En tales circunstancias, el economista cree que un programa de reformas económicas no se puede diseñar con base en medidas restrictivas que contraigan aún más la economía. “Las clásicas medidas de ajuste fiscal, monetario, cambiario y de precios son totalmente contraproducentes e inviables en una Venezuela empobrecida, a la que no se le puede llamar otra vez a apretarse el cinturón. Más que un programa clásico de ajuste, lo que Venezuela necesita es un programa de estabilización económica con bienestar social”, en ese sentido no descarta revisar y/o mantener algunos de los programas sociales que implementa el Gobierno de turno
“¡Es la economía, estúpido!”. La célebre frase de James Carville, asesor del demócrata Bill Clinton en la exitosa campaña que en 1992, le impulsó desde su modesto sillón de gobernador de Arkansas hasta el Despacho Oval de la Casa Blanca, criticando a su contrincante republicano George Bush (padre) porque éste seguía volcándose en los éxitos de la política exterior estadounidense como el fin de la Guerra Fría o la Guerra del Golfo Pérsico, pero se olvidaba de los problemas cotidianos y de las necesidades más perentorias de los ciudadanos. Bueno, es esa frase la que de cierta manera parece volver a tener plena vigencia – en este caso – en la cotidianidad venezolana.
Si hay una expresión que resuma los casi 5 años de mandato presidencial de Nicolás Maduro, esta es: ¡crisis económica! Y es que desde 2013 (cuando Nicolás Maduro asume como presidente) la economía venezolana comenzó a desacelerar su ritmo de actividad para entrar luego en una reiterada contracción. Así lo explica el economista Víctor Álvarez, ex ministro del fallecido presidente Hugo Chávez.
Álvarez dice que después de estos años de desaceleración y contracción, Venezuela se hunde en una profunda depresión económica, cuestión que explica el grave desabastecimiento, a los cuales se le suma ahora la hiperinflación.
“En una economía que cada vez produce menos, la emisión de dinero sin respaldo para financiar el déficit de Pdvsa y otras empresas públicas, hace arder la inflación. Mucha plata detrás de pocos bienes dispara los precios. En 2017, el PIB cayó 12% mientras que la emisión de dinero primario creció 950%. Esto explica el incremento del índice Nacional de Precios al Consumidor (Inpc) a niveles sin precedentes”.
El economista explica que la creciente masa de dinero ejerce una permanente presión en la cotización del dólar paralelo que –como lo ha reconocido el propio Gobierno- ha devenido en la tasa marcadora para la formación de precios, y la combinación de la escasez y la hiperinflación disuelven el poder adquisitivo de los hogares y empobrece a la población.
Por ello Álvarez cuestiona: “en lugar de atacar las causas que erosionan la capacidad de compra, el Gobierno se ha dedicado a decretar trimestralmente aumentos del salario mínimo. Al ser mayor el alza de los precios en comparación con el aumento salarial, el ingreso real se deteriora. Nada resuelve ganar nominalmente más bolívares si realmente se pueden comprar menos bienes (…) Las empresas cierran y el desempleo crece”.
El economista destaca que aunque el Seniat informe el sobrecumplimiento de sus metas nominales, la hiperinflación también pulveriza el poder de compra de la recaudación fiscal, la cual no alcanza para cubrir todos los gastos del propio Gobierno.
Para colocar un ejemplo, el ex ministro cuenta que en 2012 las importaciones fueron de 65 mil 951 millones de dólares, pero en 2017 cayeron a 12 mil 300 millones de dólares, apenas un 18,6% en comparación con aquel año. “La escasez de materias primas, insumos, repuestos, maquinarias y equipos importados explica en gran medida el colapso de 34% que ha registrado el Producto Interno Bruto (PIB) desde el año 2014. El petróleo cayó de un promedio de 103,46 dólares por barril en 2012, a solo 35,15 dólares por barril en 2016. Disminuyó 66% pero el Gobierno siguió pagando la deuda externa como si nada hubiese pasado”.
En otras palabras, a consideración de Álvarez, el Gobierno priorizó los pagos de la deuda externa, tanto así que – en 2016, año en que el petróleo se hundió a 20 dólares por barril y los ingresos por concepto de exportación apenas llegaron a 26 mil 473 millones de dólares – de Venezuela salieron 16 mil 41 millones de dólares para pagar el capital y los intereses de los bonos de la República y Pdvsa. “Ese año se destinó 60% del menguado ingreso en divisas a pagar la deuda externa”, añade.
Sin plata para pagar
El ex ministro alerta que el monto que la República y Pdvsa tienen que pagar en los próximos 20 años asciende a 97 mil 313 millones de dólares. “Si se suman los compromisos con China y Rusia, la deuda comercial, las indemnizaciones sentenciadas por el Ciadi, el monto total de la deuda externa supera los 180 mil millones de dólares, equivalente al 100% del PIB de 2017. Solo en pagos de capital e intereses de los bonos, un eventual próximo Gobierno tendrá que pagar en sus seis años de mandato 50 mil 59 millones de dólares. Y no hay plata para pagar. Según el BCV, las reservas internacionales al cierre de 2017 cayeron a 9 mil 700 millones de dólares. De cubrir 25 meses de importaciones en 2006, en 2018 el ahorro externo apenas alcanza para cubrir un mes”.
¿Qué hay que hacer?
En tales circunstancias, el economista cree que un programa de reformas económicas no se puede diseñar con base en medidas restrictivas que contraigan aún más la economía. “Las clásicas medidas de ajuste fiscal, monetario, cambiario y de precios son totalmente contraproducentes e inviables en una Venezuela empobrecida, a la que no se le puede llamar otra vez a apretarse el cinturón. Más que un programa clásico de ajuste, lo que Venezuela necesita es un programa de estabilización económica con bienestar social”, en ese sentido no descarta revisar y/o mantener algunos de los programas sociales que implementa el Gobierno de turno.
Álvarez comenta que los problemas más importantes que agobian a la sociedad venezolana son la escasez y la hiperinflación. Si no se sincroniza la solución de estos problemas, será imposible recuperar el ingreso real de los hogares y “desactivar la bomba de tiempo social en la que el país está montado”. “Pero sin renegociar los pagos de la deuda externa será muy difícil sofocar la hiperinflación y superar la escasez. La renegociación de la deuda externa es un imperativo para liberar los recursos que permitan levantar la producción de Pdvsa y reactivar la economía”.
PROPUESTAS CONCRETAS:
.-Para restaurar el equilibrio fiscal, las medidas – a juicio de Víctor Álvarez – están al alcance de la mano: unificar el régimen de cambios, aumentar el precio de la gasolina, sincerar las tarifas de los servicios públicos de electricidad, agua y gas doméstico, reactivar el cobro de peajes, racionalizar el arancel de aduanas, mejorar la recaudación del ISR e IVA y aplicar el Impuesto Débito Bancario (IDB) por dos años.
.-“Los programas clientelares y los ineficientes subsidios indirectos a la producción tendrán que ser sustituidos por subsidios directos a los hogares pobres”, enfatiza.
.-Para el economista, al restaurar la autonomía del BCV en la emisión de dinero y el manejo de las reservas internacionales, y aprovechar el margen de maniobra que existe para financiar el déficit fiscal sin emitir dinero inflacionario, Venezuela podrá construir la autoridad necesaria para gestionar recursos frescos en los organismos multilaterales y en las agencias de desarrollo.