Washington, 3 mar (EFE).- La Casa Blanca aseguró este miércoles que aún está investigando el ataque contra una base iraquí en la que están destinadas tropas de Estados Unidos y no descartó tomar represalias, pero dijo que evitará cualquier respuesta «precipitada» que pueda inflamar las tensiones en la región.
La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, afirmó que Washington todavía no tiene claro quién es responsable del ataque con diez cohetes que impactaron este miércoles en la base militar de Ain al Asad, en la provincia iraquí Al Anbar (oeste), que alberga a unos 2.000 militares estadounidenses.
«Si consideramos que esto merece una respuesta, tomaremos de nuevo medidas, en la forma y el momento que elijamos. Nos reservamos esa opción», dijo Psaki.
«Lo que no haremos es tomar una decisión precipitada o mal informada que pueda escalar las tensiones aún más o acabar suponiendo una ventaja para nuestros adversarios», añadió.
La portavoz recordó que la semana pasada Biden ordenó un bombardeo a milicias proiraníes en Siria, que dejó al menos un muerto y dos heridos; y lo hizo como represalia por un ataque a otra base en Erbil (norte de Irak), que mató a un contratista estadounidense y dejó varios heridos entre los militares de Estados Unidos e Irak.
Al contrario que ese ataque, el registrado este miércoles en Irak no dejó víctimas ni heridos estadounidenses, aunque un contratista de esa nacionalidad sufrió un paro cardíaco durante el bombardeo y falleció poco después, informó en un comunicado el portavoz del Pentágono, John Kirby.
«No podemos atribuir la responsabilidad del ataque en este momento, y no tenemos una evaluación completa de las dimensiones de los daños» a la base, añadió Kirby.
La célula de comunicación de seguridad del Gobierno iraquí aseguró este miércoles en un comunicado que no hubo «pérdidas significativas» y que se habían encontrado las plataformas de lanzamiento de tres de los proyectiles.
La base de Ain al Asad ya había sido atacada en diciembre de 2019 con cinco misiles, que tampoco en esa ocasión causaron víctimas.
Sin mencionar el nuevo ataque en Irak, el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, justificó este miércoles el bombardeo estadounidense de la semana pasada contra milicias proiraníes en Siria.
En un discurso, Blinken prometió que Estados Unidos dejará de intervenir militarmente en otros países para cambiar regímenes o «promover la democracia», pero sí lo hará «cuando estén en juego vidas estadounidenses o intereses vitales» del país, como -argumentó- ocurrió en el caso del ataque a la base iraquí en Erbil.