Educación y democracia | Por: María Eloina Conde

 

Educación y democracia van de la mano y aunque todavía en lo político queda mucho por dilucidar, se acerca el comienzo de un nuevo año escolar y la vida para quien tiene a su responsabilidad el bienestar y formación de uno o más hijos o nietos —que es muy frecuente en nuestro país dada la crisis de migración masiva que tenemos— transcurre con angustias distintas capaz de resumirse en una lista de pendientes que se puede ir completando cuál lista de útiles escolares, esos que forman parte de la certeza de comenzar un año escolar más, con los enormes retos que eso plantea para el país y cada familia, porque ajustar un presupuesto familiar para cumplir con todos los requisitos escolares es un reto en sí mismo.

Ciertamente no basta con ir a la escuela para ser una persona educada porque no basta con tener buenas calificaciones para formar a una buena persona, integra y con criterio, no basta con tener un uniforme si este carece de sentido de pertenencia, no basta con asistir a una clase sin profundizar en la importancia  de cada jornada y, pese a todo, pronto los niños estarán comenzando un nuevo ciclo de formación.

Desde hace varios años, dar prioridad a lo primordial es a veces un reto, mucho más con la incertidumbre que vivimos en el día a día en Venezuela. El continuo flujo de información de cualquier tipo al que estamos expuestos puede saturarnos muy rápido si no ponemos filtro a las fuentes que consultamos por lo que la tarea más ardua resulta ser buscar certidumbre en medio de tanto ruido, buscar paz y calma en medio de tanta barbarie, buscar conocimiento en medio de tanta mediocridad y organizar las actividades diarias y futuras según su prioridad. Se trata de una tarea ardua sí, pero no imposible.

Hace unos días anunciaba el nuevo ministro de educación que el año escolar comenzaba en fases a partir del 30 de septiembre y anunció unas ferias escolares que estarán desplegadas en todo el país también para adquirir a bajo costo esa lista de útiles necesarios. Lo que faltó en este mensaje es si habrá presupuesto para la golpeada infraestructuras de las escuelas pública o cuándo podrán tener sueldos y salarios dignos los maestros ya que según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (CENDAS-FVM), en su publicación del mes de junio del año 2024 de la Canasta Alimentaria Familiar (CAF), una familia venezolana necesita 170 salarios mínimos para acceder a la canasta alimentaria familia, cuyo valor en julio fue de $550,39. Frente a ese monto, un sueldo base de 130bs equivalentes a 3.5 dólares al cambio oficial y 40$ de un bono de “guerra económica” mal puede hablarse de una remuneración justa. Tampoco habló el ministro de cifras preocupantes como la deserción escolar o la falta de personal calificado en las escuelas. Es demasiada información faltante para un sector que junto con el de salud, parecen ser los más olvidados y si todavía quedaran dudas vale preguntarse: ¿Cuántos de los hijos de nuestros gobernantes estudian en instituciones públicas? Aún así los padres nos aferramos a la certidumbre de continuar la educación de nuestros hijos, aunque tengamos que lidiar con todos los retos que eso supone. Buscamos certidumbre en medio de un clima social, político y educativo tan complejo como el que estamos enfrentando a diario y esto sin entrar en el campo de la educación universitaria que ha vivido una destrucción sistemática en infraestructura y capital humano como nunca antes en la historia educativa del país.

El panorama no mejora si revisamos cifras de la Universidad Católica Andrés Bello publicadas en abril del año pasado (2023) que revelaron que más del 60% de los estudiantes de 6to grado de educación básica a 5to año de educación media general en Venezuela, tanto de colegios públicos como de instituciones privadas, reprobaron evaluaciones de conocimiento matemático y verbal aplicadas por esa casa de estudios. Con números así es imposible no afirmar que hay una crisis educativa en Venezuela.

No podemos negar que hay razones para ser pesimistas pero nuestra convicción es inquebrantable: educación y democracia van de la mano y, de hecho, la educación el acto de rebeldía más grande en contra de cualquier sistema que necesita de una población pero no ciudadanos.

Bien decía el antiguo dirigente de la Universidad de Harvard Derek Curtis: “si cree usted que la educación es cara, pruebe con la ignorancia”.

 

María Eloina Conde

Septiembre 15, 2024

@MariaEloinaPorTrujillo

 

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