Hoy Historias de Vida presenta con gratísimo orgullo, profundo respeto y admiración a este culto hombre del periodismo, crónica, investigación y literatura trujillana. Plasmaremos en esta entrega parte de sus memorias, un trabajo que bajo su autorización hemos realizado en un compendio de más de 250 páginas
Don Luis González ha sido y es un hombre de aportes a la sociedad civil trujillana, y en especial a Valera. Es aún a sus 93 años un hurgador infatigable que no pierde sensibilidad en su entorno conjugando la lectura de textos amarillos con la actualidad sociopolítica.
Don Luis es un investigador meticuloso, sin pausa. Asentado en el laborioso atisbo hemerográfico, o como dicen algunos despectivamente, acumulador de periódicos viejos. En esos diarios, donde día a día se escribe la historia, así Don Luis la atenaza, pero no para el deleite individual, sino para brindárnosla a todos sin ningún distingo.
Hoy Historias de Vida presenta con gratísimo orgullo y profundo respeto y admiración a este culto hombre del periodismo, crónica, investigación y literatura trujillana nacido un 10 de agosto en el barrio “Puente Machado” de Trujillo en 1925. Echó raíces en Valera, donde conformó un hogar al lado de su inseparable y fiel compañera Doña Alba, alma gemela de este extraordinario ser, con quien comparte el amor de tres hijos y once nietos quienes les han dado unos cuantos bisnietos.
Plasmaremos en esta entrega parte de sus memorias, un trabajo que bajo su autorización hemos realizado en un compendio de más de 250 páginas como resultados de largas conversaciones y entrevistas, que hemos sostenido con este ilustre personaje de la trujillanidad en 30 años que llevamos conociéndole y 25 de compartir juntos en la redacción del Diario de Los Andes, su casa editorial. Hoy hablaremos de Don Luis, el cronista.
En esta entrega mostramos parte de ese extenso trabajo con unas pequeñas muestras de su labor como cronista de la ciudad de Valera, a propósito de hacer oficial su retirada de tan honorable cargo en el cual estuvo por 25 años y supo cumplir a cabalidad, honradez, compromiso y ética tal como lo prometió en el momento en el cual tomó juramento.
Hace 25 años
Hace 25 años Don Luis González tomaba juramento como cronista de la ciudad de Valera en reemplazo del fallecido, Dr. Rafael Ángel Espinoza. Fue un 19 de octubre cuando el entonces Alcalde de la Cuidad, Dr. Antonio Pérez Quintero en compañía de los ediles de la época en el salón especial le toma su juramento y lo acreditaba oficialmente como el nuevo cronista de las Siete Colinas.
La retirada oficial
Hoy 25 años más tarde, Luis González, icono del periodismo trujillano en el cual se inició cuando tenía 17 años, se hizo a un lado en las labores que venía desempeñado.
Don Luis nos confirmó esta noticia en una de las tantas conversas que hemos tenido con él en días pasados en su residencia.
“Hace más de un mes, creo que como dos, le emití una comunicación a la distinguida Cámara Municipal en la cual hacia oficial mi separación del cargo como cronista oficial de Valera, les explicaba los motivos, uno de ellos, el más importante es el de la edad y la salud, los años no pasan en vano, los años hacen estragos y ya son 93 y no estoy para seguir esos trotes. A esta edad ya son demasiados achaques”, enfatizó.
Hasta el momento de redactar esta crónica, aun la Cámara Municipal no había respondido su carta y mucho menos se han pronunciado sobre la escogencia de su sucesor. “No me han dicho nada aún. Esto de ser cronista es algo muy serio y delicado, la escogencia debe ser por concurso y bien llevada, sin amaños ni amiguismo y mucho menos politiquería. Este es un cargo donde la moral y la ética están por encima de todo individualismo, donde además la credibilidad y confianza sean fundamentos de peso para una escogencia, así como lo fueron otros cronistas como Alberto La Riva Vale, el padre Juan de Dios Andrade y el Dr. Rafael Ángel Espinoza, todos con una trayectoria intachable, correcta. Estaremos muy vigilantes de que eso sea así. De nuestra parte creo que hicimos un trabajo en base a lo que nuestros antecesores realizaron, tratamos de mantener en el mejor estatus ese grandioso legado que ellos nos dejaron”, inquirió.
