Dos migrantes tachirenses relatan maltratos y robos en Guatemala, Honduras y México

Juan Sandoval (24) y Eduardo Parra (50) conocieron lo que es la maldad y el abuso de autoridades en Honduras, Guatemala y México, intentando llegar a los Estados Unidos. Ambos cuentan el desprecio ciudadano, el robo policial y el terror en El Darién

Migrantes venezolanos continúan enfrentando actitudes xenofóbicas y abusos de poder en el trayecto terrestre hacia los Estados Unidos. Fotos: Carlos Eduardo Ramírez

Las denuncias de maltratos y robos a los migrantes venezolanos que se dirigen hacia los Estados Unidos vía terrestre siguen en aumento. Honduras, Guatemala y México se han convertido en los principales verdugos de quienes salieron del país soñando mejorar su situación.

Los tachirenses Jean Sandoval, de 24 años de edad, y Eduardo Parra de 50 años, vivieron por separado estas agresiones cuando decidieron emigrar hace un año. Ambos indicaron al Diario de Los Andes que familiares y vecinos que han realizado el recorrido en las últimas semanas, les cuentan que el terror y el abuso aumenta con el paso de los días.

Sandoval fue atacado en Honduras para robarlo. Estaba durmiendo en una calle, después de haber pedido dinero durante todo el día para poder continuar el camino de regreso, pues a pesar de que había logrado llegar a México, la falta de dinero lo obligó a volver a Venezuela. No pudo cruzar a los Estados Unidos.

Jean Sandoval de 24 años de edad, no pudo continuar el trayecto de México a Estados Unidos por falta de dinero. Foto: Carlos Eduardo Ramírez

“No tenía más recursos entonces me tocó pedir. Duré como hasta las 9 (de la noche) pidiendo y a esa hora yo me acosté. Metí el todo el dinero que había hecho en el bolso. Yo tenía una cobija, vi por allá un techito y un un bordecito como un muro, y me acosté a dormir ahí. Yo sentí como pasos, pero como cuando arrastran el pie, y me quito la cobija. Lo primero que yo veo es que al lado mío una persona, y volteo hacia el frente y veo otra, y veo hacia este lado y dos más, y hacia allá había otros dos”, relató.

Al preguntar qué ocurría, los hombres le dijeron que les habían dicho que estaba robando, pero él les explicó que había estado pidiendo porque era un migrante venezolano, y que al día siguiente continuaría su camino. En ese momento uno de los hombres le dice a otro “píquelo” y sacó un machete.

“Le dije, no, pero ¿Cómo así que me pique? Ya cálmese. Y me dijo, muéstreme lo que tiene en el bolso. Pero yo tenía una gorra. Agarré la gorra, me la coloqué, embojoté lo que tenía, hice que iba a abrir el bolso y salí a correr, y me salieron a corretear dos, y yo cruzo una calle y había un chamo vendiendo como pollo. A lo que yo crucé la calle, yo volteé a mirar de nuevo y los manes se iban devuelto”, acotó.

Cobros en 16 paradas

A Eduardo Parra los funcionarios de Guatemala le quitaron el dinero que llevaba, cobrando diez dólares en cada retén. Él viajaba con sus tres hijos de 19, 21 y 23 años, por lo que tenía que cancelar 40$ en cada parada.

“Migrante es migrante señora. Hay países que lo tratan a uno mal. Guatemala es uno, México es otro. Por allá nos conseguimos un señor de buen corazón en Guatemala, y nos ofreció su ayuda que esta es la fecha y yo todavía hablo con él, dándole las gracias de lo que nos ayudó”, dijo.

En Guatemala, Eduardo Parra tuvo que pagarle 16 veces a los policías que se subían a los autobuses. Foto: Carlos Eduardo Ramírez

 

Recuerda con tristeza y los ojos aguados que los guatemaltecos desprecian mucho al migrante venezolano, a lo que se suma el robo de los funcionarios policiales, en alianza con los conductores de los autobuses.

 

“Los autobuseros ya tenían todo dónde están los retenes. Ahí se paraba la policía y le sacaba a uno la plata de los bolsillos y que si no lo deportaban. Entonces ahí era donde venía la humillación de ellos hacia uno, porque lo agredían físicamente y verbalmente a uno… De Guatemala hacia la frontera de México fue un autobús que se llevó nueve horas, y en las nueve horas paró 16 veces, y en las 16 veces nos quitaban de a 40 dólares en cada parada, 10 dólares por cada uno”, describió.

Para Parra, México también fue un tormento, pues en el momento en que viajó no se permitía subir a los autobuses a migrantes venezolanos, por lo que les tocaba caminar nueve horas en un recorrido que en vehículo era de 60 minutos. En medio del cansancio, los policías mexicanos los perseguían para detenerlos.

“Los de migración salían correteándolo a uno. Yo estuve preso en Siglo Veintiuno, en Tapachula. Estuve preso tres días. Incomunicado como un delincuente, no siendo delincuente porque yo no tengo ningún tipo de antecedente policial”.

El Darién

Jean y Eduardo también recuerdan las cosas dolorosas que presenciaron en la Selva del Darién. Ambos vieron a ciudadanos con fracturas en sus extremidades y cabezas, a personas muertas y niños abandonados.

“Vi un bulto hacia lo lejos. Una chama con botas blancas. Me acuerdo tanto una camisita azul y una licra negra. La verdad ya la habían sacado, ya la había traído el río desde bien arriba. Vi un señor que se cayó y se partió la cabeza. Unos chinos o que iban ahí con nosotros al lado, de esos cuatro solamente llegaron dos, porque supuestamente dos atrás se murieron”, relató Jean Sandoval.

Por su parte Eduardo Parra recuerda con tristeza a niños abandonados y un hombre fallecido a la orilla del río, producto de un infarto.  “¿Qué vivimos? Angustia y dolor. Una hermana de nosotros que me dijo váyase y cuando estén allá, yo miro cómo nos llevamos un niño discapacitado para avanzarlo por la selva. Apenas pude me comuniqué y le dije que eso no lo hicieran porque era imposible. Es demasiado fuerte eso”, dijo.

Ambos estiman que necesitan 2.500 quinientos dólares cada uno para poder atravesar la selva del Darién y llegar al menos hasta México. A pesar de los maltratos que han enfrentado y de no contar con recursos para volver, están dispuestos a recorrer la travesía una vez más con el fin de llegar a los Estados Unidos y brindarles mejor calidad de vida a sus familiares.

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