Historias de Vida presenta con gratísimo orgullo, profundo respeto y admiración a este culto hombre del periodismo, de crónica, investigación y literatura trujillana. Plasmaremos algunos aspectos de sus memorias, un trabajo que bajo su autorización hemos realizado en un compendio de más de 250 páginas
Día del Periodista. Rendimos tributo a Don Luis González quien ha sido y es un hombre de aportes significativos a la sociedad civil trujillana, y en especial a Valera. Un periodista íntegro, gran referente del periodismo trujillano. Es aún a sus 95 años un hurgador infatigable que no pierde sensibilidad en su entorno conjugando la lectura de textos amarillos con la actualidad sociopolítica.
Don Luis durante su existir, ha sido investigador meticuloso, sin pausa. Asentado en el laborioso trabajo hemerográfico, o como dicen algunos despectivamente, acumulador de periódicos y libros viejos. En esos diarios, donde día a día se escribe la historia, así Don Luis la ha sabido atenazar, pero no para el deleite individual, sino para brindárnosla a todos sin ningún distingo durante 70 años de ejercicio.
Historias de Vida presenta con gratísimo orgullo, profundo respeto y admiración a este culto hombre del periodismo, crónica, investigación y literatura trujillana nacido un 10 de agosto en el barrio “Puente Machado” de Trujillo en 1925. Echó raíces en Valera, donde conformó un hogar al lado de su inseparable y fiel compañera Doña Alba, alma gemela de este extraordinario ser, con quien comparte el amor de tres hijos y once nietos quienes les han dado unos cuantos bisnietos.
Plasmaremos algunos aspectos de sus memorias, un trabajo que bajo su autorización hemos realizado en un compendio de más de 250 páginas como resultados de largas conversaciones y entrevistas, que hemos sostenido con este ilustre personaje de la trujillanidad en 30 años que llevamos conociéndole y 25 de compartir en la redacción del Diario de Los Andes, su casa editorial por siempre.
El pequeño poeta
Cuando aquel muchacho se asomaba a la ventanilla de su casa, allá en la barriada de la Quebrada de «Los Cedros» en Trujillo, sus compañeros de juego le decían el pequeño poeta, porque siempre tenía un libro abierto en sus manos. Así lo conocieron, trajinando pobremente en la vieja escuela de Don Víctor Briceño y luego con el Br. Humberto Rumbos. Después se enfiló en los corredores del Liceo Cristóbal Mendoza, junto con un numeroso grupo de jóvenes, que según nos cuenta, han rendido disciplinadamente un buen trabajo al Estado: Dora Maldonado la “Negra” Herrera, Mireya Mendoza, Leonor Carrillo, la «Nena» Padrón, José Elías Berríos, Antonio Luis Cárdenas y otros nombres que se les escapan a su memoria de 95 años.
Trujillo no lo pudo sostener en sus barriadas, porque sus inquietudes iban más allá de lo que había en esta ciudad. Y cuando muchos pesaban que se había metido en las aulas de la Facultad de Derecho de la Ilustre Universidad de Los Andes en Mérida, pues siempre decía que sería Abogado o Procurador para una mejor administración de justicia.
Pero no fue así: sentó partida de periodismo en la ciudad de Valera, donde comenzó a transitar noticias y comentarios, pero primero se asomó en los periódicos y semanarios estudiantiles en plena dictadura de Pérez Jiménez en la ciudad de Trujillo, ya en Valera, se instala en diario El Tiempo, trabajó para el diario «El Nacional» de Caracas, «Panorama» y «Diario de Occidente» de Maracaibo y escribió para un sinfín semanarios de la localidad, funda revistas culturales en su inseparable imprenta, sin apartarse de otras cosas que le interesaban y que engrandecen a los pueblos, como son las galerías de arte: «El Ojo de la Montaña», sitio donde se mostraron diversos artistas locales, nacionales y hasta internacionales, dándole un perfil a la ciudad de Valera como ejemplo que no solo es comercial la ciudad sino que tiene sus reservas morales e intelectuales en muchos de sus moradores.
El Ateneo local recibió con él, un refuerzo por su laborioso trabajo de impulsarlo hacia las metas que establecían su objetivo. Siempre se le observó en su quehaceres en favor de la comunidad, hasta que lo «atrapa» el Diario de Los Andes, donde se supo mantener desde su fundación al lado de su creador Eladio Muchacho, y su colegas, Guillermo Montilla, Raúl Díaz Castañeda, Francisco Graterol Vargas entre muchos más, todos profesionales que lanzaban en ristre, realizando la mejor obra que en estos últimos 40 años se ha llevado a cabo en el periodismo de provincia.
Sitial de honor en la historia del periodismo
Se ha ganado Luis González un sitial en la historia del periodismo moderno del estado Trujillo- y claro está también se ha ganado enemigos gratuitos, que en la oscuridad de la noche- como cocuyos decadentes- le han querido empañar el camino vertical de su vida, lo que no pudieron, porque todos han conocido de su disciplina intelectual, ética, moral e ideológica la cual contribuyó a la formación de una vasta legión de jóvenes que se encausaron por el escabroso, angustiante, pero noble y amado camino del periodismo. Siendo un mozuelo con 17 años, se atrevió a entrevistar al Ex presidente Isaías Medina Angarita. Fue dos veces ganador del Premio Nacional de Periodismo.
Cronista con ética y moral
Por más de 25 años, se desempeñó como el Cronista oficial de la ciudad de Valera, un cargo donde la moral y la ética están por encima de todo individualismo, donde además la credibilidad y confianza son fundamentos de peso para ejercer tan digan designación, así como lo fueron otros cronistas como Alberto La Riva Vale, el padre Juan de Dios Andrade y el Dr. Rafael Ángel Espinoza, todos con una trayectoria intachable y correcta.
La permanente defensa de lo trujillano, la claridad de sus juicios, que siempre afinca en la buena fe, y la madura ecuanimidad que siempre puso en todas sus actuaciones, lograron convertir a Don Luis en una de las más altas conciencias periodísticas y como hombre del común, como hombre de a pie.
En estas horas oscuras,
Don Luis es fuerza y coraje
En estas horas de crisis, sobre el papel que le está correspondiendo vivir a los periodistas y al gremio en general, cuando se resquebrajan los pilares morales de una sociedad, la figura de Don Luis es un vivo testimonio de lo que ejemplifica, da fuerza y coraje para no desmayar, para no rendirse y seguir firme en la lucha por la defensa de los ideales de una gran familia, de un gran gremio, que a pesar de los sinsabores seguirá siendo grande y aleccionador.
Si algún motivo puede tener el gremio periodístico trujillano para celebrar su día en alta la voz es, saber que cuenta entre sus filas con un roble y fiel defensor de su gremio por más de 70 años en el ejercicio de la profesional.
Cuando alguien argumenta con la verdad sobre la mesa, tiene que avalar su gesto con calidad moral y propia incuestionable, con una larga trayectoria vital sin deslealtades éticas, sin concesiones a la conveniencia. Esa ha sido la fuerza de Don Luis González.