En la biología de la sexualidad humana son muy conocidos el llamado ‘Efecto Coolidge’ y ‘Efecto Mae West’.
Veamos su origen. Calvin Coolidge (1872-1933) fue Presidente de los Estados Unidos entre los años 1923 y 1929, y tenía fama de ser muy taciturno. Según una anécdota, en una ocasión visitó con su esposa una granja avícola. El granjero fue con la Primera Dama para ver un corral y vieron un gallo que copulaba con una gallina. La Primera Dama le preguntó al granjero: “¿Cuántas veces al día puede copular ese gallo?”. El granjero le respondió: “Docenas de veces”. Entonces ella le dijo: “Vaya y dígaselo al Presidente”. Efectivamente, el granjero fue donde estaba el Presidente y le dijo que por instrucciones de la Primera Dama, le informaba que un gallo puede copular docenas de veces en un día. Entonces el Presidente Coolidge le preguntó al granjero: “¿Con la misma gallina?”. El granjero le respondió que no era con una misma gallina sino con muchas gallinas distintas. Entonces el Presidente le dijo al granjero: “Vaya y dígaselo a la Primera Dama”.
En general, está muy bien estudiado en muchas especies de animales que cuando los machos tienen mayor diversidad de hembras, entonces se estimula su actividad de copulación. Asimismo, los estudios y las evidencias indican que los hombres tienen una mayor tendencia que las mujeres a buscar nuevas parejas. Es decir, es más frecuente que los hombres busquen aventuras sexuales con mujeres distintas a la esposa, que el caso inverso: Que las mujeres busquen aventuras sexuales con hombres distintos al esposo. Inclusive eso ocurre también en los casos de homosexualidad masculina y femenina. Así, las parejas de lesbianas tienden a ser más duraderas y estables que las parejas de hombres homosexuales.
Por otro lado, algunos autores señalan que en el caso de las mujeres también puede darse el ‘Efecto Mae West’. El nombre deriva de una famosa actriz neoyorkina llamada Mae West (1893-1980), que participó en películas como: ‘Noche tras noche’ (1932) y en comedias en las cuales el tema central era su voluptuosidad sexual con diversos hombres. Esas películas y comedias fueron objeto de fuertes críticas y ella se convirtió en un símbolo de una mujer con una vida sexual intensa y variada. Entonces, según diversos autores, en algunos casos las mujeres pueden buscar la variación sexual para lograr una mayor satisfacción y desempeño sexuales. No obstante, ya dijimos que el ‘Efecto Mae West’ es menos frecuente que el ‘Efecto Coolidge’, aunque la razón quizás estribe en factores culturales y sociales, como por ejemplo la represión de la sexualidad de la mujer. En efecto, en artículos anteriores como: ‘La Mujer ha sido reprimida en su sexualidad’ que publiqué en este diario en fecha 20/01/2021, vimos abundantes referencias sobre la represión sexual que ha sufrido la mujer.
En fin, tanto el ‘Efecto Coolidge’ como el ‘Efecto Mae West’ representan una seria amenaza para la estabilidad de la pareja monogámica en la sociedad y el problema no es de fácil solución (1).
De hecho, con los estudios de pruebas de paternidad con ADN se han encontrado resultados alarmantes sobre hijos concebidos en relaciones extramatrimoniales.
El eminente científico británico Richard Dawkins (nac. 1941) es uno de los más importantes divulgadores de la teoría biológica evolutiva, y en Diciembre del año 2000 fue invitado por el gobierno británico para que escribiera un ensayo sobre un tema de importancia, con el fin de que fuera considerado por el Primer Ministro Tony Blair (nac. 1953), que fue Primer Ministro del Reino Unido entre 1997 y 2007.
Dawkins escribió un ensayo extraordinariamente interesante titulado: ‘Ciencia, Genética y Ética’ (2), en el cual analiza, entre otras cosas, el asunto de elaborar un archivo nacional con los datos del ADN de cada ciudadano. En efecto, en el Reino Unido se consideraba la posibilidad de determinar con precisión el ADN de cada persona, lo cual permitiría elaborar un archivo o banco de datos de ADN, similar a los actuales archivos de huellas dactilares que poseen los organismos oficiales.
