Edwin Valero: 10 años de acabarse la gloria y pasar de leyenda al olvido

 

Luis Cárdenas.- Hoy domingo 19 de abril se cumplen exactamente diez años o una década del trágico desenlace final de uno de los deportistas que estaba llamado a ser leyenda, pero que su gloria se empañó y terminó en una triste tragedia por la que muchos lo recuerdan con resentimiento, dolor y amargura, más allá de sus grandes logros. Se trata de la partida del pugilista doble campeón mundial de boxeo, Edwin Valero.

El número

40

Se estiman que hayan sido las detenciones que tuvo el boxeador por diferentes motivos, entre la violencia domestica con su esposa e incluso su progenitora y por agresiones en bares y en la calle.

Edwin Antonio Valero Vivas, nacido el 3 de diciembre de 1981 en Bolero Alto, comenzó desde muy niño a llevar fuerte golpes de la vida que lo convirtieron en un peleador letal y agresivo, tal como lo demuestra su record de 27-0, con todos sus rivales mandados a la lona. Desde esa infancia oscura y triste, por venir de una familia de bajos recursos y “disfuncional”, teniendo muchas veces que dormir en la calle, hasta que recibió el acobijo del entrenador Oscar Ortega, su mentor, quien le permitió en oportunidades dormir dentro del gimnasio donde se entrenaba, se formaría un guerrero quien llegó a ganarse la estima de una nación hambrienta de triunfos, con este deporte que se encontraba en decadencia y que gracias a su estrellato volvería a estar en la palestra.

Fueron años de oscuridad para un joven que quizás expresaba sus temores y frustraciones en el ring, donde no les dejaba oportunidad a sus oponentes. Tras un paso por el amateur, donde conseguiría tres títulos nacionales en 92 peleas (86-6, con 45 Kos), le llegó el momento de saltar al profesional y desde el primer momento su carrera fue ascendiendo.

Sus primeras victorias tenían el mismo sello, nocaut en el primer asalto, así fueron pasando los combates, hasta que cayó un primer record: se convirtió en el primer púgil en conseguir 16 Ko’s de manera consecutivas apenas en el round inicial, marca que databa desde 1905 cuando Young Otto la dejó en 15. La llevó a 18 en total el 25 de febrero del 2006, manteniéndola en su poder por dos años, hasta que el norteamericano Tyrone Brunson se la arrebató el 29 de marzo del 2008.

Su primera corona

Con el palmarés impresionante que llevaba (19-0, 19 Kos) le llegó su primer gran momento. Un tal Vicente “Loco” Mosquera fue el rival que le permitiría alcanzar la gloria el 5 de agosto del 2006, coronándose campeón mundial del peso súper pluma de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB o WBA en sus siglas en inglés). No fue fácil, fue el primer oponente que le aguantaba tanto, pero al final tuvo el mismo destino que los demás: que su pelea fuera detenida antes de que llegaran las doce campanadas (se definió en el noveno asalto). El panameño, en su casa, sería además el único que enviaría a la lona a Valero en su carrera.

Ante la llegada de la fama, también llegarían los problemas, los derroches, la vida loca, excesos de alcohol y drogas, a su vez, el mal asesoramiento de personas poderosas del gobierno, con el que llegó a tener vínculos importantes, incluso con el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez (+), a quien lo tenía como compadre. Todos querían tomarse la foto con el campeón y figurar, sin importar el costo, tapándole sus errores como tal gato esconde bajo tierra sus defecadas.

El dinero, reconocimiento mundial y poder lo fueron transformando, además de estar “tocado”, al sufrir un accidente en moto en el 2001, por el que le colocaron una platina en el cerebro, que fue motivo para que en primera instancia le prohibieran pelear en Estados Unidos. Llegó a ser tan temido dentro y fuera del cuadrilátero, pues algunos de los llegados a él les daban miedo decirle las cosas que estaba haciendo mal en el momento por su carácter y agresividad, esa misma que mostraba en el ring y con ese puño de acero ¿Quién iba a estar dispuesto a recibir un nocaut por “desubicado”?

(Getty)

Segunda consagración

Valero lograría su segunda corona, tras dejar vacante su cetro súper pluma, luego de cuatro defensas exitosas. El 4 de abril del 2009 derrotó por KOT al colombiano Antonio Pitalua, para colocarse el cinturón del peso ligero, siendo su primera y única pelea en suelo norteamericano. Así acrecentaba su legado deportivo, que debe ser recordado por siempre, aún cuando el hombre -no la figura deportiva- tenga sus pecados que deberá pagar ante el altísimo, pero ¿quiénes somos nosotros los humanos para juzgarlo?

Los grandes éxitos estaban a la vista, el mundo hablaba del “Zurdo explosivo”, el “Dinamita”, “El Inca”, “Puños de Hierro”, “El Aniquilador” y otros apodos que se fue ganando por su pegada. Se ventilaba que ese letal pegador estaba listo para ser leyenda y en el camino sonaba un nombre que le permitiría lograr ese fin, un grande como el filipino Manny Pacquiao.

Parecía que para el 2010 o 2011 se tendría que estar dando esa pelea con el multicampeón, quien se encontraba en su mejor momento también. En ocasiones se decía que el hoy en día congresista de su país le huía a esa posibilidad de tener frente a frente al zurdo que se había codeado con los grandes, dejándole “resacas” hasta al propio Oscar de la Hoya, que en un sparring con el criollo en el 2008 fue víctima de su poderosa pegada.

Realizó dos defensas con ese segundo cetro y ante dos mexicanos reconocidos, como fueron los casos de Héctor Velásquez y Antonio De Marco, este último sería su combate final, el que desarrollarían el 6 de febrero del 2010 en Monterrey.

