partido del presidente, Robert Mugabe, acusó al jefe del Ejército de «conducta de traición» destinada a «incitar la insurrección», después de que el líder militar advirtiera que se tomarían «medidas correctivas» si continuaban las «purgas» de los miembros más veteranos del partido del gobierno.
En un comunicado, la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF) subrayó que «reafirma la primacía de la política sobre las armas» y calificó las palabras del militar, Constantine Chiwenga, de «sorprendentes» y calculadas para «perturbar la paz nacional y la estabilidad».
«Las fuerzas de defensa de Zimbabue permanecen como el principal depositario en lo que respecta a los logros de la lucha por la liberación. Y, cuando estos están amenazados, estamos obligados a tomar medidas correctivas», aseveró Chiwenga.
Sus declaraciones llegaron una semana después de que Mugabe, destituyera a su vicepresidente y veterano de guerra, Emmerson Mnangagwa, a quien muchos consideraban como su posible sucesor.
Mnangagwa era hasta entonces uno de los aliados más antiguos de Mugabe, quien a sus 93 años ha gobernado el país desde hace 37 y es el jefe de Estado más viejo del mundo.
El ex vicepresidente fue acusado, al parecer por la esposa de Mugabe, Grace, de conspirar en contra del mandatario.
En un comunicado, Mnangagwa se quejó de que el partido haya sido «secuestrado». Tras su salida del gobierno, aseguró que había recibido amenazas y huyó a Sudáfrica.
Esto permitió que la primera dama, Grace Mugabe, se posicionara como la clara favorita a suceder a su marido; que no llegó a pronunciarse al respecto.