Don Tulio Monilla: Apuesta contra el olvido | Por: Raúl Díaz Castañeda

Portada del libro “CAMINO DE PIEDRA” (ULA-1996).

 

Don Tulio Montilla, ciego desde hace mucho tiempo, con la ayuda de circunstancias amanuenses retorna a la escritura con este segundo libro, relato coloquial que recoge las noticias y consejas de algunos acontecimientos, que en los primeros años de este siglo tuvieron lugar en Sabana de Mendoza, su pueblo de nacimiento, del que es Cronista oficial.

Sin ser ajeno a ella, la intención de Don Tulio en este relato, “Camino de Piedra”, no es hacer literatura, sino sostener en la amena estructura de un cuento largo, como narrado a un círculo de nietos, la información de aquellos acontecimientos, que dejados al escueto registro cronológico, perderían el interés de las turbias relaciones psicológicas que envolvieron las acciones de los protagonistas, el color y el calor emocional que en su momento tuvieron, y, lo más importante para el autor y los lectores los detalles históricos y sociales de aquel tiempo de Sabana de Mendoza, que hablan de un comportamiento de época, no sólo de aquella población, sino de Los Andes y del país.

 

Don Tulio apela a su memoria prodigiosa y pone en escena hechos reales, en la que los personajes, igualmente reales, se presentan con sus nombres y apellidos, desprovistos de maquillaje, existencialmente desnudos. El autor no condesciende, no esconde nada, corre con honestidad el riesgo que le corresponde, dice las cosas tal cual sucedieron, como las vio y las oyó en aquellos días de su infancia. La única libertad que se toma, es la de retocar las imágenes para darles nitidez e interconectarlas en la secuencia narrativa que propicie la lectura, con el telón de fondo de la escena final en todo su dramatismo, la gripe española, la llamada influenza roja, epidemia planetaria que al atravesar con pasos del Judío Errante las polvosas calles de Sabana de Mendoza en 1918, diezmó la población y dejó cuadros de espantosas calamidades.

Olvidamos con frecuencia, que de las naciones los hechos que recoge la historia oficial son apenas la punta de un iceberg, que bajo la superficie del mar del tiempo en que flota está la otra parte, el cuerpo complejo y substancioso del fenómeno. A conveniencia, esa Historia asoma lo que es de su interés, pero son los pequeños sucesos, que en cubículos asépticos de los académicos pudieran parecer triviales, los que explican, sustentan y dan vitalidad a la fría relación oficial. Los cronistas, que son historiadores de lo inmediato, tienen por misión fundamental registrar, rescatar y guardar esos pequeños sucesos que son la salsa en la existencia de los grupos humanos, de su identidad de pueblo. Misión importante, porque sería de pensar que los pueblos que en sus anales no atesoran acontecimientos para la epopeya, los monumentos o las páginas de oro, carecen de identidad. Al contrario, los portentos históricos que protagonizaron héroes, santos o sabios, son tangenciales y lejanas referencias que no involucran al hombre del común, que con los suyos tienen otras ataduras, más sutiles pero más profundas, más de su pertenencia, Lo que importa no es el hecho en sí, grande o pequeño, sino lo que para ese pueblo significa.

Este segundo libro de Don Tulio Montilla, lo mismo que el primero, “Lo Contó el Abuelo”, debe ser recibido como aporte emocional al conocimiento de un pueblo, Sabana de Mendoza, que comienza a darse cuenta que ya no es un puñado de casas a la orilla de la carretera, como ayer lo fue en el trayecto de una vía férrea, sino un evolucionado conjunto de intereses comunitarios, sociales, políticos, económicos y culturales, que ha logrado unidad y raíces en lo geográfico y lo histórico. Respuesta a la disgregante desmemoria.  (CAMINO DE PIEDRA, PRÓLOGO.  Mayo de 1996)

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