El modelo económico actual de producción y consumismo sobre la base de unos recursos naturales infinitos ya se muestra escaso y precario (carestía), pues desde el siglo XX venimos generando una serie de efectos adversos sobre nuestra sociedad y, por extensión, sobre casi todo el paneta, tales como la crisis climática, la polución de ecosistemas tanto terrestres como marinos, la extinción de biodiversidad, riesgos de salud pública y escasez de materias primas que forjan, a su vez, mayores desigualdades socioeconómicas que afectan su calidad de vida. Paradójicamente, al modelo vigente de economía lineal, la economía circular permite el valimiento de los recursos naturales –materias primas y energía-, además de la reducción y recuperación de residuos al ofrecer una ocasión para reinventar nuestra economía, haciéndola más sostenible, competitiva y rentable. La economía hipocarbónica adquiere una relevancia muy especial, hoy por hoy, dada la urgencia por frenar los efectos de la crisis climática que ahora experimentamos, para lo cual se ha fijado la meta mundial de limitar el calentamiento futuro del planeta a unos 1,5 grados desde la era preindustrial. Aunque, el uso del carbón y leña como combustibles tiende a persistir en virtud de su eficacia para el suministro de energía.
La pandemia nos enseñó duramente, a vivir atentos para remitir ante el espectro de toda crisis, tal y como se reforzará, ahora, por el combate ruso-ucraniano y brinda un asidero en Latinoamérica y el Caribe para el diseño de estrategias de recuperación económica, sobre lo que venimos haciendo mal en nuestro medioambiente, a lograrse mediante la aplicación o ejercicio que incorpore dispositivos de economía circular y tecnología verde; modelos que podrían hacer a la región más adaptable a las ocasiones, penurias y ostentar resultados óptimos en términos de reactivación empresarial y pleno empleo. Tal y como su nombre lo indica, la economía circular es un modelo de producción y consumo que consiste en compartir, reparar arrendar, renovar y reutilizar o reciclar los materiales y productos existentes mediante su recuperación y aprovechamiento. Por tanto, conlleva una estrategia esencial para la sostenibilidad. Se trata de un pensamiento económico que tiene por objeto tanto la entrada de los materiales como la producción de desechos vírgenes, o cierre de los flujos económicos y ecológicos de los recursos; pues las amenazas de la crisis climática, que se agravan año tras año son cada vez, más devastadoras y auguran, potencialmente, un futuro en el cual la supervivencia se hará más compleja de lo imaginable a causa de las actividades depredadoras antrópicas (esquilmación), por lo que prioriza habilitar sistemas económicos sostenibles que nos induzcan a realizar un uso prudente de los recursos disponibles, finitos.
De ahí, la importancia de la economía circular, como estrategia, que propicia un punto de equilibrio producción/consumo, a fin de proteger al globo. Con más de un 50 por ciento de la biodiversidad, la región ofrece ecosistemas, frágiles y vulnerables a la crisis climática, tal es el caso de la Amazonía, con cerca de unas 72,4 millones de has de bosques y cobertura vegetal que se perdieron entre 1985-2018, según MapBiomasAmazonía; análoga a casi la superficie total de Chile.
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