En el trajinar diario que realizamos en la búsqueda de historias y momentos de nuestra Valera, de su gente, hechos y acontecimientos, nos hemos encontrado con un hombre, un ser humano de gran significación para nuestra urbe y más allá de nuestros límites. Un nombre y un apellido que dejó plasmado un historial de cosa buenas en cada una de las actividades que le tocó desempeñar, pero sobre todo, su calidad como persona, como hijo, esposo, como padre, como ciudadano ejemplar y de trayectoria intachable.
Esta introducción sirva para presentar a José Ignacio León Chuecos.
A Don Nacho León, son muchos los que aún le recuerdan, los más mayores lo relacionan y lo ubican en el famoso Bar Sol y Sombra, el emblemático lugar de encuentro de la Valera de los años 50 y 60.
Este hombre bueno, el pasado 19 de marzo hubiese cumplido 100 años. Para testimoniar a este valioso ciudadano en el centenario de su natalicio, es obligatorio acudir a los recuerdos, evocando hermosas imágenes que en su pasar por esta vida fue dejando gracias a lo que sembró y que por su gran don y personalidad logró una fructífera cosecha. Nadie mejor que citar a personas de su entorno para remover su legado y traerlo al presente para quienes hoy día forman parte de esta urbe conozcan un poco de esos grande ciudadanos del ayer que, echaron raíces en esta tierra.
Una de esas personas es el profesor y académico, Henry Montilla, exvicerrector del Nurr, yerno de Don Nacho León, padre de su esposa Mercedes, y abuelo de sus tres hijos, con quien comenzó a tener contacto desde los años sesenta según nos cuenta y luego desde el año 1973 cuando las familias Montilla Perdomo y los León Albornoz se hicieron vecinos en la calle 9, y ambas familias empezaron a compartir una historia de vida muy intensa. “De él ya tenía las referencias de mi padre Don Tulio, que lo recordaba junto a uno de sus hermanos, a principio de los años cuarenta, en gestiones mercantiles en Sabana de Mendoza con el ferrocarril; y sobre todo las referencias de mi madre Mélida, que como adolescente a finales de los años treinta conoció a los hermanos León, y principalmente al señor Nacho como un veinteañero, entre San Pedro, San Juan e Isnotú”, apunta el profesor Montilla al apelar a su prodigiosa memoria.
A lo anterior agrega, “las propia experiencias son de carácter muy especial, porque debo decir que el compartir con él en familia desde 1980 se constituyó para mí en eso que en Psicología se llama reafirmación de la figura paterna, porque lo incorporé como una referencia que de manera consciente podía imitar para mi propia conducta”. Al respecto, los criterios que le fuero conformando sobre su personalidad, y también de sus opiniones del país y de su gente, le determinaron al profesor Montilla que, se trataba de un ser humano muy tolerante y respetuoso de lo que expresaban los demás. Que tenía una viva inteligencia y fue un hombre educado para la vida. “Era un grato y ameno conversador, y extraordinario narrador de tantas experiencias. De ellas tuve oportunidad de escucharle sobre su transcurrir como niño y adolescente entre San Juan e Isnotú; de su condición de joven trabajador con familiares, y con muchas anécdotas, en la Caracas de los años cuarenta; como comerciante y militante contra la dictadura de Pérez Jiménez en la década de los cincuenta; de la zona baja como productor agropecuario durante muchos años; así como de sus vivencias ya en Sara Linda, como refugio para su sosiego y el de los suyos cuando lo acompañaban en ese lugar tan apacible. El conjunto de todo lo escuchado lo disfruté al máximo y aprendí mucho”, expresa el académico.
Ejemplo a seguir
Analizando el relato de Henry Montilla sobre Don Nacho León, sacamos como conclusión que, León Chuecos, fue un ejemplo para quienes lo conocieron y admiraron en su autenticidad como persona, porque todo aquello que llegó a poseer fue el producto de su esfuerzo y dedicación al trabajo. “Es importante sostener que se destacó como un hombre sencillo, y lejos de él cualquier pretensión de ostentación. Pero también, y es fundamental expresarlo, que el señor Nacho se caracterizó por el valor de la solidaridad. Lo dejó en evidencia con todos sus familiares, y sin excepciones, porque cada uno podemos dar testimonio con nuestras expresiones de agradecimiento. Esa conducta tan esencial en él la compartió con la señora Marucha”.
Ejemplo y la palabra
Señala Montilla que recordar a Don Nacho León con las anteriores expresiones es fascinante, pero igual, “se debe decir que, su presencia de vida y sus enseñanzas hacen mucha falta. “Porque precisamente ahora que nuestro país está sufriendo esta tragedia social, el ejemplo y las palabras de personas como él nos estarían proporcionando sabios consejos para la aspiración de vivir de nuevo en democracia. Que desde el lugar en el Cielo donde se encuentra, nos bendiga a todos aquellos que le extrañamos”.
Repensar a Valera es…
Es saber que, León Chuecos fue un ejemplo para quienes lo conocieron y admiraron en su autenticidad como persona, porque todo aquello que llegó a poseer fue el producto de su esfuerzo y dedicación al trabajo…