Perdiendo el norte y el gobierno apoyándolo

A medida que fue creciendo su figura deportiva se fueron agrandando sus problemas, los mismos que estuvieron ocultos en ocasiones gracias al apoyo que tenía del gobierno, que respondía ante la justicia por él, lo protegían y le daban luz verde para que siguiera desordenándose por decirlo de cierta manera.

Los escándalos se iban haciendo más fuertes en El Vigía, a la misma velocidad con la que conducía su Mustang (en el 2009 realizó una velada boxística en el gimnasio José Luis Varela y se cuenta que trasladó de regreso a Maiquetía a los boxeadores mexicanos invitados, cronometrando seis horas desde el municipio Alberto Adriani a la capital), del que, hasta Ortega -el único hombre capaz de ponerlo en cintura cuando se descarrilaba- una vez le pidió que lo dejara bajarse, al tomar las curvas de La Palmita a más de cien kilómetros por hora.

Un altercado en los buhoneros de El Vigía, donde presuntamente le incautaron una pistola, por el que pasó la noche tras las rejas, vino acompañado por una liberación y borrado del expediente, gracias a una llamada de un pesado del gobierno, quien llamó desde la propia presidencia de la república. Pero no fue el único pasado oscuro que tuvo el hombre en cuyo pecho tenía tatuado al líder revolucionario que gobernaba el país, donde todas sus faltas no fueron ni condenadas legalmente ni tampoco tuvieron su toque de atención, solo el que recibiría el 28 de marzo del 2010, donde un juez le ordenaba colocarse en tratamiento psiquiátrico por seis meses por los constantes maltratos hacia su conyugue, quien fue hospitalizada al sufrir una fractura de dos costillas y perforación de pulmón, pero no hubo denuncia.

Su familia

Ayudó a los demás hasta que quiso

Valero, consciente de lo difícil que era ser de bajo recursos, tuvo sus detalles y su buen corazón para también ayudar a otros necesitados. Fue así como se creó la fundación benéfica que llevaba su nombre, contando con el respaldo de un grupo de personalidades que confiaron en él y en el que él se amparó también.

Pero algo cambió en diciembre del 2009. Fue una de esas visitas para entregar apoyos y regalos a los niños en navidad que tomó la decisión de dejar la fundación a un lado. “No necesito de la fundación para que la gente me conozca”, botó en ese momento Valero y desde ahí este redactor, quien formaba parte de esa organización, comenzó a sentir que se venía un “apocalipsis” en la carrera deportiva de un atleta de élite que en ese entonces se notaba desorientado, como si le importara poco las cosas de la vida.

El desenlace fatal

El 18 de abril llegaba ese apocalipsis a su punto más álgido. Una borrachera, combinada con psicotrópicos, un desenfreno que le llevó a una persecución policiaca y su destino encumbrado a Valencia, donde en un hotel de esa ciudad terminaría perdiendo la vida su gran amor, esposa y madre de sus dos hijos, Jennifer Carolina Vieira (+), hermana del que en la actualidad es el medallista de plata olímpico Yoel Finol. El hecho se llevó a cabo en la madrugada.

Luego de su detención, donde el púgil no mostrara lucidez, declarándose incluso inocente del atroz asesinato del amor de su vida, aunque luego reconocía haberla asesinado, al día siguiente, en horas de la mañana, el mundo se despertaba con la trágica noticia de que el doble campeón del mundo se había ahorcado en la madrugada en su celda con un pantalón, una historia confusa que al día de hoy no está clara y que tiene varias versiones, que van desde el aprovechamiento de sus carceleros (fuentes allegada a la familia dice que el boxeador llevaba una gran cantidad de dólares al momento de su detención, dinero que nunca apareció), quienes pudieron cegarle la vida, o la que oficializaron los efectivos policiales, el suicidio (asfixia mecánica).

Se apagó la luz de una gran estrella que brillaba dentro del ring, que su mirada retadora hacia intimidar hasta al más guapo, que nunca supo que en sus puños tuvo la oportunidad de escribir una de las historias más grandes del deporte para Venezuela y que tras su muerte, donde en El Vigía le brindaron un gran homenaje y estuvo acompañado por miles de personas al momento de su última morada. Hoy, una década después, pocos recuerdan al gran deportista, pero muchos no olvidan el desenlace que manchó su legado.

Jennifer Valero va por el legado de su padre

El apellido Valero sigue vivo, aunque pocos conozcan el después de la historia trágica del campeón. Su hija Jennifer Valero, quien tiene escasos 14 años, va encumbrada a ser una gran campeona, pues muchos de los que están a su alrededor dicen que tiene la misma determinación y agresividad dentro del ring que tuvo su papá.

Por su parte, su primogénito, Edwin Jr siempre ha estado desapercibido, amante del fútbol y con una vida normal, aunque sin poder disfrutar de la fortuna que lograra su padre, pues de la misma se desconoce, hay confusiones y desconocimiento de las pertenencias que tuvo el boxeador, desde vehículos e inmuebles, incluso una presunta cuenta bancaria en USA que pudo tener en su momento Valero y del que en la actualidad no han gozado ninguno de sus dos herederos.


El dato

En el 2016 se estrenó en el cine una película sobre su vida, la cual creó controversia y estuvo boicoteada por la familia al exponer cosas que para ellos no iban con la realidad de su carrera y pasado. “El Inca” fue el nombre del film que resumió su vida dentro y fuera del ring.

El Inca, la película

Para cerrar

El 14 de mayo del 2010 se exhuman sus restos en el Cementerio Cristo Rey de El Vigía, donde reposa su cuerpo, por pedido de la familia, que no estuvo de acuerdo con el informe policial y manifestaba que quedaban “cabos sueltos” en la investigación.

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