Nuestra población siempre ha tenido importantes cualidades, como por ejemplo la solidaridad con otros pueblos y muchas otras cualidades. No obstante es importante señalar dos aspectos de la mentalidad popular que son negativos y atentan contra el desarrollo de cualquier país.
Uno de ellos concierne a la impuntualidad. En efecto, todos sabemos que en nuestro país está muy arraigada la impuntualidad hasta el punto de que desde hace muchos años se habla de ‘hora venezolana’, lo cual significa que se sabe de antemano que si una reunión está planificada para una determinada hora, en realidad comenzará una o dos horas después. Pero eso tiene implicaciones nefastas. En primer lugar se contagia, porque un ciudadano que sea puntual puede pensar: “¿Para qué voy a asistir puntualmente a la hora acordada si ya sé que comenzará mucho después?”, y entonces todos se vuelven impuntuales. En segundo lugar, esa impuntualidad atenta contra la eficacia de cualquier organización de la población porque muchos ciudadanos se desaniman y dicen: “En esas reuniones se pierde mucho tiempo y se concreta poco o nada”.
En tal sentido es pertinente recordar que en muchos países, sobre todo los países desarrollados, la puntualidad y el tiempo son muy valorados. Vamos a referir una anécdota de la vida personal del filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804). Él era tan puntual que cada día hacía un paseo vespertino a la misma hora y los vecinos ajustaban sus relojes al verlo pasar confiando en su exacta puntualidad. El caso es que en una ocasión Kant se había comprometido a buscar a las 8 am a un amigo que era comerciante inglés llamado Green, pero Kant se retrasó dos minutos y Green se molestó mucho y se fue y “pasó junto a él con cara seria, sin saludarle y pasó de largo” (1)… ¿Qué diría Green si viviera en nuestro país?
Por otra parte… ¿Cómo podríamos explicar esa costumbre de la impuntualidad en nuestro país?… Una posible explicación es que nuestro país ha vivido de una renta petrolera y eso ha significado que una parte de la población ha percibido ingresos que no han sido el resultado de un esfuerzo y trabajo disciplinados. En tal sentido es pertinente recordar el ensayo del revolucionario ruso León Trotsky (1879-1940) titulado: ‘Nosotros no somos lo suficientemente precisos’ (17/12/1921), en el cual hace un análisis de los factores que atentaban contra la valoración del tiempo y su precisa administración en la naciente URSS. Trotsky señala que la causa fundamental radicaba en el escaso desarrollo de las fuerzas productivas, por lo cual la población, que en su gran parte era rural, no valoraba el tiempo.
Por otro lado, parte de nuestra población también tiene arraigada una ‘mentalidad mágica’ que está asociada con la mentalidad de la ‘suerte’. El antropólogo polaco Bronislaw Malinowski (1884-1942) en su obra: ‘Magia, Ciencia y Religión’ (1925) dice: “La ciencia se fundamenta en la convicción de que la experiencia, el esfuerzo y la razón son valederas; la magia se basa en la creencia de que la esperanza no puede fallar y el deseo no puede engañar”. En efecto, en nuestro país muchos ciudadanos aceptan los ‘sorteos’ de número de cédula para poder comprar comida regulada, y dicen: “hoy no tuve suerte pero mañana quizás tenga suerte”. Entonces es posible que la mentalidad mágica también se explique por el hecho de que nuestro país ha vivido de una renta petrolera y parte de los ciudadanos han percibido ingresos que han llegado casi de una manera mágica. En tal sentido el gobierno actual ha propiciado mucho esa ‘mentalidad mágica de la suerte’ con la asignación de bonos regalados a algunos ciudadanos. En fin, en nuestro país hay que superar esos dos aspectos negativos y valorar la mentalidad de nuestra población que sí es muy trabajadora y está muy consciente de que en la vida solamente se logran metas con el esfuerzo honesto. NOTA: (1) Pag. 38 en Uwe Schultz ‘Kant’. Editorial Labor (1971).