El director venezolano, Gustavo Dudamel debutó en la Ópera de París, elevandose muy por encima de la gélida acogida que el público y la crítica han dispensado a la versión galáctica de “La Bohème” de Puccini que ha montado el alemán Claus Guth.
La puesta en escena, que parece inspirada en películas de la ciencia ficción como “Solaris” o “2001”, sitúa en un futuro indeterminado las peripecias del grupo de artistas que evocan en su vejez los tiempos felices de la bohemia.
Los abucheos arrecian en la sala tras el interludio, con un tercer acto que se abre bajo una nube de ceniza en una superficie lunar de aspecto apocalíptico y por el que desfilan -en la memoria de los protagonistas- titiriteros, mimos, niños y vendedores ambulantes.
Pese a todo, la labor de los intérpretes, especialmente de las jóvenes sopranos, la búlgara Sonya Yoncheva (Mimi) y la rusa Aida Garfullina (Musetta), despertó los aplausos del respetable, que se convierten en ovación cerrada cuando el director de orquesta venezolano apareció sobre el escenario.
Las críticas han destacado la dirección musical de Dudamel, que impregna de su brío característico al clásico de Puccini al tiempo que consigue templar los momentos más dramáticos de las parejas que forman la malhadada Mimi y el poeta Rodolfo (el brasileño Atalla Ayan) y la femme fatale Musetta y el pintor Marcello (el polaco Artur Rucinski).
“Los más bellos momentos vienen desde el foso, con los colores diáfanos y los matices infinitos de una orquesta en estado de gracia,llevada por la milagrosa dirección de Gustavo Dudamel”, apuntó el crítico del diario “Les Echos”, Philippe Venturini.