Tulio Montilla (1906-2003), memorialista de Sabana de Mendoza, ha creado una obra narrativa que se desprende de la crónica hacia las posibilidades lúdicas y reflexivas de la ficción, haciendo de Sabana de Mendoza el espacio de las representaciones donde el acontecer cotidiano se trama con las resonancias universales de lo imaginario; articulándose de este modo a ese singular espesor de la condición imaginaria que parece tener en Trujillo importantes manifestaciones, tal como puede verse en la obra de sus grandes creadores, de Ramón Palomares a El hombre del anillo, de Josefa Sulbarán a Antonio Pérez Carmona.
En sus dos obras, Lo Contó el Abuelo (1989) y Camino de Piedra (1996), el acaecer de la vida familiar y colectiva alcanza el trazado ficcional en relatos que se alimentan de la levedad de lo oral, de su ritmo, de su canto, de su danza de repeticiones, y se teje en una sabiduría de la frase y de la escritura. En 14 breves relatos y un epílogo autobiográfico, Tulio Montilla nos da en Lo Contó el Abuelo ese pasaje permanente de la oralidad a la escritura, pasaje que es, como se sabe, momento excepcional de la sabiduría de los pueblos.
Los relatos se nutren de los juegos de la ficción; así el tramado del enigma, así la genealogía que hace de cada nombre y de cada personaje la posibilidad de un relato. Y se nutren de la génesis mítica de la oralidad; de este modo estos relatos se desplazan de lo fundacional, propio del mito, a los juegos de la ficción: Sabana de Mendoza se convierte en el espacio de la ficción donde cada nombre, cada vida es un destino estremecido por el afuera que se materializa de manera recurrente en la figura y la llegada del tren y en la figura y en la llegada del forastero que llega para darnos el asombro ante lo que Proust llamara la presencia de las muchachas en flor; y originar historias de amor que se desencadenan en una reflexión sobre la soledad o la tragedia.
CAMINAR SOBRE LAS AGUAS
El espacio de representaciones del relato, Sabana de Mendoza, con su acaecer cotidiano que se abre en cauces de historias de vidas, estremecidas por la llegada y la partida del tren, como invitación al viaje; invitación que es también la del río Motatán por donde, leemos en uno de los textos, la enamorada puede caminar sobre las aguas en busca de su amor idealizado, en la intensidad del propósito, y en el desfiladero mismo de la fragilidad y la tragedia.
Lo amoroso en los relatos de Tulio Montilla propicia el aparecer de la belleza y del enigma de la condición femenina, pero también de su fragilidad propensa permanentemente a la soledad y al silencioso desfiladero de lo trágico.
LO SOBRENATURAL Y LA DESMESURA
El relato se desplaza para tocar las aristas de lo sobrenatural, para mostrar la crueldad y la desmesura de la guerra o de la autoridad y para incorporar muchas veces la belleza de la leyenda, así por ejemplo el pasaje donde aparece la loca Luz Caraballo para anunciar el peligro de la guerra, sea ésta la de la época de la Independencia o la guerra de caudillos de la época gomecista. El grito de la loca Luz Caraballo “¡huyan los hombres y escóndanse las mujeres!”, en la línea narrativa de Tulio Montilla, guarda sin duda resonancias con la versión poética de la leyenda que Andrés Eloy Blanco llevara a la poesía en su “Palabreo de la loca Luz Caraballo” y cuyos versos señalan el doloroso arrebato de los hijos por la guerra: “dos hijos se te murieron / los otros dos se te fueron / detrás de un hombre a caballo”. Y asistimos al brote de la leyenda de la sayona, de “los ojos azules” en la herida misma de la condición femenina sometida a la relación amo y esclavo establecida por el poder moral masculino.
LA IRONÍA Y EL HUMOR
Montilla testimonia la crueldad de la guerra: muchos de sus textos refieren la despiadada represión del gomecismo, materializada por medio de sus gobernadores y jefes civiles: el jefe civil como una de las expresiones brutales del poder de la Venezuela gomecista, tal como la podemos encontrar, por ejemplo, en la narrativa de Rómulo Gallegos. Esa representación de la guerra y el poder, de la condición femenina y su fragilidad ante los interdictos, alcanza sus representaciones en estos relatos desde una perspectiva que a veces hace brotar los climas de la ironía e incluso del humor.
Es importante señalar momentos estelares de esta narrativa, por ejemplo, el relato de la “influenza roja” que nos presenta una lógica de la muerte que parece no tener fin y que hace brotar representaciones a la vez realistas e hiperbólicas y continuos desplazamientos del vivir y el morir en atmósferas de la angustia y de lo absurdo.
HORIZONTE GENEALÓGICO
En camino de piedra, Tulio Montilla retomará lo que será sin duda el hallazgo central de esta narrativa: el horizonte genealógico de nombres y personajes que opera como si fuese el tramado de ADN del relato: cada personaje es una historia y cada historia se desplaza por el enigma y la intensidad de lo amoroso, por el misterio y el estremecimiento de lo sobrenatural, por la crueldad y la desmesura de la guerra y el poder: por la pequeña densidad de cada una de sus vidas, transformadas en destino por arte del relato en ese espacio a la vez real e imaginario que es Sabana de Mendoza. (LO CONTÓ EL ABUELO, PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN. Septiembre de 2013)