Por: Roberth Antonio Ramírez Torres (Roberto)
La Valera a la que tanto amó Don Luis y nos enseñó a amarla, siendo yo niño y adolescentes, leyendo su columna “El ojo de la ciudad”, publicada en Diario de Los Andes, desde donde se desplegaba a diario como cronista de Valera.
Aprendí a quererlo y admirarlo leyendo sus columnas, y escuchando a mi padre Ángel Ramírez Plaza hablándome de él, de Don Luis, con gran admiración a su integridad moral y al gran quilate intelectual de su pluma que sabía escribir con fluida sencillez.
Después, cuando me inicié en las luchas sociales y culturales de lleno, comencé a visitarlo asiduamente en su Biblioteca del Pueblo, a conversar y compartir con él, a aprender de su sabiduría, de su sencillez y de su hidalguía moral; Don Luis González, realmente, Don hidalgo por amor Valera, por amor a Trujillo, por amor a la patria, que nos enseñó a ser luchadores, si fuere necesario también contra los molinos del viento.
Aprender de Don Luis, fue ir desde mis años mozos, ir aprendiendo a Ser Bolivariano, a querer y amar a Valera. Leyendo a Don Luis, como también leyendo a mi padre Ángel Ramírez Plaza, fui aprendiendo a dar batallas con la Espada del Quijote, LA PALABRA.