No obstante, Dawkins advierte que diversos autores y organizaciones de libertades civiles ven con recelo esa posibilidad debido a las consecuencias familiares y personales que podría tener. Dawkins lo expresa con las siguientes palabras: “Un número sorprendentemente elevado de personas de todas las edades, no están relacionadas genéticamente con el hombre que piensan que es su padre. Para decirlo de la manera más suave, no está claro que desilusionarlas con evidencia concluyente de ADN podría aumentar la suma de felicidad humana. Si existe un banco nacional de datos de ADN, sería difícil controlar el acceso no autorizado (…) No hace falta esforzarse mucho para imaginar las recriminaciones en muchas familias y la desdicha privada que se derivaría de una información libre sobre la verdadera paternidad (…) Actualmente es posible que un marido celoso haga un análisis de saliva o sangre de uno de sus supuestos hijos y lo compare con el de su propia saliva o sangre, para confirmar su sospecha de que él no es el verdadero padre. ¡Pero un banco nacional de datos añadiría que por medio de una rápida computadora se encontraría de inmediato cuál de todos los hombres del país es el verdadero padre!” (3).
Eso que plantea Dawkins es muy serio, porque hay que imaginarse la perplejidad de muchos hijos al enterarse de que su verdadero padre no es su supuesto padre, sino un ciudadano que quizá ni siquiera conozcan. Igualmente, hay que imaginarse los conflictos de pareja que se crearían cuando un hombre detecte que su supuesto hijo no es suyo sino de otro hombre.
Sobre estas cuestiones ya se conoce algo desde hace décadas. En los años 1940 un investigador hizo un estudio en un hospital de Estados Unidos sobre los grupos sanguíneos de padres y bebés, y se sorprendió al descubrir que por lo menos un 10 % de los bebés no eran hijos de su supuesto padre. Ese investigador se alarmó tanto con sus resultados que nunca se atrevió a divulgarlos, y sólo los comunicó en forma privada muchos años después al conocido autor estadounidense Jared Diamond (nac. 1937) que es geógrafo, biólogo, fisiólogo evolucionista, biogeógrafo, y ha sido Profesor de Fisiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de California en Los Ángeles (4).
Jared Diamond refiere que posteriormente se han realizado estudios genéticos en Estados Unidos e Inglaterra y se ha descubierto que entre un 5 % y un 30 % de los bebés en esos países no son hijos del supuesto padre. Dicho en otras palabras, son el resultado de adulterio (5).
David P. Barash (nac. 1946) es Doctor en Zoología y Profesor Emérito de Psicología en la Universidad de Washington. Él y su esposa Judith Eve Lipton (nac. 1951), que es médica psiquiatra, publicaron en el año 2001 una importante obra titulada: ‘El Mito de la Monogamia. Fidelidad e Infidelidad en Animales y Personas’ (6). Esa obra tuvo mucha repercusión y fue muy divulgada.
En esa obra refieren estudios hechos en la Gran Bretaña que evidencian que entre 4 % y 12 % de los niños son resultado de adulterio, y ellos señalan que tales estudios son coherentes con el valor promedio de un 10 % que se ha encontrado (7).
Nótese, que el porcentaje de infidelidad en realidad es mucho mayor, porque muchas relaciones sexuales extramaritales no necesariamente resultan en un embarazo.
Hasta donde conozco, en nuestro país no se han realizado estudios genéticos que permitan detectar el porcentaje de bebés que no son hijos de su supuesto padre, pero se puede suponer que sea similar a los porcentajes encontrados en esos países. No obstante, podemos pensar que conocer el ADN de cada ciudadano podría desatar un verdadero pandemónium en muchas familias.
En conclusión, el tema de la monogamia es muy peliagudo y no es fácil prever cómo podría ser la familia del humano en un futuro.
NOTAS: (1) Sobre el ‘Efecto Coolidge’ y el ‘Efecto Mae West’ véanse Pags. 189-191 en Paul Ehrlich (2000) ‘Human Natures, Genes, Cultures and the Human Prospect’. Island Press, Washington. (2) ‘Science, Genetics and Ethics’, Pags. 27-38 en Richard Dawkins (2003) ‘A Devil´s Chaplain. Reflections on hope, lies, science, and love’. Houghton Mifflin Co. Boston (3) Pag. 33 en R. Dawkins, Op.cit. (4) Pags. 85-86 en Jared Diamond (1992) ‘The Third Chimpanzee. The evolution and future of the human animal’. HarperCollins Publishers. New York. USA. (5) Pag. 86 en Jared Diamond, Op.cit. (6) David P. Barash and Judith Eve Lipton (2001) ‘The Myth of Monogamy. Fidelity and Infidelity in Animals and People’. A.W.H. Freeman. New York (7) Pag. 162 en David P. Barash and Judith Eve Lipton, Op.Cit.
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