Educadores que han dejado huella / Por Jesús Matheus Linares

Sentido de Historia

Foto Cortesía

 

 

La educación ha sido una de las herramientas fundamentales en el crecimiento de nuestra ciudad, a lo largo de toda su historia. Y uno de esos centros del saber, lo constituye mi escuela de primaria, la Escuela Eloísa Fonseca, que comenzó sus actividades por septiembre de 1916, por iniciativa de las hermanas Álvarez de Lugo. De eso ya hace 107 años, inicialmente era para atender a niñas de la clase alta en una vieja casona donde hoy se ubica el Edificio Esmeralda, después funcionó donde hoy queda Mercantil Suramericana, y a comienzos de los 50 fue trasladada a la espaciosa casona, ubicada entre calle 9 y avenida 11, donde está la Librería Siete Colinas.

Luego, gracias a una donación de un terreno, por parte de Mario Maya, en el sector La Plata, el gobierno nacional de Marcos Pérez Jiménez, construyó la sede actual que fue inaugurada en una visita que hizo “el hombre de Michelena” a Valera, donde dejó en funcionamiento la planta física del Grupo Escolar “Eloísa Fonseca” y el Hospital Central de la ciudad, por el año 1957. Mi mamá, María Omaira Linares, me cuenta que asistió a ese colorido evento, en calidad de alumna, donde sobresalía la Banda Marcial de la Escuela, liderada por la hija de la profesor Ana Marchiandi.

La directora de ese momento fue nuestra recordada profesora Aura Salas Pisani, quien luchó hasta sus últimos días por el engrandecimiento cultural de la ciudad, siendo también pionera en la construcción de la sede del Ateneo de Valera, obra arquitectónica del arquitecto y pintor valerano, Marcos Miliani.

Y es que la “Eloísa Fonseca”, es la referencia educacional de Valera, en homenaje a esa maestra, Eloísa Fonseca, que por décadas se esforzó en la enseñanza educativa trujillana del siglo XIX; nacida en Trujillo en 1838, hija de Ireana Fonseca Suárez y Juan Francisco Martínez. Desde muy temprana edad, por 1864, asumió como directora del Colegio de Niñas de Trujillo, función que volvió a repetir en 1870, 1877 y 1883. La maestra Eloísa Fonseca murió a los 75 años en la ciudad de Trujillo, un 9 de mayo de 1913.

 

 

En 1959 se devela el cuadro con la imagen de la maestra Eloísa Fonseca en dirección del plantel. ( Foto cortesía)

 

Pepita Espinoza del Gallegos fue otra excelsa educadora que guió a buen puerto la “Eloísa Fonseca” en sus años iniciales, junto a Olga Ortega, Nícida Villegas, Ángela y Dalia Lugo, docentes que contribuyeron a la formación de muchos valeranos.

Ya en épocas recientes recordamos a la maestra Vicenta Jerez, Ángela Pulido (+), Aurora Sáez, Aura Rulo, Eugenia de Venegas, Nelly Albarrán de Covarrubia, Blanca de Ruiz, Edelmira Cardoza, Eutimia Zerpa (+), Ana Ramona Cabrita, Elsy Bracamonte, Teresa de Sangermano (+), Teresa de Barrios, Graciela de González Ortiz (+), Elena de Bastidas, “Mamá nena”, Clarita Pisani (+), Aura Cornieles (+), Hugo Matheus, José Vicente Alarcón y Tomás Semprún, nombres que vienen a la memoria cuando recordamos nuestros pasos iniciales en la primaria. Cómo olvidar la Gruta a la Virgen y el Patio Venezuela. Y los días de la “Vanguardia Escolar”.

Y ahora que recuerdo a los docentes que me acompañaron en esa fase, vaya una mención aparte a un educador que me enseñó los caminos de la historia, Arturo Cardozo, venido de Betijoque, abogado de profesión, y mi profesor de Historia en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, quien además fue presidente de la Sociedad de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe, Capítulo Venezuela, y con quien conocí la vida sacrificada y extraordinaria del sabio Rafael Rangel, cuando por allá en 1977, se dio el traslado de sus restos desde el Panteón Nacional a su natal Betijoque. Autor de libros sobre sociología, política y psicología del trujillano y de todos los andinos: “Sobre el Cauce de un Pueblo», 1963; “Proceso Histórico de Venezuela, 1986” 4 tomos; “Proceso de la Historia de los Andes Venezolanos”, 1967 y “el Andes Venezolanos”, 1967.

Con Arturo Cardozo conocimos la historia trujillana, y él consecuente a su ideal político murió cuando había sido electo como Senador por nuestro Estado. También recuerdo a otro gran docente, hijo del maestro Pedro Lucas Espinoza, Pedro Espinoza Troconis, mi profesor en Periodismo Internacional y director de la Escuela de Comunicación Social del alma máter, la UCV, durante mi época de formación académica.

Hoy he querido recordar a toda esa legión de educadores que han vivido para enseñar, contribuyendo a la formación de numerosos coterráneos.

 

jmateusli@gmail.com

 

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