Luxor (Egipto), 25 nov (EFE).- Egipto celebró este jueves un espectáculo de estilo faraónico con una procesión por la antigua Avenida de las Esfinges, un corredor entre el templo de Luxor y el complejo religioso de Karnak, con el que quiso revivir el esplendor que mantiene la ciudad monumental, antigua capital imperial de Tebas.
Al igual que en el llamado «desfile dorado» del pasado abril en El Cairo, el Gobierno organizó un evento con luces, música, danza y un desfile recreando una procesión que se celebraba en la capital tebana, situada a orillas del Nilo en el centro del país, con cientos de figurantes vestidos como en la época faraónica.
La ceremonia, retransmitida en vivo por todas las televisiones egipcias y compartida vía satélite con el resto del mundo, hizo conexiones con otros atractivos turísticos como la necrópolis del Valle de los Reyes, el grandioso templo de Hatshepsut o el museo de Luxor, iluminados para la ocasión.
UNA PROCESIÓN DE ÉPOCA FARAÓNICA
La procesión por la Avenida de las Esfinges copió los principales elementos de la fiesta de Opet, en la que cada año, el día 15 del mes de las inundaciones por la crecida del río Nilo (equivale actualmente a septiembre) salían en procesión estatuas de los dioses Amón-Ra, su esposa Mut y el hijo de ambos, Jonsu.
Dicha ceremonia, que representaba la regeneración de Amón-Ra (la principal deidad del Antiguo Egipto) y, por tanto, del propio faraón, se realizó durante algunas épocas por el Nilo y en otras por la avenida, que corría en aquel momento en paralelo al río, con las barcas llevadas en andas.
Como en el Antiguo Egipto, cuando las imágenes de los tres dioses eran llevadas sobre barcas que salían en procesión del templo de Karnak, las reproducciones de tres de estas embarcaciones ceremoniales fueron conducidas al templo de Luxor entre cánticos, bailes, el redoble de decenas de tambores y fuegos artificiales.
Pero a diferencia de entonces, cuando esta festividad era una de las pocas ocasiones en las que el pueblo llano podía ver en vivo las representaciones de sus dioses y rendirles culto porque tenían vetada la entrada a los templos, esta vez los habitantes de Luxor han tenido que verlo por televisión.
Solo pudo presenciar el acto un grupo selecto de personalidades egipcias, diplomáticos extranjeros y los ministros del Gobierno, y como invitado de honor, el presidente Abdelfatah al Sisi, que antes del desfile recorrió parte del camino restaurado.
RECUPERACIÓN DE LAS ESFINGES
La excusa el elaborado evento promocional fue la finalización de la restauración de la Avenida de las Esfinges, también llamada de los carneros, el mayor proyecto de este tipo en el que han estado trabajando arqueólogos y expertos desde 1949 con interrupciones, según el Ministerio de Antigüedades.
Esta avenida -de 2,7 kilómetros de largo y 76 metros de ancho que enlazaba de norte a sur los principales espacios religiosos de la antigua capital tebana- estaba jalonada por 1.200 esfinges, los mitológicos seres con cuerpo de león y cabeza, en general, humana, aunque algunas de las de Luxor eran de carnero.
El camino estuvo mucho tiempo cubierto por casas, pero fue despejado y recuperado, al igual que algunas de las estatuas, aunque no todas han podido ser salvadas: un total de 120 esfinges, un 10 % de las que tenía originalmente el recorrido, vuelven a estar en su lugar, aunque muchas de ellas están incompletas.
RECLAMO PARA EL TURISMO
Este espectáculo de tintes épicos se enmarca en la campaña del Gobierno egipcio para impulsar el turismo y mejorar la imagen internacional de país en torno a la imagen del antiguo imperio faraónico, que vivió una de sus épocas más doradas en la ciudad de Luxor, considerada por el Ministerio de Antigüedades «un museo al aire libre».
La campaña empezó con un espectacular desfile de veintidós momias de faraones y faraonas desde el Museo Egipcio en el centro de El Cairo a su nuevo emplazamiento, en el nuevo Museo de las Civilizaciones, otra atractivo turístico recién inaugurado.
Siguió con el peliagudo traslado de la barca funeraria de Keops de los pies de la pirámide que lleva su nombre, en la meseta de Guiza, al adyacente Gran Museo Egipcio, actualmente en construcción y cuya inauguración se prevé para 2022.
Egipto pretende recuperar el número de visitantes extranjeros que perdió a raíz de la revolución de 2011, que llegó a rozar los 15 millones anuales, y que, después de una recuperación en los últimos años, volvió a descender por la pandemia de la covid-19.