Gabriel Montenegro/DLA.- Luego de culminadas las celebraciones recientes del Día Nacional del Periodista, Día del Trabajador de la Radio y Día del locutor venezolano, observamos muy activo al siempre dinámico reportero gráfico de la Gobernación del estado Trujillo y radiodifusor Douglas Alberto Rivas, hombre de dilatada trayectoria en el mundo de la comunicación social y personaje popular de la ciudad de Valera.
Lo que nunca imaginamos, especialmente quien escribe esta entrega periodística, es que pocos días después de haber sido noticia como ganador de uno de los reglones que tradicionalmente se entrega en los actos alusivos a estas fechas, Douglas también sería noticia luctuosa, al ser hallado su cadáver en el apartamento que ocupaba en la Comuna 13 de Abril en el municipio Pampanito.
Un colapso cardíaco había acabado con la vida de este apreciado colega y bonachón hombre público de buen corazón, quién con creces se había ganado el respeto y aprecio del colectivo trujillano, esencialmente de las personas que le conocieron e intercambiaron con él ideas y criterios de una u otra manera.
Del barrio La Ciénaga
Al momento de su deceso, Douglas Rivas alcanzaba sus 60 años de edad, incluso en reiteradas oportunidades se ufanaba de estar «llegando al selecto club de los sesentones», cosa que destacaba con su singular buen humor.
Hijo de Juan Rivas y Sonia de Rivas, creció y se formó en el sector La Ciénaga, donde desde muy pequeño crecía a la par de sus tíos William(+), Freddy, Rafael, Alonso, Mary y María.
Tuvo también cuatro hermanos directos, Iris, Yensi, Yenni y Orlando(+), este último fallecido también de manera prematura.
Dos son sus hijos, Doublaska y Enmanuel Rivas.
El maravilloso mundo de la radio
Douglas cursó estudios de primaria y luego se fue a la educación media, donde lo esperaban los liceos «Antonio José Pacheco» y «Pedro García Leal», sin embargo, fue el maravilloso mundo de la radio con sus ondas hertzianas, la que lo cautivaría, interesándose por las cónsolas de sonidos, los efectos especiales, las oscuras y las programaciones.
En poco tiempo y de la mano de su cuñado, el también reconocido radiodifusor Manuel Oliveira, logra ingresar al staff de Radio Simpatía, donde cumple excelente papel y obtiene decidida experiencia para nuevos retos.
Otras emisoras radiales se interesaron por sus servicios y Douglas fue hasta allí, a aportar ese conocimiento adquirido, pero planteándose que trabajaría para dar calidad y no para cumplir solo un horario y tapar huecos.
Sus exigencias laborales no fueron del agrado de varios dueños de estaciones, sin embargo cuando se daban cuenta de sus razones de inmediato aceptaban sus planeamientos, dirigidos siempre a mejorar.
Fue pupilo de Luis «Pecas» Paredes, en su tiempo en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Radio-Seccional Trujillo y se dedicó a la buena organización y a cumplir cabalmente sus tareas asignadas.
Hombre amante del campo
Douglas el «Muérgano» Rivas, como sus amigos más cercanos lo etiquetaron, se ganó ese remoquete por utilizar esa frase cariñosa como su saludo habitual para todos sus cercanía.
«De mis abuelos recuerdo que utilizaban todas esas expresiones nacidas de la trujillanidad, como «muérgano», «zángano» «vagabundazo», «resabiao», modismos utilizados mayormente por nuestros abuelos para reprendernos por alguna travesura».
De ese arraigo campesino no se desprendió Douglas nunca, siendo muy común encontrarlo en varias comunidades de nuestros Valles Altos y pueblos de la Zona Baja trujillana.
Nuestro protagonista, incluso se daba a la tarea de recoger y pedir donaciones de ropa usada en buenas condiciones, y maleta en hombro tomaba rumbo a alguno de los pueblitos que conocía, donde repartía la ropa y pernoctaba junto a los campesinos, generalmente pequeños productores de hortalizas con quienes compartía como si se tratara de uno más de ellos.
Ese era Douglas, un hombre desprendido de perjuicios que amaba ser trujillano y mostraba henchido sus raíces parameras.
Curva de Calembe, Tomón, El Quebradón, La Culebrina, Mendoza Fría, La Quebrada, Tuñame y muchos otros caseríos y pueblitos, recibían con cariño inigualable a aquel personaje de baja estatura y cabeza rapada.
» Gabriel…cada día me convenzo que aquí en nuestros campos vive la mejor gente del mundo», me dijo hace muchos años cuando coincidimos cerca de una comunidad paramera regional, en la cual cubría un evento de la Gobernación del estado, mientras yo lo hacía por la prensa escrita. Eso lo decía por la amabilidad, sinceridad, honestidad, sencillez y hospitalidad de nuestros campesinos.
De igual manera tenía especial aprecio por sus amigos de la infancia y juventud, entre ellos Iván Hidalgo, Ramón Peña Altuve, Ever Montilla, Juan Toro, Freddy Salas, Humberto y «Cambure» Briceño, los hermanos Ruz, hermanos Moreno, hermanos La Cruz, el popular «Capino», los integrantes del grupo de WhatsApp «Amigos de toda la vida», Leo Toro, Pepe Maldonado, Jesús Méndez, Javier y Julio Uzcátegui, el gordo Carlos (+), Wolfgang Marín, Beto y Atilio Peñaloza, entre otros buenos amigos y paisanos. De buena «muela», era contagioso verlo degustar refrigerios y comidas con gran apetito y picardía con la finalidad de que lo criticáramos y luego soltar su habitual carcajada por su provocación culinaria.
Sin reconocimiento del gobierno
Douglas se quejó siempre del nulo reconocimiento dado por varios mandatarios regionales a quienes laboraban en las oficinas de prensa y a los propios comunicadores sociales de los distintos medios del estado, recalcando que la mayoría de ellos no se daba cuenta de la enorme trascendencia del testimonio de sus gestiones a futuro plasmada por los periodistas.
» Cuando salen de sus períodos y vuelven a aspirar retornar a algún cargo de gobierno, es que reconocen la importancia de los comunicadores sociales…allí sí se acuerdan de uno»- expresaba en tono molesto. Por supuesto que reconocía a los mandatarios para quienes siempre ha sido importante la comunicación social.
Sus frases inmortales y dicharacheras
Douglas también se caracterizó por ser un estupendo compañero de bohemia; su jocosidad, candidez y aprecio por quienes compartía era evidente y de allí aquellas famosas frases saludas de su ingenio propio serán inmortales para quienes lo recuerden con cariño.
«Epa…muérgano»…» Vámonos pá Escuque» …»Pero sin beber?». Días previos a su inesperado deceso, estuvimos compartiendo con él y coincidimos en Pampán, en el acto dedicado a la Radio Trujillana, donde propuso en su intervención la creación de la Escuela de Operadores y Productores regionales, al lado de los personeros del «Sintrtctaet».
Douglas se despidió a la calladita, después de haber manifestado a sus compañeros de «Paisana» sentirse algo enfermo y retirarse hasta su apartamento. Pocos días después lo estábamos despidiendo y pocos creían lo que le había ocurrido.
Con este noble hombre público, se va también un pedazo de la alegría, el optimismo y la jocosidad trujillana.
Ya no tenemos al «Muérgano» Douglas, pero nos queda el recuerdo inmarcesible de su bella personalidad de gente buena….Sin dudas un buen hombre y un gran trujillano.
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