Edicta Mora, Catalina y Oswaldo Barreto / Por Jesús Matheus Linares

Sentido de Historia

Filósofo de profesión, Barreto Miliani siempre se las arregló para quedar involucrado en la lucha política y armada

 

 

Edicta Mora y Catalina fueron la referencia obligada de los restaurantes populares en Valera. Donde Edicta, en la entrada para Santa Domingo, se preparaba un mondongo épico. Y Catalina, en pleno centro de Valera, cerca del antiguo Mercado, en la calle 12, el pabellón criollo era singular. Los costos no pasaban de Bs. 3,50.

Luego, en la salida hacia La Puerta, cerca de la llamada “recta de Jaime”, subiendo a mano derecha, antes de llegar a San Pablo, en Los Haticos, se instaló el amigo Eladio Castellano con su restaurant típico “Pollos Eladio”, que había venido desde Sabaneta. Un pollo a las brasas con mojito trujillano, hallaquitas, picante y cuajada. Toda una delicia. En esa misma vía, en San Pablo, el tío Nicolás montó su venta de guarapo de caña, sitio de parada obligada. Seguíamos subiendo y en San Isidro, estaba la Fuente de Soda San Isidro, de “Cotoy” Balestrini. Y así, hasta llegar a “Los Cerrillos”, y el Centro Familiar “El Molino”, luego La Puerta.

Y eso, sin contar las visitas obligadas en Mendoza, en el Parador Andino, justo en la entrada del pueblo, a degustar las ricas “carabinas” con picante chirel y las roscas rojas, que competían con el otro extremo de la cordillera, en Quebrada de Cuevas, que también se ha convertido en una referencia obligada para la veta de las consabidas hallacas de caraotas, el pollo asado y las chinchurrias.

Hoy día, Valera y sus alrededores muestran un creciente desarrollo en cuanto a los lugares destinados a la gastronomía. Todo el que venga a nuestra ciudad, o a cualquier parte del estado Trujillo, y no deguste estos platos típicos, les aseguro que no ha venido a Trujillo.

Eso sin contar las arepas de harina de trigo que conseguimos en las zonas de la alta montaña, donde como un legado de la cultura española han guardado esa costumbre de preparar esta guarnición que acompañamos las más de las veces con queso o huevo revuelto.

Valera es una caja de pandora en gastronomía. Tenemos restaurantes de comida internacional, china, española, italiana, en materia de pizzas, existen diversas opciones. Los valeranos hemos sido “buen diente”, y de allí ese gusto por todo tipo de cocina.

Hoy en nuestra columna recordamos a un valerano universal, que nos motivó desde el comienzo a desarrollar esta historia local. Nos referimos al profesor universitario, escritor y periodista Oswaldo Barreto Miliani y dirigente social hasta sus últimos momentos de vida.

Oswaldo Barreto Miliani fue en una época, asesor de Fidel Castro y amigo del derrocado presidente chileno Salvador Allende. Conoció muy de cerca al Che Guevara y fue amigo del poeta salvadoreño Roque Dalton. Participó en la lucha por la liberación de Argelia, y conoció a uno de los más formidables y enigmáticos líderes de la revolución en el Tercer Mundo, el marroquí Mehdi Ben Barka, quien fue luego secuestrado y asesinado en París, en octubre de 1965, en un complot liderado, al parecer, por el general Muhammad Oufkir, entonces ministro del Interior de Marruecos, con la ayuda de agentes de la policía francesa, y de miembros del servicio de inteligencia de Francia (y posiblemente, del Mossad de Israel, según indicó la revista Time en una investigación publicada en 1975).

Barreto Miliani combatió contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y fue miembro de la guerrilla que intentó derrocar al presidente Rómulo Betancourt. Fue torturado. La CIA y la KGB recopilaron con sus antecedentes un prontuario del tamaño de la guía telefónica, y, en una época, estuvo casado con una mujer que lideró la rebelión curda en Irán y ahora, septuagenaria, es considerada una diosa por sus seguidores. (La compañera de cuarto de su esposa se casó posteriormente con el Shá de Irán y pasó a la historia con el nombre de Farah Diba). Como político fue miembro del Partido Comunista de Venezuela y junto a su compañero de luchas, Teodoro Petkoff, protagonizó importantes episodios en la historia contemporánea, uno de ellos fue la espectacular fuga de Petkoff del Cuartel San Carlos y su posterior rescate del Hospital Militar “Carlos Arvelo”, con Barreto como conductor de ambulancia. Después de la invasión de Praga, fue uno de los ideólogos del cisma en el PCV a finales de la década de los 60 y ayudó a la fundación del Movimiento Al Socialismo.

 

 

Filósofo de profesión, Barreto Miliani siempre se las arregló para quedar involucrado en la lucha política y armada. “Soy un excelente ejemplo de un hombre conquistado para la causa”, de allí que su última incursión pública la realizó en el ejercicio del periodismo político, en su participación junto al “Catire del Batey” en la fundación del diario “Tal Cual”, donde se destacó por su avezada, y aguda pluma. Hoy le quiero rendir un sincero homenaje al recordarlo para siempre a ese valerano universal. ¡Paz a su alma!

jmateusli@gmail.com

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