Don Tulio Montilla: Crónica y literatura | Por: Henry Montilla P.

1986: Aparecen Don Tulio Montilla, Sra. Mélida Perdomo de Montilla y Prof. Henry Montilla P

 

Es posible observar la existencia de una aproximación de contemporaneidad muy significativa, entre los 115 años del nacimiento de Don Tulio Montilla, el 29 de Octubre de 1906, y los 135 años de la data fundacional de Sabana de Mendoza, el 26 de Octubre de 1887, porque el transcurrir señalado por ambas fechas fue escasamente de dos décadas. Ese hecho, referido así a la coyuntura de un momento histórico, comenzó a expresarse en la situación particular de Don Tulio, como una especial ventaja de cercanía existencial, al permitirle estar en conocimiento de las primeras generaciones de habitantes de su lugar natal, y como parte de esa circunstancia de convivencia, coincidir con la estructuración inicial o en ciernes de las Instituciones locales.

Estas experiencias le determinaron su participación como un componente singular en ese conjunto social, y ha confirmado sobre él la percepción de ser la personalidad más asociada a la trayectoria histórica de Sabana de Mendoza. Al respecto, el Cronista Eliazar Montilla, en su libro PERFIL HISTÓRICO, GEOGRÁFICO Y HUMANO DE SABANA DE MENDOZA (2003) afirma: “Para Sabana de Mendoza el nombre de Don Tulio Montilla es indisociable de su historia: hombre e historia son uno mismo… permanecen estrechamente ligados… a quien le debe la reconstrucción de los trazos de su devenir histórico”.

 

Dadas estas consideraciones, es importante admitir que él estableció vínculos y relaciones diversas con su ciudad, a partir de la existencia de ligazones individuales de carácter cercano con los integrantes de esa Comunidad. De esa interacción se derivaron conjuntos de conocimientos e informaciones, obtenidos directamente o de forma documental, y entre éstos se encontraban como muy importantes los proporcionados por la Historia Oral, por intermedio de sus propios exponentes, y con otras referencias muy próximas. Y precisamente esas consideraciones muestran cómo esa diversidad existencial contribuyó a conformarle a Don Tulio la condición de un Cronista natural de Sabana de Mendoza, y así lo llegó a afirmar: “… la vinculación con experiencias personales más amplias me predispuso a recoger lo vivido y llegar a la condición de Cronista”.

Ciertamente, el transcurrir de Tulio Montilla con Sabana de Mendoza como objeto de su vida reflexiva le había motivado a ocuparse como articulista y comunicador de su realidad cotidiana, pero se impuso sistematizar conocimientos acerca de su identidad comunitaria. Comenzó a buscar explicaciones sobre el cómo habían ocurrido los hechos iniciales vinculados al origen del centro poblado; sobre el comienzo de la vida institucional en lo económico, religioso, educativo, etc., incluyendo el papel desempeñado por personalidades destacadas. Un aspecto sobre esta escritura de crónica en Tulio Montilla, corresponde al papel del discurso histórico en su producción, y sobre esto afirmó: “Al escribir… lo hago en mi condición de Cronista, sin pretender ejercer la función del historiador. Entiendo que escribir la historia de un pueblo implica una investigación a fondo… de los antecedentes… para hacer una evaluación general”. Sobre este punto de vista debe admitirse que Don Tulio Montilla no intentó como Cronista llamarse historiador. Se encargó de precisar una adecuada distinción entre su labor y la del historiador, porque a diferencia de otros Cronistas oficiales que sí se llaman historiadores, él estaba consciente que si bien el Cronista relataba los hechos transcurridos, al igual que estos profesionales de las Ciencias Sociales, no lo hacía con las teorizaciones ni metodologías, a las cuales apelan estos últimos.

Si se considera que Tulio Montilla hizo crónica histórica, social y literaria, es importante puntualizar sobre ésta última, para sostener que en su experiencia de escribir desarrolló una particular vocación por el ejercicio de imaginación, es decir, aquella forma de escribir donde ésta se impone con su propio movimiento. Afirmó que había incorporado en sus creaciones narrativas a personas de existencia verdadera con otras de ficción, y combinando esa escritura con hechos ciertos, pero las situaciones presentadas eran producto de su invención. Por consiguiente, esta forma de escritura lo asimiló a quienes imaginan situaciones, en muchos casos incorporando ambientes y personajes reales.

Afirmar esto para una parte de su escritura, pudiera llevar a considerarlo haciendo literatura, pero aunque en su caso no estaría planteado delimitarle géneros, sí es posible atribuirle una intención propiamente literaria, porque más allá de los matices expresivos que asumen sus escritos, es decir, impregnados de crónica histórica, es pertinente hablar de muchos de ellos atribuyéndoles que se organizaron como un esfuerzo narrativo, y más exactamente, adoptando la estructura del cuento y el relato. Con la admisión de esta orientación se editó en 1989 el libro LO CONTÓ EL ABUELO (3 ediciones: 1989, 2004 y 2013) que contiene una antología de catorce cuentos y relatos; luego en 1996 se publicó CAMINO DE PIEDRA, un cuento largo o novela corta, y en 2009 una obra póstuma, LA VIRGEN Y EL TERRIBLE ANTONIO, integrada por relato y crónica. Los prologuistas de estos libros, quienes en sus destacadas creaciones como escritores aparecen y son conocidos como historiadores, cronistas, novelistas, ensayistas, cuentistas, poetas, críticos literarios y biógrafos, han reflexionado y dictaminado sobre las modalidades de escritura en Don Tulio Montilla con un amplio sentido de pluralidad.

Eliazar Montilla Abreu afirma: “… la narración presentada trasciende el oficio del cronista para confundirse con la del escritor y literato, sin tiempo, espacio ni referente entre sus iguales”. Antonio Vale señala: “… va trasmitiendo al lector sus vivencias, sus observaciones, la interiorización de unos relatos que parecen venir del más allá, como encantados, levemente sugeridos por una prosa que sintetiza emociones…” ; “… puede uno buscar pistas históricas, trazar líneas acerca de la identidad perdida, resucitar tiempos y enamorarse de la tierra”. Benigno Contreras dice: “… nos puso en el trasegar de la posible imaginación, con su ejemplo de flama inspiradora, en el acopio fruitivo del ensueño y la creación”. Raúl Díaz Castañeda ha señalado: “… apela a su memoria prodigiosa y pone en escena hechos reales, en la que los personajes, igualmente reales, se presentan con sus nombres y apellidos, desprovistos de maquillaje, existencialmente desnudos…”; “La única libertad que se toma, es la de retocar las imágenes para darles nitidez e interconectadas en la secuencia narrativa que propicie la lectura…”. Y Víctor Bravo expresa: “… memorialista de Sabana de Mendoza, ha creado una obra narrativa que se desprende de la crónica hacia las posibilidades lúdicas y reflexivas de la ficción, haciendo de Sabana de Mendoza el espacio de las representaciones donde el acontecer cotidiano se trama con las resonancias universales de lo imaginario…”.

Debe sostenerse entonces que sus libros lo han proyectado como un Cronista que también escribió literatura, porque con él se logró en sus modalidades de escritura, aquel equilibrio que resuelve la cuestión dilemática determinada por la existencia de verdad y ficción en sus creaciones narrativas y de crónica. Finalmente, como continuación del presente escrito ésta Edición Extraordinaria, publicará los textos de los Prólogos incluidos en los libros de Don Tulio Montilla.

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