Educar la voluntad | Por. Antonio Pérez Esclarín 

                                   

Si queremos lograr personas resilientes y libres,  debemos alimentar  en la familia y en la educación, sea presencial o virtual,  el valor del esfuerzo y  de la superación.  Nada importante se logra sin esfuerzo y sin coraje.  De la  comodidad y la flojera  no sale nada valioso o importante. Son las tempestades y los vientos fuertes los que forman los mejores navegantes. Los  triunfos   suelen ser  fruto de la tenacidad y del esfuerzo, más que de los dones naturales. Sin voluntad, sin trabajo,  sin ilusiones,   nadie llega lejos ni logra metas importantes. Los grandes hombres y mujeres labraron su vida en el sacrificio, acrisolaron su voluntad en el vencimiento, se levantaron y volvieron a levantar de sus caídas. Héroes, santos, artistas, deportistas,  y científicos son un buen ejemplo. No se rindieron ni pidieron lástima,  sólo nuevas oportunidades. No se amilanaron ante los problemas, sino que hicieron de ellos la raíz de su superación y  sus victorias. Los que perseveran, triunfan.

Napoleón decía  que la victoria pertenece al que más persevera. Bolívar escribió que “el arte de vencer se aprende en las dificultades” y Benjamín Franklin afirmaba que “aquello que duele, instruye”. Quizás por eso nada enseña más en la vida que enfrentar los problemas y superar las dificultades.

Demóstenes era tartamudo y superó su problema poniéndose piedritas afiladas en la lengua  y ejercitando su oratoria frente a un mar embravecido. Así llegó a ser el mejor orador de la antigüedad. Luis Pasteur, el “padre de la bacteriología”, inventor de la vacuna antirrábica, fue un alumno mediocre y ocupaba el puesto número quince entre veintidós alumnos. A pesar de que sufrió un  ataque cerebral que lo dejó casi inválido,  se sobrepuso con esfuerzo y tesón a su situación, y siguió trabajando e investigando durante 28 años.

Los maestros de Thomas Edinson decían que era demasiado torpe para aprender. El mismo Edinson hizo casi 10.000 ensayos hasta encontrar el filamento que trajo la luz eléctrica. Albert Einstein no habló hasta los cuatro años y no leyó hasta los siete. Su maestra lo describió como “mentalmente lento, insociable, encerrado siempre en sueños tontos”. Lo expulsaron del colegio y no lo dejaron ingresar en la Escuela Politécnica de Zurich. El padre del gran escultor Rodin decía que su hijo era muy torpe y el propio Rodin fracasó tres veces en su intento por ingresar en la escuela de Bellas Artes.

Contra la opinión de algunos de que el venezolano es flojo, es  increíble la fortaleza, el  coraje  y la  capacidad de trabajo y emprendimiento de  la mayoría de los venezolanos, tanto de los  que se quedaron en el país, como de los que se fueron, que han sabido  enfrentar las dificultades y labrarse un nuevo camino a punta de esfuerzo  y sacrificio. Por ello, los  problemas y dificultades que sufrimos  en Venezuela  deben estimular nuestro coraje y entrega  y orientarlos no sólo a salidas individuales, sino a salidas colectivas, pues solo unidos  lograremos superar la gravísima crisis que sufrimos. Lamentablemente, la mayoría de los dirigentes no están a la altura del pueblo ni de las circunstancias,  pues parece no importarles  los sufrimientos  de las mayorías,,ni son capaces de sacrificar sus intereses por la salvación del país. Las próximas elecciones nos brindan una gran oportunidad para reconocer  a los que  han demostrado  capacidad de trabajo y sacrificio,  e ignorar a los egoístas, oportunistas y  divisionistas.

 


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