Dr. Pedro Emilio Carrillo, vocación de servir, ser útil y bondadoso

UN RECUERDO AL CUMPLIRSE 24 AÑOS DE SU PARTIDA. Su amor por su tierra, el volver a sus raíces, el entregar el alma a su terruño hicieron que PEC regresa a su lar luego de recibir su título universitario. Para él, era mucho más significativo el servirle a su gente que ser un reconocido e importante en la capital de la república.

Pedro Emilio Carrillo, descendía de una simiente privilegiada en el proceso de formación de lo trujillano

 

Por más de 20 años estuvo batallando el Dr. Pedro Emilio Carrillo contra la leucemia. Pero sobre el cuerpo del doctor Carrillo el mal se hacía sentir, molestaba por aquí, preocupaba por allá. Pero el espíritu del viejo roble, siempre se mantuvo con la alegría de vivir, estaba muy lejos de la entrega, sustentado en una profunda convicción moral que da la conciencia tranquila refrendada por la certificación interior de “que somos nada, que nos cura de las telarañas de los conflictos cotidianos, y nos coloca más allá del éxito o los fracasos», como apunta el doctor Raúl Díaz Castañeda en su libro «Tiempo y Espacio de Pedro Emilio Carrillo».

Pero hubo un momento en que no pudo más, esa alegría se apagaría el 14 de diciembre de 1994. Ese día, el gran árbol cayó. El recio caudillo, abrumado por la larga persistencia de las intrigas cotidianas de una patología sin prisas, pero segura, inderrotable por la ciencia, que hicieron llevadera durante dos décadas interminables las atenciones y afectos que le brindaron médicos, paramédicos, amigos y familiares, al fin fue derrumbado. La muerte del doctor Carrillo trascendió la cotidianidad urbana.

Cuando recordamos aquel triste día de su partida, debemos decir, que el tránsito vital de este gran médico venezolano es toda una formidable lección de cómo se pueden hacer grandes cosas a partir de las pequeñas, cuando se cargan adentro las llamaradas de la vocación de servir, de ser útil, bondadoso.

El doctor Carrillo tenía, en términos deportivos, un hándicap retador que no siempre se desenvuelve fácil por su peso de generaciones y de méritos. Nuestro personaje descendía de una simiente privilegiada en el proceso de formación de lo trujillano: del coronel Cruz Carrillo, prócer de la Independencia, con una hoja de servicios que la cierra en forma brillante en la «dispersión» de Carabobo, el 24 de junio de 1821, y de Juan Bautista Carrillo Guerra, «El Espinal» de la cultura trujillana, como lo designaría en su oportunidad el Padre Andrade por su papel fundamental en la aparición de la imprenta en el estado, por la fundación de periódicos, por su rol como educador y alto funcionario de la instrucción pública y por el ejercicio de gobierno honesto como presidente del estado. Su padre, don Pedro Carrillo, dirigió en 1911-12 la Revista Pedagógica Trujillana de consulta obligatoria.

El doctor Carrillo, fiel a ese viejo principio castellano de que «honor obliga», asumió la circunstancia de su aventura existencial en el mismo rol de sus mayores, no con el fusil de los combates de Cruz Carrillo, sí con las armas de la vida que vienen a través de la Universidad en los conocimientos de la ciencia, el oficio de una práctica médica volcada al colectivo y la sabiduría que otorga el trasegar la vida a lo largo de muchos años (vivió 84), donde nada humano le era desconocido. Comprensivo, sereno, seguro, sencillo; más dado al hacer que al decir.

 

Bondad y nobleza

 

Don Pedro Emilio junto a su inseparable compañera, su esposa Carmen en 1990

En un hermoso artículo publicado hace algunos años por DLA y firmado por Guadalupe Carrillo, hija de Pedro Emilio Carrillo, esboza en corta líneas lo que a su entender significó la vida de su parte. Aquí un fragmento de dicho texto: “Pedro E. Carrillo se ha vestido muchas veces de bondad; pero su nobleza no está allí, se encuentra más bien en el disimulo con el que ha sabido siempre servir a los demás. M i padre es maestro que ha enseñado con la vida. No puedo contar las horas del trasiego enfermos a quienes podía ayudar. Esa actitud desinteresada fue siempre el móvil de su trabajo como cirujano y como estimulador de la medicina preventiva social”.