Honrado y complacido
Don Luis dice sentirse profundamente honrado y complacido por la designación que hicieron a su persona al otorgarle la responsabilidad de ejercer el cargo de cronista de Valera, pero al mismo tiempo también dice haberse sentido inquietom y preocupado, porque estaba muy claro en el peso de la compleja carga que asumía en aquel momento sobre sus hombros. “Mira chico, la función de cronista, así lo veo yo, no es para que una persona se encierre de cuando en cuando para leer la prensa o las actas de las sesiones del Concejo y escribir un resumen de ello para ser archivado. El cargo de cronista, repito, va mucho más allá de una especie de ratón de biblioteca. El cronista ha de ser un ser vivo, autónomo, como solía decir el padre Andrade, imbricado en el acontecer diario de la ciudad, con una participación vital en todo cuanto atañe a la defensa y promoción de lo que es básico a esta colectividad donde vivimos desde hace más de sesenta años, cuya historia conocemos desde los tiempos de mi infancia en aquel Trujillo de 1940 cuando comenzamos, en la biblioteca pública «24 de Julio», a leer los periódicos de Valera, como Marcha, Crisol, La Montaña, Avance y otros en los que discurría una dinámica de gran fuerza y donde se publicaban los artículos sobre el nacimiento y desarrollo de la ciudad, firmados por Rafael Gallegos Celis que dio a conocer en los semanarios del siglo pasado y también en el Diario de Valera de 1904”.
La verdad y justicia
Según Don Luis, quien además de periodista es historiador, el cronista debe ser, “como ciudadano, como vecino y como persona sensible, tiene que decir su palabra oportuna, equilibrada, respetuosa, y comprometida con la verdad y la justicia, en los hechos y sucesos de trascendencia donde estén en juego los más altos intereses de este municipio autónomo”. Valera ha tenido cronistas inolvidables como él ya ha citado de la talla de Rafael Gallegos Celis; Alberto La Riva Vale, autor de dos libros fundamentales en los que aparece buena parte del nacimiento y consolidación de nuestra vida urbana; del doctor Rafael Ángel Espinoza; y del padre Juan de Dios Andrade, sobre quien conserva una especial deferencia, un sacerdote en las jornadas de avance de nuestra gran Valera. “El padre Andrade fue un personaje polémico, auténtico, que nunca evadió responsabilidades en las horas críticas, como en aquel 19 de enero de 1958 cuando, tras un discurso incendiario en la Iglesia San Juan contra el régimen tiránico de turno, encabezó una rogativa por las calles de la ciudad por el «cese
de los males del país», pero fundamentalmente para decirle al pueblo ¿hasta cuándo miedo?
Cronistas de alta costura y firme convicción
Valera ha tenido cronistas inolvidables de la talla de Rafael Gallegos Celis, maestro y periodista de invalorable huella; de Alberto La Riva Vale, el primer cronista oficial de Valera, el doctor Rafael Ángel Espinoza, quien estuvo en esta función 13 años con gran actividad; y del padre Juan de Dios Andrade, otro de
Al servicio de la ciudad
Para González ser cronista es un honroso cargo al servicio de la ciudad. “Deriva posiciones que no se pueden evadir, involucrar conductas de lucha al lado de ustedes y junto al pueblo y compromete nuestro corazón con los anhelos, aspiraciones y proyectos viables o no de nuestra gente, especialmente de aquella cuyas condiciones de vida, que han de ser cambiadas, constituyen un reto”.
En esa onda y en ese espíritu abierto inició este camino de más de dos décadas, “este tiempo nos sirvió para respirar junto con ustedes y desde luego, para crecer, como lo soñaron los pioneros valeranos de 1818 y 1820, enamorados de esta planicie flanqueada de pájaros, ríos y cañaverales que vislumbraron un bello destino para esta comarca de los Díaz, los Terán, los Briceño y otros, dentro de un clima solidario, de paz y, sobre todo, de trabajo, la única estrategia conocida hasta ahora que hace dignos a los hombres y grandes a los pueblos”.
Sin academicismos estrechos y con rigurosa jerarquización de la información, Luis González nos regala sin mezquindades la misma fuente que a él le costó muchas noches de vigilia, de impotencia y tal vez de reflexión. Este diarista no se queda en la interpretación de los hechos sino que nos invita a compartir sus hallazgos.
Encanto natural
«Los árboles de la plaza Bolívar desprenden agradables aromas, a uno le viene la nostalgia de los tiempos idos, cuando Valera era una vecindad de afectos».
«Hoy veo a Valera con la esperanza que sea una mejor ciudad, más limpia, organizada y sin problemas. Añoro y escucho los sonidos de la banda municipal, las campanas de la Iglesia San Juan Bautista que siempre llaman con alegría, a las películas de Libertad Lamarque, al bullicio que se generaba en la pensión de Ana Tejera y a las rokolas que sonaban por la calle Vargas. Valera tenía un buen sabor como la cerveza que se vendía en el hotel Plaza, la comida del Conticinio y las empanadas de Rosa Sayago. Todo eso lo añoro porque sólo así puedo sentirla con optimismo, en su encanto natural”.
Luis González, Cronista