 

El amor por su tierra

 

Un encuentro fraternal y que quedo para la historia, Don Pepe Muchacho y Don Pedro Emilio Carrillo, un abrazo de dos buenos amigos, el 19 de marzo de 1990

La obra fundamental del doctor Carrillo es variada y múltiple. A partir de 1942 Carrillo comienza a trabajar en Valera, primero en el hospital La Paz y desde 1958, cuando Pérez Jiménez lo inaugura, en el Hospital Central que hoy se llama «Pedro Emilio Carrillo» como un reconocimiento a su labor profesional y humana, en ese primer plantel de salud y docencia del estado.

Su amor por su tierra, el volver a su raíces, el entregar el alma a su terruño hicieron que PEC regresa a su lar luego de recibir su título de médico, para él, era mucho más significativo el servirle a su gente que ser un reconocido e importante en la capital de la república.

Sobre eso Raúl Díaz Castañeda, amigo entrañable, dice lo siguiente: “Pudo el Dr. Carrillo quedarse en Caracas al recibir su grado universitario, porque allí se le abría un porvenir tentador. Prefirió su tierra, su neblinosa montaña, en aquellos tiempos pérdida en los confines de la geografía. Prefirió eso a los oropeles de la capital engreída. Prefirió no ser importante para ser útil. Renunciamiento inicial que habrá de marcarlo para toda la vida, una larga vida de callado hacer de saldo positivo, una vida de servicio permanente, sin ínfulas, sin desplantes, sin pretensiones; una vida suavemente deslizada hacia donde la necesidad llama, sin esa ridícula búsqueda de figuración a la que se aterran los espíritus menores y los fariseos para adornarse de falsos prestigios. No ha habido en todo ese trayecto vital, acción social a la que no le brindara apoyo, por pequeño que pudiera ser, y siempre su palabra orientadora y estimulante, de alguna manera siempre ha estado presente en las horas en que la región o la ciudad han tenido que tomar decisiones trascendentes, porque el rasgo ciudadano de más relieve del Dr. Carrillo es el de su lealtad para su tierra.”

 

Gran maestro

 

El mejor homenaje que le podemos brindar a este gran maestro tiene que pasar por la clave de conceptos olvidados: la familia, la amistad, el trabajo, la solidaridad, todo eso que hace hermoso a lo pequeño, como dijo Schumacher.
EL Dr. Pedro Emilio Carrillo había nacido un 26 de marzo de 1910, hijo de Pedro José Carrillo Márquez y Virginia Rodríguez García. Un 14 de diciembre del año 1994 ese roble, el gran roble de Valera cambiaba de paisaje, partía al encuentro celestial.

 

 

 

 

Sus pensamientos…

 

“Todo aquel que dedica su vida a una labor meritoria, contribuye a moldear los fastos de su tiempo”

“Añoro con nostalgia y hasta incredulidad aquellos viejos tiempos fortalecedores del espíritu”

“O rescatamos la mística o seguiremos enfermos”

 

EN 1990 recibió un gran homenaje en Valera pro sus 80 años de vida, en la gráfica se le ve junto a toda su familia.

 

En el extremo derecho de pie, PEC recién graduado junto a su padres, hermanos otros familiares.

 

Fue merecedor de todas las condecoraciones en y homenajes, siempre mantuvo su sencillez y humildad

 

 

 

 Referencias y Consultas: Archivo DLA. Tiempo y Espacio de Pedro Emilio Carrillo, Raúl Díaz Castañeda. Testimonios del Periodismo Trujillano, Luis González. Médicos Trujillanos, Pedro Emilio Carrillo.

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